Cuarteto de ases en la Feria del libro - Alfa y Omega

Cuarteto de ases en la Feria del libro

Raúl Herrero, Víctor López-Rúa, Jesús Montiel e Ilia Galán se desmarcan de las líneas dominantes del mercado editorial. También del populismo en sus usos y costumbres sectoriales. Es la suya una personalidad propia que pesa y saben defender estos días en la 77ª Feria del Libro de Madrid (25 de mayo-10 de junio)

Maica Rivera
El artista plástico coruñés Víctor López-Rúa firmará en la feria el 3 de junio. Foto: Maica Rivera

De la poesía a la narrativa, pasando por el ensayo y la ilustración, su fecundo polifacetismo, nuevo y hermoso signo de los tiempos, arraiga en una vivencia del oficio independiente, consciente, reflexiva, humana y no exenta de carga espiritual. El resultado es una producción original de alta exigencia que no deja de mostrarse atractiva y toda una meta para el gran público.

Raúl Herrero (Zaragoza, 1973) firmó Méliès y Sombra salamandra (Poesía supersónica) en la caseta del Gremio de Editores de Aragón / Gobierno de Aragón el pasado fin de semana. Poeta, narrador, dramaturgo, ensayista y editor, respira vanguardia por los cuatro costados, destila un chispeante surrealismo de colores a juego con todo su atuendo. Comparte con su mujer Esther Martín la editorial Libros del Innombrable, que celebra este 2018 el 20 aniversario, una empresa literalmente familiar: el hijo de ambos, Hermes Antonio de 5 años, forma parte activa y entusiasta del proyecto: «Se dedica a inspirarme, a ilustrar a algún libro, y es mi acompañante incondicional durante mis labores de revisión y lectura de originales».

Herrero lo tiene claro: «la imagen y semejanza a la que estamos hechos de Dios está vinculada al acto creativo general del ser humano. Comparto con el que fue mi maestro Antonio Fernández Molina esa convicción de que existe una conexión entre la creatividad y lo espiritual en cualquier campo». Asume como un compromiso moral «publicar libros inéditos o que han pasado desapercibidos» porque siente «la necesidad de aportar algo a la sociedad en que vivimos», y se considera un cristiano que huye «del nihilismo gratuito y de la simplificación de figuras como Nietzsche o Schopenhauer, quien estuvo muy inspirado por los vedas hindúes, pero al que se le suele citar como figura ajena a toda espiritualidad».

El escritor zaragozano Raúl Herrero, dueño de la editorial Libros del Innombrable. Foto: Maica Rivera

Reivindicación de la pintura

De inspiración artística gusta mucho de hablar Víctor López-Rúa (La Coruña, 1971), una de las voces más personales de la pintura figurativa española. «Estar en el estudio de mi casa familiar, que es muy antigua, de principios del siglo XVI, rodeado de vacío muchas horas al día durante muchos años, enfrentándome a la creación, es un proceso de soledad que incluye mucho tiempo de encontrarme conmigo mismo, de meditación y de apertura de la conciencia a las creencias, a lo trascendente, incluso a la oración», explica el artista plástico, que se declara católico practicante. Confiesa sentirse «comprometido con la sociedad de su tiempo a través de una reivindicación de la relevancia de la pintura en el arte contemporáneo, llamado a dignificar el arte pictórico dentro del entramado actual donde mandan las nuevas expresiones tecnológicas que intentan arrinconar a las antiguas pertenecientes al academicismo del siglo XIX».

Le hace mucha ilusión participar en la Feria del Libro de Madrid el próximo 3 de junio. Firmará la edición que Luis Alberto de Cuenca ha realizado de las Sonatas de Valle-Inclán, de cuyas ilustraciones se ha encargado, en la caseta 288 de Reino de Cordelia de 12:00 a 14:30 horas. Se trata de una ocasión especial y única porque, tras haber empleado «mucha dedicación», después de esta parada en el ámbito editorial López-Rúa proseguirá su carrera artística «ya por otros derroteros que nada tienen que ver con el mundo del libro».

Illía Galán: «En los concursos de poesía si hay referencias a Dios ya estás automáticamente vetado». Foto: Maica Rivera

Leer a Dios en la realidad

A Jesús Montiel (Granada, 1984), sin embargo, le cuesta ir a la feria. «Pero al final voy y regreso a casa contento, porque lo que me interesa de la escritura es poder llegar al otro, hallar lectores reales, y el encuentro con ellos es para mí muy gratificante, me enriquece que me cuenten sus impresiones sobre el libro, sobre todo ver cómo se ramifica el significado de la obra según qué vida toca: comprobar que no tiene un único significado sino que, como el agua, se cuela por las distintas ranuras de cada persona», detalla. Firmará ejemplares de su segunda publicación en prosa, Sucederá la flor, en la caseta 141 de la editorial Pretextos el día 3 de junio de 19:00 a 21:00 horas, una novela de sustrato biográfico sobre la enfermedad de su hijo. Para quien no haya tenido ocasión de acercarse a su bibliografía, adelanta: «Siempre tiendo a la luz, no podría quedarse ningún libro mío con los ojos fijos en las sombras, aunque el relato sea algo crudo o sobre el mal». Católico practicante, reflexiona: «Mi fe y la escritura van de la mano, cuando me leo veo un hombre distinto al que soy fuera de la página, de alguna manera me catequizo a mí mismo cuando lo hago, porque la escritura es una extremidad con la que camino y palpo lo invisible, y necesito escribirlo para verlo. Me sucede lo mismo en mi relación con Dios, con lo visible y lo invisible: es así como leo a Dios en la realidad». Hasta el punto que confiesa: «Ha habido en mi vida noches oscuras de zozobra espiritual donde la escritura ha sido la linterna, me ha devuelto la fe, porque cuando escribo siempre soy creyente, me vuelvo creyente espontáneamente».

Jesús Montiel: «Lo que me interesa de la escritura es hallar lectores reales». Foto: Maica Rivera

Contra el revisionismo acrítico

También en la Feria del Libro de Madrid podemos encontrarnos estos días, de paseante, a Ilia Galán (Burgos, 1966), cuyos libros, los propios y el resto del catálogo de su editorial Ars poética, se encuentran en la caseta 63 de la librería Sin Tarima. Filósofo, poeta, narrador, dramaturgo, ensayista y editor, cuenta de su más reciente trabajo, el poemario La cruz dorada, que «está publicado en la colección Carpe Diem de Ars poética, porque en los concursos de poesía del mundo español si hay referencias a Dios ya estás automáticamente vetado». Lamenta que «el universo literario se haya vuelto bastante antirreligioso y antimetafísico a la vez, salvo el caso de algunos autores con sensibilidad un poco más amplia como Antonio Colinas o Clara Janés, por lo general, si aparece el nombre de Dios, ya eres sospechoso de algo negativo, y si añades que has escrito un libro declaradamente religioso o peor, en mi caso, compuesto de oraciones, las posibilidades de haberte cavado la tumba intelectual son inmensas». A su juicio, «España ha sufrido uno de esos vaivenes típicos de nuestro mundo hispano en todo (cultura, política, etc.). Hace algunos años las elites, que eran todas católicas y piadosísimas, han girado al polo opuesto, y estamos ante un intento de disolución de todo lo religioso y eclesiástico de manera muy radical».