La trampa de la eutanasia - Alfa y Omega

La trampa de la eutanasia

La Organización Médica Colegial o la Asociación Española Contra el Cáncer piden aparcar el debate sobre la eutanasia y sacar adelante una buena ley de paliativos

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Foto: AdobeStock

Una de las rendijas por las que la eutanasia encuentra buena acogida en una parte importante de la sociedad es lo que el documento hecho público el lunes por la Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal llama la «absolutización del principio de autonomía» : ¿por qué no puedo decidir el momento en mi enfermedad en el que ya no quiero seguir luchando y sufriendo? Se trata, sin embargo, de una pregunta trampa. En primer lugar porque la medicina tiene hoy recursos suficientes para evitar esos sufrimientos innecesarios que tanto miedo producen a muchas personas sanas. Los pacientes con acceso a cuidados paliativos y sus familiares no están en esas claves; saben que esos temores son infundados.

Falla también el presupuesto de la autonomía, que ni es un principio absoluto (uno no puede, por ejemplo, vender un órgano de su cuerpo aunque quiera, ya que prima su dignidad), ni es lícito invocarlo alegremente en una situación de especial vulnerabilidad como la enfermedad. La demanda de eutanasia es mucho más común entre quienes carecen de recursos económicos para recibir de unos cuidados adecuados en el hogar o en una residencia y sienten que son una carga para su red familiar y social; es decir, entre quienes justamente carecen de autonomía real. La demanda de autonomía más bien debería consistir entonces en ofrecer ayudas a estos enfermos y a sus familias para que puedan dedicarse mutuamente un tiempo de calidad en estos trances obviamente duros pero a la vez extremadamente fecundos, como coinciden en señalar quienes han podido contar con el acompañamiento y las ayudas profesionales adecuadas.

La Organización Médica Colegial, la Asociación Española Contra el Cáncer y –cómo no– la Sociedad Española de Cuidados Paliativos piden aparcar el debate sobre la eutanasia y trabajar en cambio por sacar adelante una buena ley de paliativos, un tema en el que el consenso político es total. Frente a visiones ideológicas o distorsionadas por el desconocimiento, lo sensato es escuchar la voz de quienes día a día conviven con la enfermedad terminal, y no hablan simplemente de oídas.