El Papa pide a la comunidad internacional no «mirar para otra parte» ante el asesinato de cristianos - Alfa y Omega

El Papa pide a la comunidad internacional no «mirar para otra parte» ante el asesinato de cristianos

En el lunes de Pascua, Francisco volvió a pedir a la comunidad internacional, como en la víspera, que «no permanezca muda e inerte» ante el asesinato de cristianos, y pidió a los cristianos testimoniar con sus vidas que Jesús ha resucitado. Eso significa «sonreír con quien sonríe y llorar con quien llora»; caminar «junto a quien está triste» y transmitir «nuestra experiencia de fe a quien está en búsqueda de sentido y de felicidad»

Redacción

El lunes de Pascua, llamado también Lunes del Ángel, el Papa rezó desde la ventana del Palacio Pontificio la oración mariana del Regina Coeli, que en el tiempo pascual sustituye al Ángelus. El Papa felicitó la Pascua, y pidió a las personas congregadas repetir varias veces la frase «¡Cristo ha resucitado!».

Comentando el Evangelio de Mateo, Francisco recordó cómo el Ángel anuncia a las mujeres que Jesús había resucitado, y les pide que vayan a Galilea a contarlo. «Galilea es la periferia donde Jesús había iniciado su predicación; y de allí reiniciará en Evangelio de la Resurrección», explicó el Papa.

La resurrección de Jesús –añadió– es la buena noticia que estamos llamados a anunciar a los demás y en todo ambiente, «animados por el Espíritu Santo». Para ella, nuestra propia existencia debe ser transformada por la Resurrección. «La alegre noticia de la Resurrección debería manifestarse en nuestro rostro, en nuestros sentimientos y actitudes, en el modo con el cual tratamos a los demás. Nosotros anunciamos la resurrección de Cristo cuando su luz ilumina los momentos oscuros de nuestra existencia y podemos compartirla con los demás; cuando sabemos sonreír con quien sonríe y llorar con quien llora; cuando caminamos junto a quien está triste y corre el riesgo de perder la esperanza; cuando transmitimos nuestra experiencia de fe a quien está en búsqueda de sentido y de felicidad. Y ahí con nuestra actitud, con nuestro testimonio, con nuestra vida decimos Jesús ha resucitado, con todo el alma».

Tras el Regina Coeli, el Papa aludió al Movimiento Shalom y su misión ante la persecución de los cristianos en el mundo. E hizo un llamamiento para «que la comunidad internacional no permanezca muda e inerte» y «no mire para otra parte» ante el asesinato de cristianos, «que constituye una preocupante deriva de los derechos humanos más elementales».

Palabras del Papa antes del Regina coeli

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y todavía ¡Felices Pascuas!

El lunes después de la Pascua, el Evangelio (Cfr. Mt 28,8-15) nos presenta la narración de las mujeres que, fueron al sepulcro de Jesús, lo encuentran vacío y ven un Ángel que les anuncia que Él ha resucitado. Y mientras ellas corren para transmitir la noticia a los discípulos, encuentran a Jesús mismo que les dice: «Vayan a anunciar a mis hermanos que suban a Galilea: allí me verán» (v. 10). Galilea es la “periferia” donde Jesús había iniciado su predicación; y de allí reiniciará en Evangelio de la Resurrección, para que sea anunciado a todos, y para que cada uno pueda encontrar a Él, al Resucitado, presente y operante en la historia. También hoy Él está con nosotros aquí en la plaza.

Por lo tanto, éste es el anuncio que la Iglesia repite desde el primer día: ¡Cristo ha resucitado! Y, en Él, por el Bautismo, también nosotros hemos resucitado, hemos pasado de la muerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la libertad del amor. Ésta es la buena noticia que estamos llamados a anunciar a los demás y en todo ambiente, animados por el Espíritu Santo. La fe en la resurrección de Jesús y la esperanza que Él nos ha traído es el don más bello que el cristiano puede y debe ofrecer a sus hermanos. A todos y cada uno, entonces, no nos cansemos de repetir: ¡Cristo ha resucitado! Repitámoslo todos juntos hoy aquí en la plaza: ¡Cristo ha resucitado! ¡Todos! ¡Cristo ha resucitado! Una vez más: ¡Cristo ha resucitado! Repitámoslo con las palabras, pero sobre todo con el testimonio de nuestra vida. La alegre noticia de la Resurrección debería manifestarse en nuestro rostro, en nuestros sentimientos y actitudes, en el modo con el cual tratamos a los demás.

Nosotros anunciamos la resurrección de Cristo cuando su luz ilumina los momentos oscuros de nuestra existencia y podemos compartirla con los demás; cuando sabemos sonreír con quien sonríe y llorar con quien llora; cuando caminamos junto a quien está triste y corre el riesgo de perder la esperanza; cuando transmitimos nuestra experiencia de fe a quien está en búsqueda de sentido y de felicidad. Y ahí con nuestra actitud, con nuestro testimonio, con nuestra vida decimos Jesús ha resucitado, con todo el alma.

Estamos en los días de la Octava de Pascua –ocho días–, durante los cuales nos acompaña el clima gozoso de la Resurrección. Es curioso, la Liturgia considera la entera Octava como un único día, para ayudarnos a entrar en el misterio, para que su gracia penetre en nuestro corazón y en nuestra vida. La Pascua es el evento que ha traído la novedad radical para todo ser humano, para la historia y para el mundo: es el triunfo de la vida sobre la muerte; es la fiesta del renacer y de la regeneración. ¡Dejemos que nuestra existencia sea conquistada y transformada por la Resurrección!

Pidamos a la Virgen Madre, testigo silenciosa de la muerte y de la resurrección de su Hijo, incrementar en nosotros el gozo pascual. Lo haremos ahora con la oración del Regina Coeli, que durante el tiempo pascual sustituye la oración del Ángelus. En esta oración, marcada por el Aleluya, nos dirigimos a María invitándola a alegrarse, porque a quien llevó en su vientre ha resucitado como había prometido, y nos encomendamos a su intercesión. En realidad, nuestra alegría es un reflejo de la alegría de María, porque es Ella que ha cuidado y conserva con fe los eventos de Jesús. Recitamos pues esta oración con los sentimientos de hijos que son felices porque su Madre es feliz.

Traducción: RV