«No es un texto legalista» - Alfa y Omega

«No es un texto legalista»

El cardenal Medina Estévez, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos, explica los motivos que han llevado al Santo Padre a escribir un documento sobre el domingo, el día consagrado al Señor. Recuperarlo como tal tendrá mucho que ver con el vigor del cristianismo del tercer milenio

Jesús Colina. Roma

El 7 de julio pasado fue presentada en el Vaticano la Carta apostólica Dies Domini, de Juan Pablo II. En la santificación del domingo está en juego el futuro de la Iglesia, explicó monseñor Piero Marini, Maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, para dar a entender que la propuesta que plantea el Santo Padre no es simplemente un recordatorio de las actividades que no se pueden ejercer en el día del Señor. El texto toca aspectos esenciales del cristianismo, pues el vigor de la propia vida cristiana y la capacidad para remar contra corriente en nuestra sociedad consumista tiene mucho que ver con la manera en que se vive el domingo.

El recién creado cardenal Jorge Arturo Medina Estévez explica las razones que han llevado al obispo de Roma a escribir una Carta apostólica (el texto pontificio de mayor trascendencia después de una encíclica) sobre un tema que en muchos sectores de la sociedad parece un recuerdo del pasado: Este documento refleja la preocupación del Santo Padre por la disminución de la participación de los fieles en la santa Misa. Es una experiencia que tiene todo sacerdote. Si un sacerdote cuenta los fieles que están en la Eucaristía el domingo, puede que el grupo sea bastante numeroso; pero, si se pregunta cuántos no están, surge el interrogante: ¿Por qué los que no están no están?

No al legalismo

Se dan motivaciones de orden sociológico, por ejemplo la cultura del «week-end»; a veces, el trabajo en determinadas instituciones, que no se suspende el domingo, dificulta la participación en la santa Misa; pero, también, un enfriamiento de la fe, pues, cuando hay una fe profunda, el cristiano es capaz de hacer sacrificios grandes para participar, y se da cuenta de que para él es algo realmente importante.

Por este motivo —explica el cardenal Medina, máxima autoridad católica después del Papa en asuntos relacionados con el culto y los sacramentos—, el domingo es como el día que resume todo el pasado y el futuro en este mundo, que se orientan al gran futuro de la eternidad. Sólo en la perspectiva de la eternidad se entiende el valor del tiempo aquí en la tierra.

Con respecto a los deberes dominicales y a las eventuales actividades permitidas, el cardenal precisó que es difícil que una Carta apostólica pueda abarcar todas las diversas circunstancias en los distintos países. Se subraya, sin embargo, que se permiten todos los servicios públicos e, incluso, los productivos de las fábricas que trabajan en ciclo continuo.

No es un texto legalista, sino de una fuerte dosis de energía para los católicos que viven en una sociedad indiferente, donde la práctica religiosa está llegando a mínimos históricos.