Los obispos chilenos llegan al Vaticano con «dolor y vergüenza» pero poco arrepentimiento - Alfa y Omega

Los obispos chilenos llegan al Vaticano con «dolor y vergüenza» pero poco arrepentimiento

El Papa les recibirá en grupo durante tres días para cambiar su actitud en la lucha frente a abusos sexuales

Juan Vicente Boo
Fernando Ramos, obispo auxiliar de Santiago, y José Ignacio González, obispo de San Bernardo. Foto: REUTERS

Los 34 obispos chilenos han llegado al Vaticano con «dolor y vergüenza» por el encubrimiento de abusos sexuales y la falta de atención a las víctimas, pero poco arrepentimiento a juzgar por las declaraciones realizadas en nombre de todos por Fernando Ramos, obispo auxiliar de Santiago de Chile y secretario general de la conferencia episcopal, y Juan Ignacio González Errázuriz, obispo de San Bernardo y miembro de la comisión de prevención abusos.

En un encuentro con periodistas, ambos reafirmaron el deseo de «restablecer la comunión y la justicia», pero una y otra vez trataban de quitar importancia al encubrimiento de esos delitos por parte de varios obispos y la pésima atención a las víctimas en buena parte de los casos, especialmente por los prelados más altos de la Iglesia chilena.

Según el secretario de la conferencia episcopal, han llegado «con la profunda esperanza de que los encuentros con el Santo Padre nos permitan abordar estos asuntos tan graves con un espíritu de renovación y cambio». El Papa les recibirá a todos juntos a partir del martes por la tarde durante tres días.

Han venido todos los obispos diocesanos y auxiliares, así como tres eméritos, entre los que figura el cardenal Francisco Javier Errázuriz, quien era arzobispo de Santiago de Chile en la época de los peores abusos del sacerdote Fernando Karadima y ha sido acusado de encubrimiento por numerosas víctimas, incluidas las tres que fueron recibidas por el Papa en Casa Santa Marta a lo largo de seis días: el periodista Juan Carlos Cruz, el médico James Hamilton, y el filósofo José Andrés Murillo.

El cardenal Errázuriz a su llegada a Roma

El obispo Fernando Ramos ha reconocido que «si las víctimas siguen molestas es que no hemos hecho bien nuestro trabajo. Quizá tengamos que pedir perdón setenta veces siete».

Es significativo que los 34 obispos chilenos participantes en el encuentro hayan elegido como portavoces a dos prelados -Juan Ignacio González Errázuriz y Fernando Ramos- que no forman parte de ninguna las tres grandes «cordadas» del episcopado chileno, entre las que destaca la iniciada durante los diez años (1977 a 1988) en que Ángelo Sodano fue nuncio en ese país, y de la que forman parte los cuatro obispos seguidores del sacerdote abusador Fernando Karadima y acusados de encubrimiento de sus delitos.

En medios eclesiásticos chilenos se comenta que los cuatro prelados -Juan Barros, obispo de Osorno; Horacio Valenzuela, obispo de Talca; Tomislav Koljatic, obispo de Linares; y Andrés Arteaga, uno de los obispos auxiliares de Santiago de Chile- han presentado ya su renuncia al Papa y serán sustituidos en los próximos meses.

Una y otra vez, la reacción colectiva a los llamamientos del Papa desde el que formuló el pasado mes de enero en Santiago de Chile, ha dejado mucho que desear. Tan solo el comité permanente y, sobre todo, el presidente de la conferencia episcopal, Santiago Silva Retamales, obispo castrense, parecen haber comprendido la gravedad de lo que ha sucedido.

«Abusos de poder, sexuales y de conciencia»

Más de una vez, Silva Retamales ha tenido que publicar comunicados a título personal, acercándose a la terminología «abusos de poder, sexuales y de conciencia» como figura en los comunicados del Vaticano.

Aunque en Chile se da mucha importancia al relevo de obispos, la Iglesia de ese país necesita el cambio radical de actitud que les está pidiendo Francisco: escuchar a las víctimas y ayudarles a superar el trauma, reaccionar con energía frente a los abusadores, agilizar la denuncia a las autoridades, respetar la prioridad de las investigaciones policiales y judiciales, y tramitar enseguida los expedientes sancionadores, incluida la expulsión del estado sacerdotal.

Han ido también muy despacio en crear una cultura de la prevención en todas las parroquias, escuelas, hospitales, etc. de modo que tanto los padres como los alumnos sepan detectar los síntomas de abuso.

El modelo es la conferencia episcopal de Estados Unidos, que ha puesto en funcionamiento con la «Dallas Charter» el mejor sistema de prevención, detección y denuncia de abusos de menores en todo el mundo.

A lo largo de los próximos tres días, el Papa Francisco «compartirá sus conclusiones personales» a raíz del informe elaborado por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna después de reunirse con mas de sesenta víctimas de abusos en Chile, no solo de sacerdotes sino también de hermanos maristas.

Para la mayoría de obispos chilenos será la primera oportunidad de ver un cuadro general de los problemas de su país, que ellos mismos deberían haber sacado a la luz hace mucho tiempo.

El Papa, con los obispos chilenos, durante su visita a este país en enero

«Una víctima es siempre creíble»

El obispo de San Bernardo, una ciudad del área metropolitana de Santiago de Chile, compartió una lección clara aprendida a lo largo de los siete años que lleva en la comisión de prevención de abusos: «Una víctima es siempre creíble, especialmente cuando es menor de edad. La experiencia nos dice que las víctimas en general tienen la razón».

Estas palabras llegan en la víspera de la visita de los obispos chilenos que acudirán este martes a escuchar al Papa Francisco después de que les haya convocado en el Vaticano debido a su gestión poco transparente de los abusos a menores en este país.

Juan Ignacio González Errázuriz reconoció que «cuando empezamos a recibir información a muchas personas les creaba un «shock». No teníamos la preparación ni la capacidad de poder entender la gravedad del daño. Lo hemos ido descubriendo poco a poco. Por eso hemos cometido errores».

González Errazuriz, que ha escuchado a las tres víctimas de Karadima recibidas por el Papa y también a víctimas de los hermanos Maristas, asegura que los traumas duran toda la vida: «recuerdo el caso de un abuelo que me contaba lo que le sucedió a los seis años; recordaba todos los detalles…».

Aunque la conferencia episcopal es muy lenta en establecer mecanismos de ayuda y compensación económica: «No excluimos ninguna alternativa, incluida la compensación económica, pero tenemos que estudiar los mecanismos. En algunos casos ya se ha procedido así. Parte de la compensación ha sido económica».

Al obispo de San Bernardo le parece bien el proyecto de ley de imprescriptibilidad de estos delitos en el código penal, pues «la Santa Sede ha levantado la prescripción siempre, por decisión clara del Papa Benedicto y del Papa Francisco».

Tanto Fernando Ramos como Juan Ignacio González Errázuriz hicieron notar que el Papa ha pedido perdón por sus errores en este caso, pero sin recordar que los errores de Francisco se debieron a información falsa y falta de información por parte de los directos responsables.

Según Ramos, el Nuncio Ivo Scapolo «acaba de volver a Chile, después de algún tiempo aquí por razones personales». Es otro de los canales que tampoco funcionó correctamente, y que, igual que media docena de obispos, será probablemente relevado en los próximos seis meses.

El nuncio no participará en las reuniones con el Papa, que no excluyen encuentros personales de prelados que quieran decir algo a Francisco en privado.

Juan Vicente Boo / ABC