El compromiso - Alfa y Omega

Me ha escrito el obispo de Hyderabad para felicitarme la Pascua y enviarme fotos de la consagración de una iglesia. Me recuerda cuando nos detuvimos a tomar un té en el convento de las Sisters of the Holy Cross. No estaba en el programa… pero como para decirles que no. Ni entre siete hombres juntos –bishop Samson, padre Nico, padre Thomas, padre Halemba, Reinhard, John y yo– hay redaños para decirles que no a dos monjas. ¡Tela! Su idea de un té es la idea de un té de cualquier madre que siempre piensa que sus hijos están en edad de crecer: pastas y dulces para un regimiento. Se lo han quitado de comer: ¡Seguro! El grandullón del padre Thomas terminó con las miguitas de galleta de su plato con el dedo, una por una.

Sister Mariamm, la directora, nos ha maternalizado en dos minutos. Mira a la imagen de la Virgen, sonríe y ¡hala, a mandar! Nos ha enseñado dos cosas: los manteles con motivos religiosos que hacen las mujeres a las que cuidan, y que venden para sacarse un dinerillo, y el patio trasero de la casa. Un patio amplio y hermoso que compró su fundadora, sister María Beatriz –alemana, de Essen– y en el que querrían construir un centro en el que acoger a los niños que tienen que dejar el colegio, bien porque sus padres los manden a trabajar, bien porque «sean un poco más lentos». Saben que, si les enseñan un oficio, encarrilan sus vidas. También querrían poder alojar a las niñas abandonadas.

Subimos a la capilla a dar gracias. Vuelvo en el coche de bishop Samson. Mantuvimos una interesantísima conversación acerca de política, religión, moral y vida, aderezada con todo tipo de chascarrillos. En las dos horas de coche, el obispo me ha dado una catequesis acerca de la entrega, el amor a Dios y el amor de Dios. No sabría cómo ponerla por escrito. Solo puedo decir que siente su misión de obispo joven –tiene 54 años–, como una llamada a dedicar los próximos años de su vida a poner en práctica dos cosas: seguir los pasos de Jesucristo y acercarse a todos como a hermanos. «Vienen tiempos difíciles, duros, para los cristianos».

¿Cuántas equises y cuánto dinero estamos dispuestos a poner… cada uno?