¡Teresa, feliz cumpleaños! - Alfa y Omega

¡Feliz cumpleaños, Teresa! Te lo desean de corazón todos los que te han conocido y que por eso te aman: tus hijas e hijos, tu familia numerosa, que te reconoce como madre y maestra; los cristianos a los que tú les has hecho descubrir qué buen amigo es Jesús y cómo nos cambia la vida el hecho de aprender a estar con Él, con sencillez y amor, limitándonos a mirarlo a Él, que nos mira… Y te lo desean tantos hombres y mujeres que de ti han aprendido las dimensiones inexploradas de su humanidad, y su corazón se ha dilatado.

La vida que el Señor te ha dado no la has conservado para ti. Has aprendido a entregarla totalmente en sus manos, para que Él la hiciese suya, su don a la Iglesia y al mundo. Cuando menos te pertenecías, más te pertenecía Él, cuando más te dabas a Él tanto más Él te hacía partícipe de su vida.

¡Gracias, Teresa, por el don de esta vida gastada por nosotros! Gracias porque continúas acompañándonos con tu enseñanza y con tu discernimiento. ¡Gracias porque enciendes de nuevo y continuamente en nosotros la esperanza! A veces también nosotros, como Nicodemo, decimos: ¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Cómo es posible que el Señor nos transforme, nos renueve? Tú no has perdido nunca la esperanza y nos has enseñado a no perderla, porque Dios no deja a mitad de camino a los que están dispuestos a llegar a la meta, hasta la fuente de agua viva: «Es también necesario comenzar con seguridad de que, si no nos dejamos vencer, saldremos con la empresa; esto sin ninguna duda, que por poca ganancia que saquen, saldrán muy ricos. No hayáis miedo os deje morir de sed el Señor que nos llama a que bebamos de esta fuente. Esto querríalo decir muchas veces, porque acobarda mucho a personas que aún no conocen del todo la bondad del Señor por experiencia, aunque le conocen por fe. Mas es gran cosa haber experimentado con la amistad y regalo que trata a los que van por este camino, y cómo casi les hace toda la costa» (Camino 23, 5).

Gracias, por último, por tu buen humor, que nos devuelve a la verdadera proporción entre nuestra pequeñez y miseria y la inmensa grandeza de Dios!

P. Saverio Cannistrà
Prepósito General de los carmelitas descalzos