Humanae vitae: tan contestada como profética - Alfa y Omega

Humanae vitae: tan contestada como profética

La Universidad San Dámaso aborda la encíclica de Pablo VI a los 50 años de su publicación

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

«La encíclica Humanae vitae, de Pablo VI, fue una encíclica tan profética como contestada y criticada en el contexto eclesial del posconcilio Vaticano II», ha dicho el Antonio Prieto, Rector del Seminario San Pelagio, de Córdoba, al abrir la jornada de estudio El Misterio de la acción conyugal en la unión de naturaleza y gracia. Perspectivas abiertas a 50 años de Humanae vitae, organizada este jueves por la Universidad San Dámaso.

Concretamente, al documento de Pablo VI «se le acusó de ser difícilmente aplicable a la vida real de las personas», y de «abordar los temas de la moral conyugal desde una perspectiva muy teórica, alejada de los problemas concretos de los matrimonios».

Sin embargo, para el rector del seminario de Córdoba, «los debates teológicos posteriores a su publicación se centraron casi exclusivamente en el binomio ley-conciencia», de tal modo que «la conciencia, como referencia a la persona, fue absolutizada como principio moral», careciendo de «una perspectiva más amplia».

Prieto hizo asimismo un recorrido histórico de los antecedentes de la encíclica partiendo especialmente del documento conciliar Gaudium et spes 51, que recuerda que «la transmisión de la vida en el matrimonio no está función solo de criterios subjetivos, sino que se determina por criterios objetivos».

Y aludió también al papel que jugó el futuro Juan Pablo II en el documento firmado por Pablo VI: «antes de la publicación de la Humanae vitae, y en vista de la división de opiniones que se había producido en la comisión papal [creada por Juan XXIII para estudiar el tema de la contracepción], Karol Wojtyla, con un grupo de estudiosos polacos, preparó un documento contrario a la opinión de la mayoría de la comisión, conocido como Memorial de Cracovia. Este documento fue enviado a Pablo VI en julio de 1966, ya que monseñor Wojtyla, que era miembro de la Comisión Papal, no pudo asistir a sus sesiones, a causa de una prohibición expresa del gobierno comunista de Polonia».

En dicho documento, el futuro Pontífice afirmaba que «el cuerpo humano no puede ser identificado con la materia; es materia, pero tan vivificada por el espíritu que, a nivel antropológico, es irreductible a lo puramente material. De ahí que las expresiones corporales del hombre no respondan únicamente a un dinamismo biológico».

A esto se añadiría, en la posterior contestación a la Humanae vitae, otro elemento «de índole antropológica, por la carencia de una adecuada comprensión del hombre en Cristo», según Prieto.

Ya en los años posteriores al documento de Pablo VI, «las catequesis sobre la Teología del Cuerpo, que san Juan Pablo II desarrollara entre los años 1979 y 1984 de su Pontificado, constituirán un cuerpo doctrinal que ilumina, como verdadera clave hermenéutica, la enseñanza de esta importante encíclica», dijo el rector de Córdoba, quien durante su intervención recordó también la alusión del Papa Francisco a la encíclica en su entrevista a Il corriere della sera en el año 2014, señalando que la respuesta de Pablo VI «fue profética», y que «tuvo el coraje de posicionarse contra la mayoría, de defender la disciplina moral, de ejercer un freno cultural, de oponerse al neo-malthusianismo presente y futuro».