Osoro pide a los religiosos que olviden «los lloriqueos» y lleven a todos los hombres la alegría del Evangelio - Alfa y Omega

Osoro pide a los religiosos que olviden «los lloriqueos» y lleven a todos los hombres la alegría del Evangelio

Inauguró la 47 Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, que trabaja estos días sobre la cuestión de los jóvenes, el discernimiento y la vida consagrada

Fran Otero

La 47ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, que organiza el Instituto Teológico de Vida Consagrada, trabaja estos días sobre los jóvenes, el discernimiento vocacional y su relación con la vida consagrada. Jornadas de trabajo que buscan comprender un poco más a los jóvenes, aprender cómo Dios sigue llamando y cuáles son las dimensiones fundamentales de la vocación, y mostrar el don de la vida consagrada.

Este evento, que reúne a cientos de consagrados desde este jueves en el auditorio de la Fundación Pablo VI en Madrid, se inició con un vídeomensaje del Papa Francisco en el que pidió a los participantes que se dejasen de lamentar por tiempos pasados y mirasen adelante y continuó con la intervención del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, que lanzó varios desafíos a los religiosos para ser testimonio en medio del mundo y de los jóvenes. Les hablo de «desinstalación», de no sentirse propietarios de nada; de volver a Cristo, la fuente; y de salir a los caminos «mirando a los demás como hermanos». Y planteó también alguna que otra pregunta: «¿Cómo puedo provocar desánimo, desaliento, lloriqueo si he recibido la alegría del Evangelio».

En otra suerte de tríptico, el purpurado retomó algunas de las palabras más pascuales de las Escrituras para decir «Alegraos, no tengáis miedo e id y anunciad» y pedir coherencia con este mandato. En este sentido, pidió al auditorio atrevimiento «para no instalarnos en la comodidad, en el siempre se hizo así» y osadía «para llegar a todos los lugares donde están los hombre». A todos, repitió en varias ocasiones, tengan las ideas que tengan y se encuentren como se encuentren. Porque, concluyó: «No hay Pascua sin misión».

«La vida se acrecienta dándola. ¿Para qué hemos consagrado nuestra vida? ¿Para estar llorando? ¿Para decir aquí no viene nadie? Seamos listos hasta para resucitar, porque sino nos mantenemos en el sepulcro. Y la mejor manera de renovar nuestra vida es volver a la Resurrección. Llevemos la alegría del Evangelio a todos, a las periferias existenciales y geográficas», concluyó.

En la apertura de la semana también participaron la rectora de la Universidad Pontificia de Salamanca, Miriam Cortés; la presidenta de CONFER, Mariña Ríos; la presidenta de CEDIS, Vicenta Estellés; y el superior provincial de los Misioneros Claretianos, Pedro Belderrain. La primera destacó la «vitalidad» de la vida consagrada, al tiempo que, al hilo del tema de trabajo, dijo que los jóvenes viven en una sociedad difícil, donde los valores no aparecen por ningún lugar. En este sentido, reconoció que es muy importante «la esperanza y el ejemplo» que los religiosos pueden ofrecer.

Mariña Ríos habló de la necesidad de acompañar a los jóvenes y, en este sentido, reconoció que los consagrados deben reflexionar, ahondar y discernir. Es decir, escuchar a los jóvenes, pues comunican cuestiones tan interesantes como la diversidad, y permiten entrever el futuro del mañana: «Estamos llamados a dejarnos interpelar por ellos». También recuperó la idea de que los jóvenes necesitan figuras de referencia.

Belderrain, por su parte, recordó una frase pronunciada durante la visita del san Juan Pablo II a España en 1982, toda una declaración de intenciones: «En los últimos días he empleado bastante tiempo en intentar comprobar una cita y no lo he logrado. No renuncio a ello pero la comparto con ustedes poniendo en cuestión mi memoria. Creo recordar que fue el 3 de noviembre de 1982, en el saludo al Papa Juan Pablo II y a los miles de jóvenes españoles que se reunían con él en el estadio Santiago Bernabéu, cuando el Cardenal Vicente Enrique y Tarancón se dirigió a los reunidos con las siguientes palabras: “Jóvenes, no tengáis miedo de pedirnos cosas. Nunca nos pediréis más que las que nos pide Jesucristo”. La frase, sea del Cardenal o no, habla por sí sola».

Por último, tomó la palabra el director del Instituto Teológico de Vida Consagrada, que expresó el deseo de que los jóvenes, mirando a la vida consagrada, «puedan ver también a ese Cristo contemplativo, misericordioso y misionero que tantos otros han seguido bajo un carisma en la Iglesia y sientan el impulso de ganar la vida gastándola para los demás. Nada tan apasionante como poder hacer de puente para las próximas generaciones».

La jornada del jueves concluyó con la particular visión de Carlos Herrera, presentador de COPE, sobre la sociedad, los jóvenes y los medios de comunicación social. Y les lanzó un desafío: «Tenemos que utilizar todos los canales disponibles para llevar a la sociedad nuestro mensaje. Si no lo hacéis los religiosos, por vuestra humildad, dejadnos a los que queremos contarlo, que somos muchos».