La hermosura infinita del rostro de Cristo - Alfa y Omega

La hermosura infinita del rostro de Cristo

Hace unas semanas concluyeron los trabajos de restauración del retablo mayor de la catedral de Sevilla, que se iniciaron a principios de 2012. A lo largo de veintiséis meses, el equipo de restauradores ha empleado casi 60.000 horas de trabajo. «Se trataba, nada menos, que de restaurar el mayor retablo de la cristiandad, y tal vez el mejor retablo del gótico mundial, que ahora ha retornado a su esplendor original», escribe monseñor Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla

Juan José Asenjo Pelegrina
Testimonio de los delicados y minuciosos trabajos

Refieren las Actas del Cabildo sevillano que fue el 8 de julio de 1401 cuando la institución capitular, dado el precario estado de conservación de la antigua mezquita almohade, como consecuencia del terremoto acaecido en 1356, decidió construir el actual templo catedralicio, durante décadas el más grande de la cristiandad. La tradición oral sevillana atribuye a los canónigos esta decisión:

«Hagamos una iglesia tan hermosa y tan grandiosa que los que la vieren labrada nos tengan por locos». Lo cierto es que el acta capitular de aquella fecha deja consignado que la nueva iglesia debía ser «una tal y tan buena, que no haya otra su igual».

Calvario que remata el retablo de la catedral de Sevilla, con el Cristo del Millón

Algo parecido debieron pensar los canónigos del último cuarto del siglo XV, cuando encargan el retablo mayor. Fue tallado en dos épocas: entre 1481-1526 y 1550-1564. Mide 37,8 metros de altura y 20,10 metros de ancho. Por tratarse de una obra colosal, fue necesario que en ella participaran varios escultores. Comenzaron su diseño y tallado los hermanos Jorge y Alejo Fernández, que labraron las imágenes de la viga del retablo. Entre 1481 y 1526, trabajaron en la parte central Pyeter Dancart, Pedro Millán y Maestre Marco, con sus respectivos talleres. Entre 1550 y 1564, tallaron las imágenes de los cuerpos laterales Roque de Balduque, Pedro de Heredia, Bartolomé Ortega, Andrés López del Castillo, Gómez de Orozco y Juan Bautista Vázquez el Viejo, entre otros.

Un momento de los trabajos de restauración

Este retablo singular, como todos los retablos de nuestras catedrales e iglesias, nació con una finalidad catequética y evangelizadora. Pero fue labrado, sobre todo, con una finalidad doxológica, para la alabanza y la glorificación de Dios. Nuestro retablo canta las maravillas obradas por Dios en la naturaleza, en la Historia y en nuestra propia vida, especialmente el amor y misericordia que se nos ha manifestado en Jesucristo. Por ello, porque busca la gloria de Dios, que siempre merece lo mejor, es una obra perfecta, de una hermosura deslumbrante, como hemos podido comprobar los que hemos tenido la suerte de ascender por los andamios durante su restauración. Pero el programa iconográfico de nuestro retablo -que abarca la entera Historia Sagrada del Antiguo y Nuevo Testamento e, incluso, el tiempo de la Iglesia- pretendía ser también la Biblia pauperum, la Biblia en madera y en oro para que los iletrados, que entonces eran la mayoría, conocieran de forma plástica y bella la Historia de la salvación. Se buscaba también que el espectador, a través de la via pulchritudinis, desde la belleza material, pudiera entrever y balbucear la infinita belleza de Dios.

Prendimiento de Jesús y Flagelación, después de la restauración

Grandiosidad y armonía

Personalmente, me emociona la contemplación del conjunto. Me impresiona su grandiosidad y armonía, a pesar de que una parte de la obra fue tallada en la segunda mitad del siglo XVI.

Los cuarenta y cinco grandes relieves, con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, son de una plasticidad y hermosura sobrecogedoras. Si tuviera que escoger uno de ellos, me inclinaría por el relieve de la Asunción de la Virgen, situada en el centro del segundo cuerpo. A la belleza de la composición, se suma la unción religiosa que trasluce la escena y la alegría y el amor que delatan los rostros de los apóstoles y de los ángeles hacia la Madre de Dios, que asciende a los cielos en cuerpo y alma.

Prendimiento de Jesús y Flagelación, antes de la restauración

De gran hermosura es también la imagen de la Virgen de la Sede situada en la parte más baja del retablo, en el centro del banco. Datada en el siglo XIII, de probable origen vasco navarro, está seguramente ligada a la reconquista de la ciudad.

Particularmente bello es el Calvario que remata el retablo. Se trata de una obra imponente, datada en el siglo XIV. El Crucificado, conocido como Cristo del Millón, sin que se sepa la razón de este apelativo, es de estilo gótico y recuerda a algunos Cristos traídos a Castilla por los monjes cluniacenses, que luego fueron obispos de las sedes reconquistadas. Las tallas de la Virgen y de San Juan evangelista reflejan el sereno dolor de quienes, con suprema fidelidad, permanecen junto a la Cruz de Jesús hasta el final. Estilísticamente, evocan la escultura castellana de la época. Las tres piezas eran conservadas por el Cabildo sevillano, que en los compases finales de la hechura del retablo decidió que fueran el más digno remate de la obra.

Expulsión de los mercaderes del templo. A la derecha: Resurrección de Lázaro

Los trabajos de restauración

Pero volvamos a la restauración: como tarea previa, a veces también de forma simultánea, se ha realizado una exhaustiva labor de documentación de su estado de conservación, de los materiales empleados en su hechura y otros aspectos reseñables. Esta investigación ha puesto de manifiesto la variedad de materiales y técnicas empleadas durante las distintas etapas de su ejecución. En la restauración propiamente dicha, se ha seguido un criterio de estricta conservación, pero a la vez procurando la recuperación de los valores estéticos y artísticos ocultos bajo gruesas capas de estratos oscurecidos y desvirtuados por erosiones, fallos y repintes. Se han consolidado también elementos desprendidos y se han rescatado otros desaparecidos.

Sepultura de Jesús, antes y después de los trabajos de renovación del retablo

Para la recuperación de los colores originales y del dorado oscurecido por el polvo y las capas de estratos acumulados, se ha empleado un procedimiento moderno, como es la energía fotónica (radiación láser). Así han podido ser eliminadas las superposiciones, sin alterar ni dañar las superficies originales.

Todo esto ha supuesto un trabajo delicado y minucioso, al aplicar este método de limpieza, milímetro a milímetro, sobre una superficie tan grande.

Para facilitar la intervención, en el trasdós del retablo se ha instalado una estructura de acero inoxidable que ha permitido el desarrollo del trabajo, y que se mantendrá para realizar más fácilmente las revisiones periódicas. En esta zona oculta se ha efectuado también una protección preventiva antixilófagos.

Detalle de ángeles, antes y después de la restauración

Una particularidad de la restauración del retablo catedralicio sevillano son las visitas guiadas para que estudiosos y personas interesadas pudieran comprobar la calidad excepcional de las imágenes, a la vez que los expertos explicaban el proceso de la restauración. Para ello, se instaló un ascensor por el que subían los visitantes a un espacio de exposición a una altura considerable.

Los visitantes que han contemplado tanta maravilla han superado casi los cinco mil.

Virgen de la Sede (siglo XIII), seguramente ligada a la reconquista de la ciudad

De la mano, hasta Dios

La restauración del retablo de la catedral de Sevilla, coordinada por la doctora Teresa Laguna Paúl, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla y conservadora de Bienes Muebles de la catedral, se ha financiado con los ingresos de la visita turística a la catedral, y ha ascendido a un total de 1.622,601 euros, que se han ido pagando a lo largo de la restauración.

Un grupo numeroso de restauradores, historiadores, aparejadores, químicos, biólogos, ingenieros, fotógrafos, dibujantes y electricistas, todos agrupados en la empresa Ágora, han llevado a cabo con sabiduría y entusiasmo este exigente trabajo.

Jesús entra en Jerusalén

El enorme andamio que cubría todo el retablo está siendo desmontado. La inauguración de la obra restaurada tendrá lugar, probablemente, en torno a la próxima solemnidad del Corpus Christi.

Dios quiera que la recuperación de esta obra grandiosa por sus dimensiones y su hermosura esplendente sirva para cumplir también sus finalidades primigenias: en primer lugar, la alabanza y glorificación de Dios. Ojalá sirva, además, para redescubrir las potencialidades catequéticas de esta obra maravillosa, que tan útil puede ser en la transmisión de la fe en el marco de la nueva evangelización.

Asunción de la Virgen María

Dios quiera, por fin, que ayude a descubrir a quienes han abandonado la fe, o nunca la han tenido, la hermosura infinita del rostro de Cristo resucitado, pues la belleza del arte cristiano es, como nos dijera san Juan Damasceno, como un lazarillo «que nos lleva de la mano hasta Dios».