Enterrar cristalitos - Alfa y Omega

Cuando era pequeña veraneábamos en un pueblo de la sierra de Ávila. Mientras los demás niños jugaban por el campo, me gustaba recoger cristalitos, que nunca faltaban, y enterrarlos. Psicológicamente no sé qué interpretación se le puede dar a esta afición.

Me recuerda el cuento de Hansel y Gretel. Los dos hermanos quedan solos y abandonados en el bosque sin rastro de sus padres y Gretel empieza a llorar. Hansel la consuela diciendo: «He ido dejando trocitos de pan a lo largo del camino. Solo tenemos que esperar a que salga la luna y veremos el camino de vuelta a casa».

En la vida nos vienen momentos de oscuridad. Nos sentimos perdidos por la irrupción en nuestra historia de acontecimientos desestabilizantes: enfermedades, crisis afectivas, ruinas económicas, muertes, divisiones, abandonos, desprecios…

Cuando algo de esto me ha ocurrido, he tenido que echar mano de esos cristalitos que están escondidos en el campo de mi historia personal, y desenterrarlos. Ellos han seguido guiando mi camino como pequeñas luces de estrellas en una noche oscura, me han permitido encontrar de nuevo el equilibrio, regresar a casa.

Mis lucecitas tuvieron siempre que ver con una presencia fuerte de amor de Dios o de los hermanos, que me llegó en el momento necesario, invitándome a un nuevo modo de vivir y dándome una esperanza que luego ha ido creciendo día a día mediante la confianza.

Intervención creadora y dinámica en mi vida. Experiencias de amor que, encarnadas en mi historia, permanecen en constante apertura con nuevas interpretaciones y realizaciones ante situaciones concretas.

Esto significa que el ayer de mi vida no se ha perdido, que los cristalitos guardados han florecido en luces de eternidad.

¿Cuáles son tus cristalitos, lucecitas, miguitas de pan, tus fuertes experiencias de amor de Dios o de los hermanos?