La oración del peregrino - Alfa y Omega

La oración del peregrino

José Francisco Serrano Oceja

Los salmos son Escuela de Revelación y, en no menor medida, Escuela de oración. Y si en la Escuela de los salmos nuestro maestro glosador es una personalidad de tanta hondura teológica, espiritual e intelectual, sabiduría al fin y al cabo, como Romano Guardini, esa Escuela se nos hace más fácilmente vida, porque la Escuela es para la vida. ¿Acaso la variedad de los salmos no es reflejo y espejo de la variedad de la vida, de la variedad de las situaciones en las que el hombre se relaciona con Dios? Muestra de ello son las seleccionadas temáticas dominantes con las que nos encontramos en esta exégesis existencial de los salmos que nos propone el maestro muniqués.

Propongo un método de lectura de este libro: acompañar cada capítulo de esta exégesis existencial con otro, paralelo, del libro de Guardini La existencia del cristiano. Así descubriremos que cada versículo de los salmos que comenta se convierte en una oportunidad de ofrecer una razón de vivencia en Dios y en Cristo.

No debemos olvidar el papel que los salmos representan en la vida espiritual de los cristianos. No hace falta citar, por ejemplo, las Enarrationes in Psalmos de san Agustín. Romano Guardini hace posible, por tanto, que esta Escuela de los salmos, que lo es de vida interior, se convierta en alimento espiritual y así facilitar una práctica común en generaciones de cristianos que han apuntalado su vida de fe y su vida en el mundo sobre la memoria de los salmos. Como decía un anciano sacerdote, en la vida de todo hombre debe haber un campanario; y en la memoria de todo hombre deben estar esculpidos, al menos, cinco salmos que sirvan, en todo momento, de compañía de vida.

Aparentemente, la temática de estas meditaciones teológicas es variada. Pero el lector, a medida que se deja llevar por esta joya espiritual, va descubriendo una unidad profunda. ¿En dónde radica esa unidad? Hagamos cuenta: Crecimiento y camino, salmo1; El Dios viviente, salmo 113; Júbilo por le rey, salmo 95; La creación del mundo, salmo 103; La alabanza del mundo a Dios, salmo 148; El conocimiento de Dios, salmo 138; Los cuidados de pastor de Dios, salmo 22; La voz del Señor, salmo 28; El anhelo de Dios, salmo 62; El temor del Señor, salmo 110; Caducidad de la vida, salmo 89; Lo oscuro en el corazón del hombre, salmo 136; y Cobijo en Dios, salmo 90.

La unidad estriba en que el hombre que recita los salmos es un hombre en camino. Si alguien dice, yo ya soy cristiano, no estoy en camino, habría que preguntarle qué significa para él ser cristiano. Cuando Pablo, en su carta a los Romanos, dice que el hombre nuevo en nosotros, «que reproduce la imagen de su Hijo» (cf. Rm 8, 29), tiene que penetrar primeramente a través del hombre viejo, rebelde y confundido, nos está invitando a hacer un camino interior en el que los salmos se convierten en ecos de ese itinerario. En cada salmo que pronunciamos, no sólo se revela Dios, que nos conduce a la salvación: nos revelamos a nosotros mismos.

La sabiduría de los salmos
Autor:

Romano Guardini

Editorial:

Desclée de Brouwer