Un Papa alegre - Alfa y Omega

En el quinto aniversario de la elección de Francisco, su colaborador mas cercano ha dicho: «La característica fundamental de este pontificado es la alegría». Según el secretario de Estado, Pietro Parolin, «sus documentos mas importantes como La alegría del Evangelio –que es programático–, La alegría del amor, e incluso indirectamente Laudato si, invitan siempre a la alegría».

Cualquier persona que se acerca al Papa nota esa alegría, que nace de sentirse infinitamente amado por un Padre misericordioso dispuesto siempre a perdonar. Es la alegría serena del pecador perdonado, en contraste con la perpetua amargura de quien no pide perdón o no perdona. O, peor todavía, de quien se estruja la cabeza buscando razones para no perdonar.

Al cabo de cinco años, la alegría visible del Papa ha dinamizado a los cristianos y cautivado al mundo. Pero no es una alegría ingenua, pues Francisco tiene otra faceta menos conocida: la de teólogo e intelectual. Desde hace 25 años, sus abundantes escritos revelan un pensador maduro, enraizado en filósofos creativos como Alberto Methol Ferré, teólogos como Romano Guardini o Hans Urs von Balthasar, y fundadores de grandes movimientos del siglo XX como don Luigi Giussani.

Este perfil sale a la luz en un libro reciente: Jorge Mario Bergoglio: Una biografía intelectual, del profesor Massimo Borghesi de la Universidad de Perugia, complementario de otras biografías imprescindibles como la de Austen Ivereigh El gran reformador.

Pero el observador más cercano y cualificado de la teología de Francisco es el Papa emérito. Y precisamente Benedicto XVI confirmó en una carta del 7 de febrero al secretario de Comunicación del Vaticano, Dario Viganò, la importancia de salir al paso «del prejuicio tonto de quienes consideran al Papa Francisco un hombre práctico sin especial formación teológica o filosófica». Aplaudiendo la colección La Teología del Papa Francisco de la Librería Editorial Vaticana, Benedicto XVI escribe que «los once pequeños volúmenes demuestran que el Papa Francisco es un hombre de profunda formación filosófica y teológica; y ayudan, por tanto, a ver la continuidad interior entre los dos pontificados al margen de las diferencias de estilo y temperamento».

En su biografía de Francisco de Asís, G. K. Chesterton le considera continuador de otro gran santo, pues los tesoros espirituales «que san Benito acumuló en el granero, Francisco los esparció por el mundo como semilla». El tándem se repite.