«El crucifijo no es un adorno» - Alfa y Omega

«El crucifijo no es un adorno»

Durante el rezo del Ángelus, el Papa dirige un recuerdo especial a los pacientes de la Casa Alivio del Sufrimiento en San Juan Rotondo, fundada por el padre Pío, que visitó en la víspera

Ricardo Benjumea

En el pasaje evangélico de hoy, Jesús «nos invita a dirigir nuestra mirada hacia el crucifijo, que no es un objeto ornamental o un accesorio de vestir –¡a veces abusado!– sino un signo religioso que hay que contemplar y comprender». «En la imagen de Jesús crucificado –prosiguió el Pontífice– se revela el misterio de la muerte del Hijo de Dios como supremo acto de amor, fuente de vida y salvación para la humanidad de todos los tiempos».

Jesús explica el significado de su muerte y resurrección, y «quiere hacer comprender que su vivencia extrema –muerte y resurrección– es un acto de fecundidad, que dará mucho fruto para muchos. De esta manera se compara a sí mismo con el grano que muere en la tierra y genera vida nueva».

«Con la Encarnación Jesús ha venido a la tierra; pero esto no basta: Él debe también morir, para rescatar a los hombres de la esclavitud del pecado y donarles una vida nueva reconciliada en el amor», explicó Francisco.

También hoy los cristianos estamos llamados a la ley pascual y a la caridad activa. «Este dinamismo del grano de trigo, que se cumple en Jesús, debe realizarse también en nosotros sus discípulos: estamos llamados a hacer nuestra la ley pascual del perder la vida para recibirla nueva y también eterna».

«¿Y qué significa perder la vida?», preguntó el Papa. «Significa pensar menos en sí mismos, en los intereses personales y saber ‘ver’ y salir al encuentro de las necesidades de nuestro prójimo, en especial de los últimos. Cumplir con alegría obras de caridad hacia cuantos sufren en el cuerpo y en el espíritu es el modo más auténtico de vivir el Evangelio, es el cimiento necesario para que nuestras comunidades crezcan en la fraternidad y en la acogida recíproca».

Tras el rezo del Ángelus, el Papa hizo alusión a su peregrinación a Pietrelcina y San Giovanni Rotondo, recordando especialmente a las personas con las que se encontró en la Casa Alivio del Sufrimiento en San Juan Rotondo, fundada por el padre Pío.