Apretar la mano - Alfa y Omega

Un canto al amor y a la solidaridad es lo que cada día intentan vivir los voluntarios que sirven a los necesitados en el comedor Ave María. Lo cuenta una de las voluntarias, Esperanza:

«Llevo 15 años tendiendo la mano a aquellos que, tirados al borde del camino, se acercan a nosotros buscando un poco de calor humano y algo que llevarse al estómago. Con mucha sencillez, los que seguimos dando vida a la obra iniciada por san Simón de Rojas hace 400 años queremos decirle a la sociedad que merece la pena dedicar tiempo a atender a aquellas personas que no cuentan o son despreciadas porque a veces molestan cuando caminamos por la calle; que merece la pena sonreír a aquellos que nadie sonríe; amar a los que casi nadie quiere; apretar la mano a ese que la dureza de la calle le ha dejado sin fuerzas para caminar, hacer vida el Evangelio de Jesús mirando a los ojos a tantos hombres y mujeres, jóvenes y mayores, hambrientos de pan y de cariño.

Siento una gran alegría al entregar a los demás mi esfuerzo y al compartir el padecimiento de aquellos que, con mirada triste, te dicen que te necesitan para abrir en su vida una ventana de esperanza por la que entre un rayo de luz que deshiele el frío que la noche ha dejado impregnado en sus huesos.

Quiero ser portadora de alegría y esperanza; por eso mi actitud es siempre positiva, nunca recriminadora ni tosca, abro mi corazón a todos y así me siento instrumento de Dios en medio de este mundo. De nada servirían los miles de desayunos y bocadillos servidos que sacian el hambre sin la cercanía de nuestro más auténtico amor. Sin una autentica entrega, nuestra dedicación sería mera fachada y solo serviría para aumentar el estado de penuria moral de quienes necesitan nuestra verdad

Si quieres que tu felicidad sea mayor y tu seguimiento de Jesús más auténtico, no mires para otro lado cuando alguien desarropado, cansado o tirado se cruza en tu camino. Tiende tu mano y convierte tu vida en un canto de amor para que el otro se levante y contigo pueda volver a sonreír porque se siente querido».