Confía y ten calma - Alfa y Omega

Escribo mi columna inspirada en un texto de Elena Casielles: Al borde del desierto. Allí donde no sirven los mapas se impone confiar… en una mano, en una intuición, en una estrella. Me lo repito interiormente como un mantra, cuando me toca acompañar situaciones al límite, de difícil solución o por lo menos no inmediata, como me ha sucedido en varias ocasiones esta semana. Otro de mis textos preferidos cuando así sucede es Confía y ten calma, de Edith Stein y recreado por monseñor Agrelo, referido a los campamentos de Beliones, cuando son saqueados por las fuerzas auxiliares de Marruecos o esperan el momento oportuno para preparar un salto a la valla. Porque en las periferias, además de la resiliencia y la rebeldía, se impone la confianza como recurso de supervivencia.

Me lo recordaba hace unos días Abdul, uno de nuestros huéspedes, acogidos en casa durante la crisis de la campaña del frío. Ahora que por fin ha conseguido plaza en un dispositivo viene a vernos a menudo y la lengua se le ha soltado, así como la sonrisa. Poco a poco nos va contando su viaje desde Costa de Marfil…la muerte de uno de sus compañeros en el camino, la devolución y la violencia en las fronteras de Argelia y Marruecos, los dos saltos fallidos, hasta que, al final, en una zódiac, llegó desde Tánger a Motril, donde se les negó toda ayuda humanitaria y le dejaron, junto a otras 25 personas, en la estación de autobuses de Granada con un billete para Madrid.

Con sus apenas 25 años cuenta que, en los momentos más duros, para que no le pudiera el miedo o la tristeza, ponía todo el esfuerzo de su memoria y su corazón en recordar todas las personas, que sin conocerle, le habían ayudado por el camino y toda la gente, que desde su pueblo, esperaban que llegara a Europa, sobre todo su madre viuda y sus hermanos pequeños.

Y yo en semanas difíciles como esta miro con perplejidad y admiración a mi joven y nuevo amigo filósofo, que ha venido desde Costa de Marfil a nuestra casa para recordarnos la verdad más elemental que en esta parte del mundo olvidamos: que la vida no la podemos dar por supuesto, que es un milagro y que hay que confiar y tener calma.