Retorno a lo esencial - Alfa y Omega

Retorno a lo esencial

Maica Rivera
Foto: AFP Photo/Joseph Eid

Esta joyita literaria se presentó en Madrid el pasado lunes como «una flor rara, libre, heterodoxa», apenas clasificable en lo que acaso podríamos denominar prosa poética. Porque es haciéndose literalmente único en su género como Jesús Montiel redacta estas Notas a pie de instante de lo cotidiano. Se pronuncia el niño, el esposo, el padre. Medita el hombre desde el silencio recogido, desde la soledad gozosa de la creación. Habla, más que canta, el poeta. Comienza recordándose a sí mismo como un tímido escolar que conversa con los árboles en el patio del colegio («Las primeras ramas que trepé fueron los brazos de mi madre»); después como un adolescente que escribe sobre una mesa improvisada por su abuelo en el cuarto de los aperos, a esa edad en la que «uno sueña con grandes cosas», y así las primeras páginas son una declaración de intenciones en las que cita, nada gratuitamente, a Anne Frank («No veo la miseria que hay, sino la belleza que aún queda»). Siguen impresiones matutinas ya en el tiempo presente de su treintena, sensaciones de fin de jornada laboral, del conducir a casa de regreso del trabajo con Bach de fondo y la luna por compañera. Breve, conciso, a fogonazos. Ora, se confiesa, sobre la marcha, sobre el terreno, lejos de imposturas. Y vislumbra el ángel detrás del niño que cruza la carretera. Explorando su vínculo con lo sagrado, dinamita la rutina con un lenguaje depurado, la hace saltar por los aires a cámara lenta y eleva la anécdota de la noche en la autovía a epifanía.

Nos deja con la boca abierta y la sonrisa puesta al término de su batalla personal contra la bisutería espiritual que gana por goleada al más puro estilo del profesor C. S. Lewis, a través de un hermoso viaje autobiográfico tan ligero de equipaje que hoy haría aplaudir al mismísimo Juan Ramón Jiménez. Lejos del fácil postureo que actualmente nos abarrota demasiadas estanterías de libros insoportables de autoayuda, infames coelhadas y pésimos manuales con el subtítulo de mindfulness, el autor nos advierte de que «lo difícil de vivir es vivir dándonos cuenta», y honra como debe hacerse la tradición mística oriental, de donde parece provenirle directamente, por ejemplo, el imaginario de pájaros que puebla sus escritos, e incluso creemos verle descubrirse ante Khalil Gibrán con sus sencillas alegorías («El mal es un niño que juega a ser Dios y acaba matándose»). Es un gusto leer la fluidez novelística con que pone alas a sus pensamientos más condensados que, entre el koan y el haikú, parecen sucederse con la secreta ambición de llenar los vacíos de nuestra modernidad kafkiana.

Al servicio de tan buena causa Montiel desnuda su corazón sin pudor y destila el sentimiento, desmarcándose en lo poético de todo feísmo, y del escapismo, en aras del (auto)conocimiento, sin perder en el trayecto la capacidad infantil de asombro. Hace nuevo lo clásico y clásico lo nuevo, en una oda serena del día a día: «Estar delante de un milagro y no verlo, eso pasa a diario», nos previene. Sus aforismos que nos interpelan son las cuentas de un rosario que hacen de la escritura el oficio más noble: el de dar al amor, «que llena el día de momentos cruciales», el lugar que le corresponde a través de la palabra exacta.

Notas a pie de instante
Autor:

Jesús Montiel

Editorial:

Esdrújula