Ginés García Beltrán, obispo electo de Getafe: «La Iglesia y la sociedad necesitan pastores cercanos» - Alfa y Omega

Ginés García Beltrán, obispo electo de Getafe: «La Iglesia y la sociedad necesitan pastores cercanos»

El próximo martes, 27 de febrero, se cumplen ocho años de la ordenación episcopal de Ginés García Beltrán en Guadix. Unos días antes, este sábado, en el cerro de los Ángeles y ante el Sagrado Corazón de Jesús en Getafe, tomará posesión de la segunda diócesis que un Papa le encarga pastorear. Llega con los brazos y los oídos abiertos para encontrar y escuchar la vida de la Iglesia del sur de Madrid, con la intención de incorporarse al caminar de una diócesis de tan solo 26 años

Fran Otero
Ginés García Beltrán, durante la entrega de los premios ¡Bravo!. Foto: CEE

Llega a una diócesis muy joven y urbana desde una antigua y rural.
Es un hecho objetivo. Pero quiero pensar que, a pesar de las diferencias y circunstancias, a las que me tendré que adaptar, el corazón del hombre es igual en Guadix que en Getafe. Y mi misión es anunciar el Evangelio y ayudar a los hombres. En un mundo tan globalizado todo se iguala y las aspiraciones de los hombres y las mujeres son similares en todos los lugares. Mi intención es encontrarme con toda esta gente que también espera la Palabra de Dios.

Tomará posesión en el cerro de los Ángeles, un lugar muy significativo dentro y fuera de la diócesis.
Es un lugar muy emblemático. El Corazón de Jesús es una presencia muy real en la diócesis desde su nacimiento. Es un centro de irradiación espiritual y, por eso mismo, también evangelizador.

¿Cómo será su gobierno pastoral?
Voy a ver, a escuchar… Como ya he dicho en otra ocasión, conmigo no empieza nada ni conmigo terminará nada. Me incorporo al camino de una Iglesia que tiene una corta tradición, pero mucha vida. Son 26 años de existencia, con un grupo de sacerdotes muy numeroso y bueno, con muchos consagrados y, por supuesto, con un pueblo de Dios fuerte y grande. Luego, evidentemente, aparecerá mi propio estilo. Ahora mismo voy a aprender.

¿La primera tarea?
La primera tarea es conocer, visitar las parroquias, los arciprestazgos… Y poner rostros. Esto es muy importante, porque muchas veces hablamos de evangelización y de otras muchas cosas pero desde despachos. Hay que poner rostro, ver cómo vive la gente, cómo sienten, cómo creen, para que cuando tengas una palabra que decirles, siempre vaya dirigida a cada uno. Poner rostro a la evangelización es fundamental.

¿Qué rescataría de su etapa como párroco para encarar este nuevo encargo pastoral?
Se rescata porque no se ha perdido, porque Guadix es una ciudad pequeña y allí era como un párroco grande y, por tanto, esas características no las he perdido. Creo que es importante ser un obispo párroco, que dinamiza, anima, acompaña, escucha y siente a su pueblos, que es una referencia moral. Ese párroco que todos hemos tenido y que nos ha hecho tanto bien, esa figura de pastor cercano que nos hace tanta falta en la sociedad y en la Iglesia.

Donde hay tanta gente herida…
Tengo la impresión, sin conocer la diócesis, de que en esa zona sur de Madrid hay tanta gente sin ninguna referencia de Dios ni de la Iglesia. Hay mucho por hacer: tendremos que cuidar nuestras comunidades, animarlas, pero también salir a los caminos, a los cruces y encontrarnos con tanta gente que está esperando una palabra, con tanta gente sola, a la que nadie escucha. Es un reto y una aventura evangelizadora preciosa.

¿Hay algún obispo en el que se mire?
Me marcó mucho la figura del obispo Rosendo Álvarez Gastón, del cual fui vicario general siete años. Su estilo, su espíritu, su santidad… Muchas veces, cuando hago algo o tomo alguna decisión, enseguida descubro cómo me ha marcado el buen hacer y el estilo de don Rosendo. En la actualidad, hay mucho obispos a los que tengo una gran admiración. Mirar a los hermanos siempre es una garantía de ir por buen camino, el camino de la comunión, de la colegialidad.

¿Y el Papa? Dicen que es uno de los hombres del Papa en España.
Cuando dicen eso siempre contesto que soy del Papa Francisco y que fui de Benedicto XVI, al que tengo una gran admiración, como por el santo Papa Juan Pablo II. Y cualquiera que me conozca sabe que soy un grandísimo admirador de Pablo VI. Estoy feliz por que este año pueda ser santo. En definitiva, no cabe duda de que seré siempre del Papa y este [por Francisco] es un regalo y un don para la Iglesia del Señor.

¿Cómo es de importante que un obispo promueva la comunión?
El obispo tiene un carisma de totalidad y, por tanto, es obispo de todos. Su misión es la de aunar carismas, estilos e incluso tendencias teológicas que marcan la vida pastoral. Al estar en ese filo, puede haber gente que piense que está más escorado hacia un lado o el otro, pero creo que, a medio plazo, esta posición se agradece. Hay ámbitos de una diócesis en los que crear unidad es especialmente importante: la unidad del presbiterio; que los religiosos sientan que también soy su obispo y no distingan entre la Iglesia del carisma y la Iglesia de la institución; la unión de las distintas sensibilidades… Hay que estar con todos y esto no deja de plantear riesgos e incomprensiones, pero es un camino que nos lleva a la unidad, a la comunión, y por el que tenemos que pasar. Tiene mucho de martirio, de ir dejando la vida en medio de la incomprensión.

Hace poco, en la diócesis a la que llega, fue nombrada una mujer como responsable de las finanzas. ¿Es la hora de los laicos y, entre estos, de las mujeres?
Los laicos no son importantes en la Iglesia porque falten curas, son importantes y fundamentales por el Bautismo. Y aquí no hay divisiones entre hombres y mujeres. El papel de la mujer es fundamental: ahí está la Virgen Santísima y tantas mujeres… Yo me alegro de que el papel de la mujer en la Iglesia sea cada vez más visibles y puedan acceder a puestos de responsabilidad. Me parece muy bien que sea canciller, responsable de los asuntos económicos o desempeñe otras tareas.