El otro. Los otros - Alfa y Omega

¿Miramos a la cara a nuestros colegas, jefes, colaboradores? Son personas. Son el otro. Un otro que se nos aparece inicialmente con su rostro, la parte del cuerpo más desnuda y más expuesta a la mirada, y cuya expresión debemos descifrar. El rostro nos ofrece una imagen privilegiada de nuestros semejantes: en él se inscriben todos los movimientos de la subjetividad. Del rostro emana toda la interpelación de las personas. Los semblantes, marcados por las expresiones, nos convocan a una actitud de absoluta responsabilidad por ellos. ¿Miramos a la cara de la gente cuando vamos por la calle?

Cada rostro nos habla de una historia, de una experiencia. Por eso no acepta la reducción de su identidad, no permite que se le convierta en objeto. El otro siempre es persona. Por eso, el instante privilegiado de la confrontación con el rostro del otro nos reclama la máxima autenticidad y la más extrema responsabilidad. Tenemos la obligación moral de sostener la mirada del otro y dirigir la propia hacia su rostro, que es su marca singular, la expresión de su esencia y de la forma en que capta y aprehende la realidad, una realidad sobre la cual yo no tengo ningún dominio y que se muestra como lo que es: una piel que no está protegida por nada.

El rostro es la parte más inaccesible del cuerpo… y la más vulnerable.

¿A qué viene todo esto? En una sesión de trabajo acerca del talento para dirigir personas he tenido que manejar una dificultad no esperada: el respeto a lo profundo de los individuos. La corrección política: la estética, convertida en cosmética, se comía a la moral (¡vale ya de llamarla ética!). ¿Juego de palabras?

Tenemos la responsabilidad de velar por el otro, porque es nuestro prójimo, es decir, debemos cuidarle, apoyarle en su desvalimiento, perceptible en las marcas que se reflejan en la piel desnuda y evidente del rostro. Es una responsabilidad de la que uno no debería desentenderse nunca.

En definitiva: estar junto al otro, acompañarlo, compartir la realidad de la vida profesional, familiar, social, con una presencia responsable. Tenemos que mirar a la cara a las personas.