Así enseñaba Bergoglio en la escuela: en libertad, pero con normas siempre muy claras - Alfa y Omega

Así enseñaba Bergoglio en la escuela: en libertad, pero con normas siempre muy claras

Jorge Milia, antiguo alumno del Papa en el Colegio de la Inmaculada Concepción (Santa Fe), presentó en Alfa y Omega un libro con sus experiencias de aquella «época feliz»

Ricardo Benjumea

Es un libro que nunca pensó en escribir, pero «el prologuista me aseguró que llegaría a mucha gente». Jorge Milia no entendió el interés de su antiguo profesor de Literatura, Jorge Mario Bergoglio, por un libro que «yo pensaba hecho para 40 nostálgicos». El entonces arzobispo de Buenos Aires entendía, sin embargo, que podía ayudar a difundir una visión de la educación necesaria para superar las crisis que experimenta la enseñanza. Convertido en Papa, Francisco ha hecho, efectivamente, de la educación escolar una de sus prioridades.

De la edad feliz (Amazing books) reúne una colección de experiencias en el Colegio de la Inmaculada Concepción (Santa Fe, Argentina). En esos años, «nosotros éramos felices pero no nos dábamos cuenta. Lo descubrimos mucho después», dijo el autor al explicar el título del libro, presentado esta semana en el salón de actos de Alfa y Omega.

Jorge Mila en un reciente encuentro con el Papa

Felicidad no significa que «no tuviéramos problemas, pero había también muchas indulgencias», y vivíamos en «un contexto que no era tan común» esos años en Argentina, con un modelo de educación en libertad en la que «se nos daba más información que la que tenían otros jóvenes».

Bergoglio marcó especialmente a aquellos alumnos del colegio jesuita. «Fue un profesor singular, que no se contentaba con cumplir un programa de estudios. Iba más allá, tratando de darnos el coraje de cumplir sueños», dijo Milia. «Quería convertirnos en protagonistas de nuestra propia historia, de modo que no viésemos pasar la vida desde un balcón, sino formásemos parte de ella desde el escenario».

Para el actual Pontífice, una clave esencial en las relaciones en el aula era el «respeto mutuo». «Ese respeto —explica su antiguo alumno y amigo— se basa en reconocer al otro en base a unas normas conducta. Porque sin respeto no es posible educarse. Como me dijo una vez, “no me puede educar alguien a quien yo no respeto. Se podrá tal vez alcanzar alguna instrucción, pero no la educación”».

En definitiva, «la educación se da en la libertad, no en el libertinaje», sintetizó Milia. El respeto a las normas exige «sanciones» cuando hay una «ruptura del equilibrio». Según esta visión, lo contrario significaría condenar tanto al infractor —que tiene «derecho a ser corregido»— como «a la sociedad».

Jorge Luis Borges en 1984

Una educación así, según veía Bergoglio, no solo genera ciudadanos responsables, sino que es la clave para superar la «brecha entre pobres y ricos», dijo el autor.

La visita de Borges

Uno de los momentos estelares protagonizado por el profesor Bergoglio fue cuando trajo a Jorge Luis Borges a clase. «Nosotros hubiéramos querido que entrara en vez de Jorge Luis, viniera otra Borges, Graciela Borges, una actriz entonces de moda», recordó Jorge Milia.

Sin embargo, todos quedaron fuertemente impactados cuando el escritor —ya un «hombre viejo y medio ciego»— empezó a hablar. «Con sus palabras podía crear un mundo. Esa era la magia de Borges».

Los alumnos del Papa pudieron ver «a un Borges que no estaba a la defensiva de nada», a diferencia de lo que ocurría ya por entonces en otros ámbitos, donde la polarización política contaminaba todo.