Luz Marina Dávila, venezolana en la Misa de la Jornada del Emigrante y del Refugiado: «Sabemos que Venezuela está en el corazón del Papa» - Alfa y Omega

Luz Marina Dávila, venezolana en la Misa de la Jornada del Emigrante y del Refugiado: «Sabemos que Venezuela está en el corazón del Papa»

Llama la atención mientras camina por la plaza de San Pedro. Su vestido, con los colores de la bandera de Venezuela, no deja indiferente a su paso. Le echo un piropo. Le digo que está muy guapa y le pregunto si puedo hacerle unas preguntas y una fotografía. Justo cuando termino de retratarla y vamos a comenzar a hablar, un joven le pide hacerse un selfi con ella. Se llama Luz Marina Dávila y acaba de salir de la basílica, donde ha participado en la Misa presidida por el Papa con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. Ahora espera en la plaza para asistir al rezo del Ángelus. Pocos minutos antes de que se asome Francisco por la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, mantenemos una breve conversación

Ángeles Conde Mir
Luz Marina con su traje venezolano tricolor, en la plaza de san Pedro. Foto: Ángeles Conde

Luz Marina, explícame tu vestido.
Lo traje de Venezuela, es el tricolor. Es el vestido nacional y tiene parte de herencia española ya que es el que usamos para nuestros bailes típicos que incluyen zapateo y figuras que recuerdan al baile español. Pero para la música incluimos instrumentos venezolanos, como la maraca o la guitarra de cuatro cuerdas. Es un baile muy alegre que reúne a toda la comunidad, no importa la región de la que provengas.

¿Y ese rosario?
Este rosario precisamente me lo regaló una bailarina, una tía de mi esposo. Cuando llegué a Italia me lo dio y lo tengo desde entonces. Hoy me lo he puesto porque era un día especial.

¿Un día especial por que has asistido a la ceremonia en San Pedro?
Sí, claro. Soy una de las fundadoras y coordinadoras de la comunidad católica venezolana de Roma, que ya ha cumplido diez años.

Para Luz Marina este rosario es especial: se lo regaló una familiar cuando llegó a Italia. Foto: Ángeles Conde

¿Desde cuando vives en Italia?
Llevo 17 años en Roma. Vine con mi esposo antes de que naciera mi hijo porque queríamos que naciera en Italia y que estudiara aquí. Ya entonces preveíamos que la situación sería cada vez más incierta en Venezuela, con la llegada de un régimen militar. Así que vinimos y comenzamos de cero nuestra familia aquí.

¿Conservas familia en Venezuela?
Sí, toda mi familia. Están mis padres, mis hermanos, mis sobrinos… aunque algunos se han marchado a Perú, Estados Unidos o Argentina.

¿Qué te cuentan tus familiares en Venezuela?
Cuentan que cada día la situación es más desesperante y que están sobreviviendo como pueden. De diez familias yo creo que más o menos cinco comen dos veces al día. Esa es la realidad.

¿Cómo vivís esta situación desde la distancia?
Lo vivimos con mucho sufrimiento, porque Venezuela está pasando el que creo que es el peor momento de su historia. Lo sobrellevamos con mucha tristeza e intentamos ayudar en lo que podemos. Por ejemplo, enviamos medicinas y nos organizamos entre amigos y compañeros para ayudar a los nuestros y a las personas que lo necesitan, porque están atravesando muchas dificultades.

¿Qué necesita Venezuela?
Venezuela necesita salir de la crisis humanitaria en la que está sumergida y que se ha agravado en este último año. Un niño muerto al día es demasiado y no estamos en guerra. Esa es la rabia que nos reconcome por dentro. Estamos sufriendo muchísimo.

¿Echas de menos tu país?
Claro. No he podido ir desde hace ocho años.

¿Y qué sientes cuando el Papa habla de lo que ocurre allí?
Nos da mucho consuelo porque sabemos que está de nuestra parte. Sabemos que quiere la paz para Venezuela, que venga algo mejor y que se abra el canal humanitario, como pedimos. Al abrirse este canal humanitario podremos resolver al menos lo básico. También necesitamos que se respeten las leyes y tener unas elecciones limpias, porque las personas quieren salir a votar pero necesitamos un panorama mucho más transparente. Nosotros, como comunidad de católicos venezolanos, hemos podido saludar a Francisco en alguna ocasión. Y sabemos que Venezuela está en el corazón del Papa. Así lo sentimos.