Último ángelus del Papa en 2017: «Los padres son los custodios, pero los hijos pertenecen a Dios» - Alfa y Omega

Último ángelus del Papa en 2017: «Los padres son los custodios, pero los hijos pertenecen a Dios»

Dios es «la fuente de la vida» y «el secreto» de la auténtica juventud, dijo el Papa este domingo, festividad de la Sagrada Familia. La misión de las familias —añadió— consiste en «crear las condiciones favorables para el crecimiento armonioso y pleno de los hijos, para que puedan vivir una vida buena, digna de Dios y constructiva para el mundo»

Ricardo Benjumea

Francisco invitó a reflexionar sobre la experiencia vivida por María, José y Jesús creciendo juntos como familia en el amor recíproco desde la confianza en Dios. «La expresión de esta confianza —dijo— es el rito realizado por María y José con la ofrenda del hijo Jesús a Dios: “Llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor» (Lc 2, 22), como exigía la ley de Moisés. Los padres de Jesús van al templo para confirmar que el hijo pertenece a Dios y que ellos son custodios de su vida y no los propietarios».

Solo Dios —prosiguió Francisco— es el Señor de la historia personal y familiar, primacía que —dijo— toda familia está llamada a reconocer, de manera especial educando a los hijos para que se abran a Dios, que es «la fuente misma de la vida», «el secreto de la juventud interior».

Fuente de vida y de la juventud de la que el ser humano se alimenta y en la que puede continuamente «renacer», como experimentan los viejos Ana y Simeón ante el niño Jesús. «No existe ninguna situación familiar —dijo— que esté cerrada a este camino nuevo de renacimiento y de resurrección. Cada vez que las familias, incluso aquellas heridas y marcadas por la fragilidad, fracasos y dificultades, regresan a la fuente de la experiencia cristiana, se abren caminos nuevos y posibilidades inesperadas».

El Papa subrayó también que el Evangelio de este último domingo del año nos habla de la alegría de ver crecer a los hijos. «Ellos están destinados a desarrollarse y a fortificarse, a adquirir sabiduría y a acoger la gracia de Dios, igual que como sucedió con Jesús. Él es verdaderamente uno de nosotros: el Hijo de Dios se hace niño, acepta crecer, fortalecerse, está lleno de sabiduría y la gracia de Dios está sobre Él. María y José tienen el gozo de ver todo esto en su hijo; y esta es la misión a la cual está orientada la familia: crear las condiciones favorables para el crecimiento armonioso y pleno de los hijos, para que puedan vivir una vida buena, digna de Dios y constructiva para el mundo».