En busca de la Verdad
Paul Hitchings (Reino Unido)
Querido Santo Padre, me llamo Paul. Soy inglés y me convertí a la Iglesia católica hace unos años, gracias a la ayuda de unos amigos y estudiando la historia de la Iglesia de mi país. Descubrí que quien encuentra a Cristo se encuentra a sí mismo, descubre su propia identidad. Pero en el mundo actual, la fe cristiana se equipara a otros credos, religiones, y resulta difícil comprender que Cristo es el salvador de todos los hombres. ¿Quién es realmente Cristo? ¿Vale para todos los hombres, o sólo para los cristianos?
Roselyne Warau Mwangi (Kenya)
Querido Santo Padre, me llamo Roselyne, soy keniana y trabajo en Strathmore University. Yo dedico mucho tiempo a trabajar en el campo social, con marginados y gentes muy pobres. Recientemente en mi universidad, hemos puesto en marcha una campaña especial para ayudar a las víctimas del hambre en Kenya, Etiopía y Somalia. Su Santidad ha dicho que en los pobres podemos tocar a Cristo. Es verdad, pero hay veces que no resulta fácil, porque, ante el sufrimiento del mundo, especialmente en esta crisis económica, nos preguntamos por el sentido del dolor en el plan de Dios. Cuando los que sufren nos preguntan sobre esto, nos cuesta responder. ¿Cómo hacerles comprender que en ellos está Cristo vivo y sufriendo? ¿Cómo decirles que ellos le importan mucho a Dios?
Robert de Simone (Estados Unidos)
Querido Santo Padre, me llamo Robert y me voy a casar, si Dios quiere, dentro de unos meses. El matrimonio cristiano es una hermosa vocación, y mi novia y yo buscamos ser felices. Nos damos cuenta, sin embargo, de que esta vocación es muy exigente, y vemos que muchos matrimonios cristianos, y los jóvenes, no siguen las orientaciones de la Iglesia en la moral sexual y matrimonial. No nos sentimos bichos raros, pero da la impresión de que la moral cristiana fuese para pocos, o que es muy difícil cumplir lo que Cristo y la Iglesia nos piden. ¿Cómo vivir la vocación al matrimonio con fidelidad?
Kritzia Santos (Filipinas)
Querido Santo Padre, me llamo Kritzia, y soy filipina. Estoy haciendo un Máster de Desarrollo Comunitario y aspiro a metas grandes en mi vida, como Su Santidad dice en su Mensaje. Pero, en mi ambiente, se entiende por «metas grandes», el dinero, el poder, tener puestos de fama y prestigio. Parece difícil aspirar a grandes ideales si uno quiere ser fiel a su fe y vivir como cristiano. Quisiera preguntarle: ¿qué hacer para no renunciar a mis ideales, a mi fe, sin alejarme de la sociedad, y luchando para ser testigos de Cristo en nuestro mundo?
Kathleen Hromek (Alemania)
Querido Santo Padre, me parece que yo soy la menos cristiana de todos los que han hablado. Me llamo Kathleen, soy de Berlín, aún no estoy bautizada, aunque practico un poco. Me atrae la persona de Cristo, pero no sé si realmente quiero ser cristiana, pues, aunque usted ha dicho que Cristo da todo y no quita nada, me cuesta mucho verlo. Si quiero ser cristiana de verdad tengo que renunciar a muchas cosas, y no siento que Cristo se interese mucho por mí… Quisiera pedirle que rece por mí, y que me diga qué tengo que hacer, por dónde debo empezar.