Las salesas reales - Alfa y Omega

Las salesas reales

Cristina Tarrero
Foto: Luis García

Se han cumplido 500 años de la consagración del convento de las Salesas Reales, sede del Tribunal Supremo. La actual parroquia de Santa Bárbara era una iglesia dedicada a la Visitación de Nuestra Señora que formaba parte del complejo de las religiosas. El convento fue fundado por Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, para la educación de jóvenes de la alta sociedad y como lugar de retiro si su esposo fallecía. Bárbara se instaló en la corte madrileña durante el reinado de Felipe V y su segunda esposa Isabel de Farnesio. Desde el comienzo contó el afecto del rey y del pueblo, pero con la enemistad de su suegra, que recluyó al matrimonio en sus aposentos durante más de diez años. Fernando VI y Bárbara de Braganza accedieron al trono tras la muerte del rey y desterraron a Isabel de Farnesio al palacio de la Granja de San Idelfonso. Es entonces cuando Bárbara decidió fundar el convento como lugar de retiro para ella, pues temía el fallecimiento temprano de su esposo, Fernando, y el reencuentro con la reina viuda. En 1750 se puso la primera piedra del edificio, que fue construido por Francisco Carlier y Francisco Moradillo. La edificación fue muy rápida y el 29 de septiembre de 1757 se consagraba. La reina, que no gozaba de buena salud, fallecería unos meses más tarde; el rey Fernando VI, muy afectado por la muerte de su esposa, fue recluido en Villaviciosa de Odón muriendo en un estado de locura. Ambos están enterrados en la iglesia de Santa Bárbara.

El interior del templo es de gran belleza, con planta de cruz latina y una nave central con un crucero cubierto por una gran cúpula decorada con pinturas de los hermanos González Velázquez. Francisco Sabatini diseñó los mausoleos que fueron ejecutados por Francisco Gutiérrez y Juan León en mármoles y bronce. En el crucero se encuentra el monumento funerario del rey, y en la capilla del Santísimo el de la reina. En el brazo izquierdo del crucero se realizó en el siglo XIX el sepulcro del teniente general Leopoldo O’Donnell. Durante la desamortización se incautaron del monasterio y del palacio, que se transformó en Palacio de Justicia. La iglesia quedó encomendada a los padres redentoristas, y en el año 1891 se convirtió en la parroquia de Santa Bárbara.