Testimonios en la Semana por la vida, de Madrid: «Dios lucha por mí, para que no me falte de nada» - Alfa y Omega

Testimonios en la Semana por la vida, de Madrid: «Dios lucha por mí, para que no me falte de nada»

«Dios es un luchador: lucha por mí, para que no me falte de nada». Estas palabras de un joven con discapacidad, miembro del movimiento Fe y luz, se pueden aplicar también a los miles de niños rescatados del aborto en todo el mundo gracias a la campaña de oración 40 días por la vida. Dios es el Dios de la vida, pero necesita la colaboración del hombre

María Martínez López
Robert Colquhoun, con un niño rescatado del aborto en Nigeria

40 Días por la Vida: la oración cambia corazones y mentes

¿Se puede acabar con el aborto mediante la oración? Robert Colquhoun, Director Internacional de 40 Días por la Vida, tiene claro que sí. Él mismo ha visto, en lugares tan dispares como Rusia, Nigeria y Australia, que ayunar, rezar y ofrecer ayuda a las madres delante de centros abortistas puede salvar vidas. «Mediante la oración, cambian los corazones y las mentes» de una forma que no siempre se consigue con argumentos. También es fundamental el hecho de ponerse delante de un centro abortista: «Ese testimonio puede llegar a la conciencia de la gente», pues «hay muchas personas que están indecisas sobre el aborto».

Además de Estados Unidos, donde nació, esta campaña bianual se ha celebrado ya en 80 lugares de 27 países, incluidos Madrid, Sevilla, Valencia y Medina Sidonia. Aunque la respuesta varía de unos sitios a otros, «incluso en los ambientes más secularizados hay grandes oportunidades para organizar Vigilias en la calle. Intentamos ayudar donde están ocurriendo los abortos», y allí es más fácil «salvar vidas que en otros lugares. A veces —subraya—, las ciudades más secularizadas tienen las campañas con más éxito».

Un mensaje contracultural

Robert conoció los 40 Días por la Vida en Canadá, y «me impactó su fuerte mensaje contracultural». Cuando volvió a Reino Unido, Dios le llamó a organizar una campaña. Nunca hasta entonces se había implicado activamente en la causa provida. «40 Días por la Vida me atrajo porque ofrecía una respuesta pastoral tangible al aborto, tenía un historial probado, se basaba en la oración y se podía implementar localmente con facilidad».

Esta iniciativa actúa como un aglutinador del movimiento provida. Cuentan con la ayuda de «muchas Iglesias locales que participan y promueven la campaña. Y tenemos relaciones estupendas con los centros de ayuda a la embarazada», los grupos de atención post-aborto, de estudiantes provida… «Es importante rezar por cada aspecto de la labor provida: las personas que se plantean abortar, los trabajadores de los centros, quienes sufren tras un aborto, las asociaciones de ayuda a la mujer, y la renovación espiritual de cada país. Renovar el matrimonio y la vida familiar es la forma más importante de transformar la sociedad» y acabar con el aborto.

Esta renovación empieza por los mismos voluntarios. Para muchos, es su primera inmersión en el movimiento provida, y «una gran mayoría experimenta una transformación espiritual. A través de la oración, muchos han descubierto diferentes formas en las que pueden ayudar». Robert está convencido de que esta iniciativa tiene un gran potencial, «y no puedo esperar a ver qué nos tiene preparado Dios los próximos años».

Miembros del movimiento Fe y luz, en una celebración de Navidad

Fe y luz: Crecer en la fe con las personas con discapacidad

El movimiento Fe y luz nació en Francia, tras una peregrinación a Lourdes en 1971, «con la vocación de formar comunidades donde las personas con discapacidad intelectual pudieran vivir la alegría de la fe». Elena Escribano lo conoció acompañando a una amiga y al hermano de ella, discapacitado. Ahora coordina una de las dos provincias que hay en España. «Cada comunidad tiene 15 o 20 miembros: personas con discapacidad, familiares y amigos. Aquí no hay voluntarios. Las reuniones se organizan de forma que todos crezcamos. Se plantea un tema o un pasaje del Evangelio, y se adapta para que los discapacitados puedan comprenderlo: hacemos una representación, integramos el cuerpo en la oración a través de canciones…».

Así, se transmiten «ideas muy sencillas, pero no por ello menos profundas. Muchas veces te sorprenden. Una vez, en una Pascua, un chico se echó a llorar en la adoración de la Cruz. Pensé que no se estaba enterando y, cuando le pregunté por qué lloraba, me dijo Porque a Jesús lo han matado por mí. Otra vez, uno nos dijo que, para él, Dios era luchador: lucha por mí, para que no me falte de nada. Tienen una experiencia muy profunda de Dios. Precisamente debido a la discapacidad, tienen una buena predisposición para experimentar a Dios, porque no tratan de razonarlo o comprenderlo. Pero hay que estimularla».

Otra clave de este movimiento «es la amistad, que es fundamental. La discapacidad genera sufrimiento. Nosotros intentamos vivir estas heridas en comunidad y con alegría, porque sabemos que no somos nuestras heridas —que todos tenemos—, sino hijos de Dios; y que no estamos solos: las personas que nos acompañan son un regalo de Dios».

Mucho que aportar a la Iglesia

Por tanto, no se trata sólo de integrarlos en la Iglesia. «Las personas con discapacidad pueden aportar esa capacidad de experimentar a Dios, sin importar la capacidad intelectual. También nos dan una imagen del rostro de Dios, que Jesús nos vino a enseñar. Son un rostro de ternura, de fidelidad, de sencillez, del lenguaje del corazón». Con estos dones, también ellos pueden ser evangelizadores. «La mayoría de los amigos de Fe y luz lo vivimos en primera persona. Cada gesto de una persona con discapacidad es una llamada a la comunión, a relacionarte con todos de una forma diferente, a derribar las barreras que construimos para proteger nuestras propias partes vulnerables. Hoy hacen falta personas que nos ayuden a darnos cuenta de quiénes somos verdaderamente»: débiles y dependientes, pero amados. «En Fe y luz vemos que la debilidad nos hace buscar a Dios y, cuando lo buscas, lo encuentras. Es el primero que se deja encontrar».

Programa de la Semana por la vida

Los testimonios de Robert Colquhoun y del movimiento Fe y luz son el principal atractivo de la Semana por la vida que, con el lema Hay mucha Vida en cada vida, organiza la Delegación de Familia de Madrid y la asociación pública de fieles Spei Mater. Este sábado, Fe y luz protagonizará la mesa redonda Padres especiales para hijos especiales. Tendrá lugar en la parroquia de la Purificación de Nuestra Señora (calle Eduardo Urosa, 5), a las 18 horas. Al día siguiente, la parroquia del Buen Suceso (calle Princesa, 43) acogerá a las 17:30 horas un cinefórum sobre la película La llave de Sarah. El sábado 28, a las 18 horas en la parroquia del Espíritu Santo y Nuestra Señora de la Araucana (calle Puerto Rico, 29), Robert Colquhoun responderá a la pregunta: ¿Puede la oración acabar con el aborto?

Sin embargo, el momento central de la Semana será la Eucaristía y Vigilia de oración por la vida que presidirá el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, en la solemnidad de la Anunciación. Será a las 20 horas en la Real Colegiata de San Isidro (calle Toledo, 37), para pedir la intercesión por la vida de una familia: el Patrono de Madrid y su mujer, santa María de la Cabeza. En la Vigilia, habrá testimonios, y monseñor Osoro bendecirá a las madres gestantes.