Sobre el alma, la luz y la palabra - Alfa y Omega

Sobre el alma, la luz y la palabra

Maica Rivera

Cuán largo nos lo fiaron. Demasiado tiempo a la espera hemos estado de este Premio Planeta que al fin luce en las estanterías de uno de nuestros más populares y queridos escritores patrios, un turolense que se ha ganado todos los reconocimientos nacionales e internacionales a golpe de talento, trabajo y derroche de cariño con el público y el gremio. Javier Sierra, apreciado por sus valores dentro y fuera del libro, se ha llevado el galardón gracias a la figura de un alter ego llamado David Salas. Encantador, descrito con la delicadeza propia de una dulce pluma veterana, así conocemos en primera persona a este prometedor lingüista del Trinity College de Dublín, marcado por el abandono de su padre y la figura de un abuelo novelista, que viaja de vacaciones a Madrid con el fin último de reencontrarse con sus raíces. Allí una vieja amiga de la familia, misteriosa historiadora del arte, Victoria Goodman, y su joven ayudante Paula Esteve, le integrarán dentro de un programa de literatura experimental para embarcarle en una investigación en torno a unas supuestas conexiones españolas del Santo Grial que va creciendo en enigmas y peligros.

Lo que hace Sierra es cocinar a (invisible) fuego lento un apetecible megacuento maravilloso con ingredientes escogidos, muy esenciales, de muy distintos pensamientos, filosofías y tradiciones místicas e intelectuales de marcada impronta artística y literaria. La ficción, que homenajeará nombres como los de Valle-Inclán, Unamuno, Lord Byron, Shelley, Poe, Conan Doyle y Yeats, arranca serena y evocadora en el detalle, sugerente a través de arquetipos, más o menos explícitos, desde la vastísima cultura clásica del autor, y va subiendo el ritmo hasta revestir matices terroríficos (muy buen giro del tono a mitad del relato hacia el Apocalipsis de san Juan, utilizado como herramienta narrativa fulminante). Habla del afán de búsqueda del ser humano –es muy romántico en la persecución del anhelo de infinito–, de la búsqueda de la luz para expulsar las sombras, de las fuentes genuinas de la inspiración y la creatividad; e invita a elevar conciencias hacia lo sublime y no confinar la literatura al escapismo o el simple entretenimiento, instando, por el contrario, a llevarla a su legítimo terreno del humanismo y el conocimiento transversal. Cambia al Principito de Saint-Exupéry por el Parcival de Chrétien de Troyes para contarnos de otra forma, la suya, personal y absolutamente reconocible, que lo verdaderamente importante es invisible a los ojos, y que lo visible es sencillamente el vehículo para alcanzarlo. Nos recuerda que los mitos siempre tienen una parte de verdad. Sin perder pie, lectores: todo en la peripecia es metáfora.

Es una obra que reviste de poder y dignidad el arte de las palabras y conecta en línea directa lo artístico con lo divino, e insufla nobleza en el corazón de los escritores, llamados a «salvar a la humanidad de los peligros que la acechan» con la mirada hacia los cielos para aspirar a la auténtica dimensión y perspectiva de las cosas. Es una llamada a no dejar que lo material nos atrofie, aliento para que seamos fuertes frente a los obstáculos que amenazan con desgastarnos en la aventura de la vida. Y es un libro ideal para crear lectores.

El fuego invisible
Autor:

Javier Sierra

Editorial:

Planeta