Toque a rebato por la libertad... - Alfa y Omega

Toque a rebato por la libertad...

Uno es libre de adherirse a cualquier doctrina si no lesiona los derechos de terceros, línea roja que traspasa con creces la ideología de género

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Foto: Pixabay

El imparable avance que ha experimentado en algunos países la ideología de género –el último coletazo de la banalización de la sexualidad iniciada hace medio siglo– parecería un chiste si esta historia no fuera dramáticamente cierta: unos postulados contrarios a cualquier evidencia científica se imponen en países democráticos como ideología obligatoria en varios ámbitos de la vida social, particularmente en lo que afecta a la desnaturalización jurídica del matrimonio y a la concepción del ser humano que se transmite en la escuela. Esto último resulta especialmente preocupante, puesto que se genera irresponsablemente confusión en niños y adolescentes. La ideología de género agrava las crisis de identidad propias de su proceso de maduración al animarlos poco menos que a cuestionarse continuamente su identidad sexual: se trata ahora de una decisión libre de la persona, no de una realidad que viene dada por la biología, en coherencia con una doctrina que concibe el cuerpo más como una propiedad o mercancía que como parte integral de la identidad de la persona.

En un Estado de Derecho uno es libre de adherirse a esta o a cualquier doctrina por peregrina que a otro pueda resultarle, siempre y cuando no pretenda imponérsela al resto ni pisotee los derechos de terceros. El problema en este caso es que esas líneas rojas se traspasan con creces. En aras de la ideología de género se coarta la libertad de expresión o el derecho de los padres a elegir el tipo de educación moral que quieren para sus hijos. De ahí que propiamente deba hablarse de ideología obligatoria.

El asunto ha suscitado con razón debate y preocupación en la última Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, debido a la tramitación en el Congreso de una proposición de ley que trasladaría a escala nacional el contenido de las leyes aprobadas en varias comunidades autónomas por gobiernos de uno y otro signo. Con el argumento de perseguir «la discriminación por orientación sexual» –una triste realidad que han padecido y siguen padeciendo las personas homosexuales–, se abre la veda a no menos intolerables formas de manipulación a los menores, al tiempo que se persigue por ley a quienes defienden otras antropologías bastante más racionales y mejor fundamentadas.