Javier Maulen, taxista en Buenos Aires: «El Papa nos dijo que hacemos el apostolado de la oreja» - Alfa y Omega

Javier Maulen, taxista en Buenos Aires: «El Papa nos dijo que hacemos el apostolado de la oreja»

Javier Maulen forma parte de los taxistas misioneros que recorren las calles de Buenos Aires (Argentina) hablando de Dios a sus pasajeros con respeto y ofreciéndose a rezar por sus intenciones. «Es necesario evangelizar desde nuestros lugares de trabajo. Necesitamos una Iglesia peregrina, no de escritorio. Tenemos que salir a la calle»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Javier con la imagen de la Virgen, delante de su taxi. Foto: Archivo personal de Javier Maulen

¿Cuándo comenzó este modo de evangelizar desde el taxi?
En 1999, cuando un taxista llamado Clíver Beltramo y una hermana de María de Schoenstatt pensaron que había que hacer algo para tratar de evangelizar a los taxistas. Esa era la idea original, pero con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que era mayor la aceptación entre los pasajeros. En los momentos de crisis es cuando la gente más necesita una palabra, un consejo o simplemente que se la escuche. Monseñor Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, nos dijo una vez que hacíamos el apostolado de la oreja.

¿En qué consiste este apostolado?
Cada taxista coloca una imagen de la Virgen en su auto, junto a un cuaderno de intenciones y un cartel que dice: «Usted viaja acompañado por la Virgen Peregrina de Schoenstatt y un cuaderno para sus intenciones. Nosotros rezaremos por ellas».

¿Cómo reacciona la gente?
Las reacciones son muy diversas: algunos ni se molestan en preguntar, otros te preguntan qué imagen es y los más incrédulos preguntan si es cierto lo del cartel. Les explicamos que sí: todos los lunes nos reunimos en el santuario a rezar el rosario y a presentar las intenciones apuntadas en nuestros cuadernos a la Virgen para que ella obre. La mayoría de la gente pide por salud, por trabajo, para que se solucionen problemas familiares, etc. Y otros, los menos, agradecen alguna gracia concedida.

¿El taxi funciona casi como un confesionario?
La gente sube al taxi por inercia, pero al entrar y ver el pequeño santuario que es el auto, se transforma. Es ahí cuando comienza ese apostolado de la oreja. Cuando las cosas no andan bien, cuentan sus problemas y nosotros tratamos de brindarles una palabra de aliento. Les decimos que tengan fe, que todo se va a solucionar, que recen, porque Dios siempre escucha el pedido de sus hijos. Muchos se desahogan y abren su corazón contando sus cosas. Algunos hasta nos han pedido que les enseñemos a rezar el rosario.

¿Cómo les habla de Dios?
Antes que nada nosotros respetamos la libertad de nuestros pasajeros y deben ser ellos los que primero deben comenzar. No queremos imponerles nada. Si ellos están interesados, ahí sí les hablamos de Dios y de María como buena intercesora y Madre de todos. Y les contamos todo lo que Dios puede hacer por nosotros, si tenemos fe.

¿Cuál es el pasajero que más recuerda?
A mí me impresionó una joven que subió a mi taxi y al ver la imagen de la Máter se puso a llorar. Con mucho respeto le pregunté qué le pasaba y me confesó que estaba pasando un mal momento y mientras esperaba el taxi le pedía a la Virgen que le mandara una señal para que se diera cuenta que la había escuchado. Y la señal fue ver a la Virgen en el auto. Es una inmensa alegría y responsabilidad poder ser instrumentos para aquellas personas que lo necesitan.

Y más increíble fue lo que le pasó a un compañero. Se sube una persona y le pide que lo lleve a un lugar fuera de la capital. Cuando estaban por llegar al destino la persona le dice que era su intención asaltarlo, pero que al ver a la Virgen que lo miraba no pudo hacerlo…, por lo que le pidió unos pesos para poder tomar un bus. Mi compañero no solo le dio el dinero, sino que comenzó a evangelizarlo diciéndole que no lo hiciera más, que le pidiera ayuda a Dios… Se bajó dándole las gracias.

¿Es necesario evangelizar hoy a tiempo y a destiempo?
Sí. Siempre es necesario evangelizar desde nuestros lugares de trabajo, de estudio, desde las parroquias. Necesitamos una Iglesia peregrina, no de escritorio. Y tenemos que salir a la calle a tratar de que la gente se comprometa. Lo que hacemos los taxistas misioneros es aportar nuestro granito de arena.