Liberando a la mujer esclavizada - Alfa y Omega

Liberando a la mujer esclavizada

Recientemente, el papa Francisco ponía en vela a la Iglesia para orar y reflexionar sobre el «vergonzoso» drama por el que atraviesan en nuestra sociedad millones de personas: ser víctimas de la trata. Aprovechamos la ocasión para conocer de primera mano el trabajo que realizan en Burgos las religiosas Adoratrices, inmersas en la tarea de liberar a la mujer víctima de la trata

Archidiócesis de Burgos

Es «la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos». Así define el protocolo de Palermo la trata de personas. Una práctica a la que Occidente vive de espaldas y a la que la Iglesia se está esforzando en poner el foco de atención. Así lo ha intentando el papa Francisco al convocar el pasado 8 de febrero, fiesta de santa Josefina Bakhita -la religiosa sudanesa que de niña vivió la dramática experiencia de ser víctima de la trata- una jornada de oración y reflexión contra la trata de personas. El objetivo de esta jornada era, en palabras del Santo Padre, «alentar a cuantos están comprometidos a ayudar a hombres, mujeres y niños esclavizados, explotados y abusados como instrumentos de trabajo o placer», y animar a quienes tienen responsabilidades de gobierno a «tomar decisiones para remover las causas de esta vergonzosa plaga indigna de una sociedad civil».

En ello están trabajando, precisamente, las religiosas Adoratrices, que conjugan en su carisma la adoración al Santísimo Sacramento y la liberación y promoción de la mujer explotada por la prostitución o víctimas de otras situaciones que esclavizan. Llevan más de 150 años presentes en Burgos y, hoy por hoy, son la única institución en la provincia encargada de velar y tutelar por los derechos de las mujeres víctimas de la trata y la explotación sexual. En 1998 pusieron en marcha el programa «Betania», con el que llevan acompañando en la provincia a más de 700 mujeres en contexto de prostitución proporcionándoles una atención integral y facilitando su incorporación a la sociedad de forma autónoma y en los niveles laboral, social, personal y espiritual. A través de este programa, las Adoratrices facilitan a estas mujeres recursos residenciales a través de casas de acogida y pisos de autonomía, facilitan un centro de día donde las mujeres comienzan a adquirir autonomía y visitan personalmente clubes o pisos donde las mujeres ejercen la prostitución para comenzar a acompañarlas y especificarles los derechos que tienen como personas que son.

A menudo es un drama al que se da la espalda porque «mueve mucho dinero», como comenta Josefina Ojeda, la superiora de la comunidad de Adoratrices en Burgos. «Las mafias se aprovechan de la pobreza por la que atraviesan estas jóvenes -muchas de ellas extranjeras- y su falta de perspectiva en un futuro digno, su ausencia de educación y empleo. En este contexto, las chicas son engañadas mediante el uso de violencia física o psicológica; las traen a España a cambio de una gran deuda económica que se les obliga a devolver en medio de amenazas contra ellas y sus familias a través del ejercicio de la prostitución», detalla Ojeda. Así nace un nuevo negocio en el que la mujer es tratada como «pura mercancía» y todo el mundo saca provecho: «los dueños de los clubes y pisos, el que vende productos sexuales, el taxista que lleva y trae… e incluso instituciones y organismos con entramado internacional». Y es que, sólo en España, según recientes datos publicados por el Ministerio del Interior, la prostitución mueve cada día cinco millones de euros; de hecho, «es el segundo negocio a nivel mundial detrás del tráfico de drogas. Y la única perjudicada en todo esto es la mujer», denuncia Josefina.

Al rescate de la mujer

Es en este duro contexto donde las Adoratrices se hacen presentes para poner un poco de esperanza en medio de este drama: «Nosotras vamos a los clubes o a los pisos donde están estas mujeres y nos acercamos para darles apoyo social, jurídico, asistencial y así comenzamos a entablar una relación de acompañamiento con las mujeres», revela Consuelo Rojo, otra adoratriz de Burgos. «Es un trabajo muy difícil, porque quienes llevan el negocio muchas veces nos imposibilitan el acceso a las mujeres» y, en el peor de los casos, «ni siquiera las mismas mujeres tienen la conciencia de que están siendo explotadas», añade.

A pesar de ello, las Adoratrices no cejan en el empeño e intentan llegar a las cerca de 400 mujeres que, según sus cálculos, están ejerciendo prostitución en la provincia de Burgos. Y quieren, además, que la gente hable y conozca este duro drama: «Para nosotras es importante que se conozca el entramado de la prostitución, y se puedan ir desterrando mitos. Uno de ellos es el de que el dinero de la prostitución es fácil, pero no es fácil sino rápido. Otro es que la mujer que está en prostitución no lo está por placer, sino por circunstancias de pobreza, no solo material sino de pobreza estructural y con pocas oportunidades en los lugares de origen, y no siempre tienen la posibilidad de elegir libremente, más aún para el caso de las mujeres que son víctimas de trata». De otro lado señalan cómo también es importante que la sociedad reflexione por qué en un momento en el que la «libertad sexual parece que esta conseguida y todo está permitido», sigue existiendo la «necesidad» de pagar para conseguir placer. «¿No será que en una sociedad como la nuestra -patriarcal- el hombre todavía necesite sentirse el dueño, el que tiene el poder?», denuncian. «Y esto en una relación de igualdad, de pareja, no siempre sucede», recalcan.

Es precisamente en medio de este contexto, en este momento eclesial, las Adoratrices no pierden de vista un horizonte alentador: «Estamos viviendo un tiempo de esperanza». Es más, el papa Francisco «nos lanza el reto de solidarizarnos con las víctimas, de ser corresponsables con la construcción del Reino». Y de ahí que hagan a todos los cristianos burgaleses una invitación: «Abramos nuestras mentes, nuestros corazones y voluntades para acoger a nuestras hermanas que se ven abocadas a estas situaciones de injusticia e insolidaridad».