Ser mártir a los 19 años - Alfa y Omega

Ser mártir a los 19 años

Rafael Lluch es, desde el sábado, el beato más joven de la Iglesia en Valencia. Fue asesinado con 19 años durante la persecución religiosa por defender una imagen de la Virgen. Los milicianos que lo mataron encontraron en su bolsillo una nota en la que le decía a su madre: «No llores. Voy a dar la vida por nuestro Dios. En el cielo te espero»

Redacción
Un momento de la beatificación presidida por el cardenal Amato en el palacio de Vistalegre de Madrid. Foto: Archimadrid/José Luis Bonaño

A Rafael Lluch Garín lo mataron con 19 años y lo hicieron por defender a la Virgen. Durante la persecución religiosa desatada en España en los años 30, este joven valenciano siempre llevaba en su bolsillo una estampa de la Virgen de los Desamparados. De haberle sido descubierta, la imagen podría haber convertido a Lluch Garín en preso y luego en mártir. Ante esta perspectiva, su amigo Claudio López Simó le preguntó si no tenía miedo de llevarla encima, a lo que Rafael contestó tajante: «Antes me quitan la vida que a mi Madre».

Los milicianos nunca descubrieron la estampa, sin embargo, fue otra imagen de María la que terminaría provocando su detención y, posteriormente, su muerte. Sucedió el 12 de octubre de 1936. Por la noche, tres milicianos se acercaron a la farmacia de Picassent (Valencia) en la que trabajaba Rafael Lluch. Allí, en la zona del laboratorio, tenían colgado un calendario con la imagen de María. Los milicianos comenzaron a proferir blasfemias contra la Madre de Dios y quisieron arrancar el almanaque. El joven farmacéutico se lo impidió. Les dijo que se llevaran lo que quisieran pero que no tocaran a la Virgen. Esta sencilla frase, que revelaba el profundo amor de Lluch Garín por María, fue suficiente para que se lo llevaran preso.

Foto: beatificacionmartiresvicencianos.org

El joven valenciano pasó tres días detenido en el cuartel de la Guardia Civil de Sollana. Sus captores le incitaban a blasfemar y le amenazaban con tomar represalias contra su madre y contra su hermana si no lo hacía. Ninguna ofensa salió de su boca. Sus labios solo se abrieron instantes antes de que le descerrajaran varios tiros de escopeta a bocajarro. Fue entonces cuando Rafael Lluch profirió a voz en grito: «¡Viva Cristo Rey!» y, acto seguido, cayó desplomado. En su bata de farmacéutico los milicianos encontraron una nota dirigida a su madre que dice así: «No llores, mamá; quiero que estés contenta, porque tu hijo es muy feliz. Voy a dar la vida por nuestro Dios. En el cielo te espero».

Rafael Lluch, que formó parte de la asociación juvenil de la Medalla Milagrosa de Madrid, falleció el 15 de octubre de 1936 en Silla (Valencia) y el pasado sábado fue beatificado junto a otros 59 mártires de la familia vicenciana asesinados por odio a la fe durante la persecución religiosa. Desde entonces, es el beato más joven de la Iglesia en Valencia.

La celebración, en el palacio de Vistalegre de Madrid, estuvo presidida por el cardenal Angelo Amato. El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos recordó que «en España se realizan con frecuencia beatificaciones de mártires». La Iglesia «hace esto con un doble propósito: invitar a los fieles a permanecer firmes en la fe, y animar a todos a evitar el terror de esos años oscuros». Por eso, los mártires «son una oportunidad para ensalzar la fuerza del bien que vence al mal», y celebrar su memoria no es sino «celebrar el amor de Dios».

José Calderero de Aldecoa @jcalderero
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo