La librería. Cuando el amor a los libros expresa el amor a la vida - Alfa y Omega

La librería. Cuando el amor a los libros expresa el amor a la vida

Juan Orellana
Escena de 'La librería'
Florence Green, la dueña de la librería, y el señor Brundish, a la hora del té. Foto: A Contracorriente Films

La última cinta de Isabel Coixet, La librería, ha inaugurado el Festival de Valladolid y ha obtenido el premio a la mejor adaptación literaria de la Feria del Libro de Fráncfort. Se trata de un drama de época, rodado en inglés, y de producción hispano-británica. La propia Isabel Coixet es la responsable de la adaptación de la novela homónima de la autora inglesa Penelope Fitzgerald (1916-2000), escrita en 1978, y que narra la insólita aventura de Florence Green (Emily Mortimer), una mujer viuda que en 1959 abre una librería en un minúsculo pueblo inglés, Hardborough, en Suffolk, donde se encuentra con la oposición de alguno de sus habitantes, especialmente de la aristócrata influyente Violet Gamart (Patricia Clarkson), así como el apoyo de otros, como el señor Brundish (Bill Nighy).

Isabel Coixet consigue levantar una historia sensible, delicada y emotiva, aunque contenida, como ya ha sabido hacer brillantemente en otras ocasiones (pensemos, por ejemplo, en La vida secreta de las palabras). La película puede parecer lenta, silenciosa, incluso distante, pero en realidad ese es el estilo que mejor se ajusta a la historia —exterior e interior— que Coixet quiere contar. La película habla, obviamente, del amor a los libros pero, sobre todo, reflexiona críticamente sobre una pequeña comunidad humana que es un teatro del mundo, un microcosmos en el que habita la envidia, la mentira, la ambición, la avaricia, la lealtad, la traición… y en cuyo centro hay una mujer pura e inocente que es la caja de resonancia de todas esas pasiones y mezquindades humanas. Una mujer que, en su viudedad, conserva una memoria real del amor auténtico, que de alguna manera sigue vivo en su amor a los libros, a la verdad que habita dentro de ellos. A pesar de todos los males que desfilan por el filme, la última palabra la tiene el legado de bien que deja la protagonista, un legado y un testimonio que terminan dando fruto en su joven discípula.

Es memorable el personaje del señor Brundish, un personaje que ya ha visto de todo, que ha desconectado del mundo, que en cierto modo ha sucumbido al escepticismo, pero que es capaz de revivir ante el eco de la belleza y de la verdad. La interpretación que de él hace Bill Nighy —al que disfrutamos recientemente en Su mejor historia— es uno de los grandes alicientes de la película. Su personaje y el de la protagonista convierten la cinta en un homenaje a los resistentes, a los que persisten en lo que creen a pesar de nadar contracorriente.

Desde un punto de vista artístico, la película está muy lograda, sin arriesgar fuera de los parámetros seguros del clasicismo y muy ceñida a la elegancia británica de un filme de época. Cuenta con unas interpretaciones excelentes de protagonistas y secundarios, una delicada partitura del habitual de Coixet, Alfonso de Vilallonga, y una fotografía exquisita de Jean-Claude Larrieu, también compañero habitual de la cineasta. Una película sosegada, culta, que tiene su sitio entre las mejores películas de Isabel Coixet.

La librería
Director:

Isabel Coixet

País:

España

Año:

2017

Género:

Drama

Público:

Todos los públicos

Cartel de 'La librería'