«Aquí murió mi bebé» - Alfa y Omega

«Aquí murió mi bebé»

Traficaba con drogas, pero Dios le salió al encuentro y se convirtió… unos días antes de que su novia le dijera que estaba embarazada. A pesar de sus súplicas, ella abortó a su hijo. Hace unos días, pudo compartir su dolor y encontrar consuelo gracias a que delante del centro donde murió su hijo, en Missouri, había gente rezando, dentro de la campaña 40 Días por la Vida. Lo cuenta, en la web de la campaña (www.40daysforlife.com) su director

Colaborador

Algunos paran para dar las gracias a los que rezan porque gracias a ellos eligieron la vida. Otros también se paran para hablar… incluso si sus citas para abortar terminaron de forma diferente. He dicho muchas veces que las vigilias de oración delante de centros abortistas es un signo de misericordia para las mujeres que acaban de abortar… y lo creo. Puede ser un signo de misericordia también para el padre, incluso años después.

Kathy, la coordinadora local de 40 Días por la Vida en Columbia (Missouri) estaba llegando al final de su turno de oración en una tarde inusualmente fría. Un joven se acercó a ella, y le dijo: «Gracias por estar aquí». Y entonces soltó: «Mi bebé murió aquí».

Con expresión de dolor, le contó su historia. Hace siete años, suplicó a su novia que no abortara a su hijo. A pesar de la intensidad de sus súplicas, ella se negó a escucharle. Kathy describió el procedimiento con el que se trataba a las mujeres en sus citas para abortar. Las ponían en fila en la acera mientras los guardias de seguridad las revisaban y les cogían los teléfonos. Quizá su novia se lo pensó, pero la presionaron para continuar.

El hombre contó que había conocido a Jesucristo justo antes de que su novia descubriera que estaba embarazada. Kathy pronto descubrió que el joven pulcro, bien vestido y de buenas maneras con el que estaba hablando había sido en su día un traficante de drogas. Pero Jesús había venido a rescatarle… «no sólo una vez –decía Kathy–, sino dos». La segunda vez fue cuando su dolor por la pérdida de su hijo se volvió insoportable.

«Ya eres padre»

Ahora, este hombre está casado y está deseando ser padre. «Le recordé con suavidad que ya es padre; y que su hijo está en el cielo y, con la gracia de Dios, se reunirá con él algún día. Le dije que su bebé sabe que él le quería, que trató de salvarlo y que su bebé también le quería a él. Se fue con algo en lo que pensar».

Con todo, decía Kathy, la pérdida que sufrió estará con él el resto de su vida… igual que la pérdida permanecerá con todos los que han ido a ese centro de Planned Parenthood para abortar. «Pienso con frecuencia en los 800 bebés perdidos cada año [aquí] durante tantos años y pienso en las 800 madres y padres anuales que están sufriendo», me dijo Kathy.

«Y pienso en cómo a veces Dios los trae a la acera en la que estamos buscando sanación y consuelo y cómo todos nosotros estamos ahí para ellos, con amor y nunca juzgándolos. Doy gracias a Dios por haber estado ahí ese día y que la acera no estuviera vacía. Realmente, Dios trabaja de forma misteriosa». Ese centro de Planned Parenthood ya no practica abortos. Pero todavía remite a las mujeres a otros sitios donde abortarán a sus bebés. Así que sigue haciendo falta la oración, y una presencia pacífica.

Shawn Carney