Mi­sio­ne­ra com­bo­nia­na Ma­ría Do­lo­res Sáez: «Los inmigrantes nos han ahorrado a los misioneros el billete de avión. África está aquí» - Alfa y Omega

Mi­sio­ne­ra com­bo­nia­na Ma­ría Do­lo­res Sáez: «Los inmigrantes nos han ahorrado a los misioneros el billete de avión. África está aquí»

La misionera comboniana María Dolores Sáez se en­cuen­tra en Almería por la campaña del Domund. Cuenta que, desde su niñez, tuvo la experiencia de «ser inmigrante». Está manchega de 74 años tuvo que emigrar a Castellón con sus padres en busca de trabajo. Afirma que esa experiencia le ha marcado toda la vida al ser más solidaria con todos los que tienen que salir de su tierra

Diócesis de Almería
Misionera comboniana María Dolores Sáez. Foto: Diócesis de Almería

¿Cómo llegó tu vocación de misionera?
Trabajando de limpiadora en un consultorio médico, me topé con la revista Mundo Negro. A partir de ahí empezó a surgirme el gusanillo de irme a la misión. Era de Acción Católica, llevaba un grupo de jóvenes, pero me faltaba una experiencia que me abriera al mundo.

Dice el lema del Domund: Sé valiente, la misión te espera. ¿Tú fuiste valiente?
A mí, como a todo el mundo, me costó mucho trabajo dejar a mi familia. Pero yo diría que fui valiente desde la confianza. Lo que me animaba, desde mi fe en Dios, era encontrarme con otras gentes que carecían de los más necesario.

¿Cómo fue tu primera experiencia en la misión?
Por un cambio de última hora, fui México a trabajar con indígenas en Oaxaca. Cuando llegas, al principio, vas con una actitud de «enseñar», con una cierta superioridad que se te derrumba en los primeros días. Te confieso que allí aprendí una lección que, durante toda mi vida me ha acompañado: lo primero que hay que hacer cuando llegas a un nuevo sitio es aprender.

Pensé que con mi español iba a poder comunicarme, y mi sorpresa fue que, la gran mayoría, solo hablan sus lenguas indígenas. Después del asesinato de algunos catequistas, fuimos expulsadas por el Gobierno acusadas de «abrir demasiado la mente» de la gente, especialmente de las mujeres.

¿Cuéntanos una experiencia te haya marcado?
El compartir la vida con los «sin tierra» de la Amazonía de Brasil. Aquellas familias, antes de la reforma agraria, cultivaban las tierras disponibles y se instalaban allí. De vez en cuando el Gobierno mandaba a los militares y prácticamente exterminaba a la población. Huían a las aldeas más cercanas. El obispo nos mandaba a las dos congregaciones que vivíamos por la zona para proteger, curar y acoger a las familias indígenas.

¿Qué mensaje te gustaría dejar en esta campaña del Domund?
No se trata de contar mis cosas, sino compartir la alegría de la misión. El Papa nos recuerda que la misión es el «corazón de la fe cristiana». Desde la consagración en el bautismo, estamos llamados a ser misioneros en el lugar donde estamos. Los inmigrantes nos han ahorrado a los misioneros el billete de avión. África está aquí. Cada uno tiene que ser valiente, incluso en España, para vivir nuestros ideales y nuestra fe. Y a los jóvenes animarles a que den un paso más.