«No hay pecado que Dios no pueda perdonar» - Alfa y Omega

«No hay pecado que Dios no pueda perdonar»

La confesión no es «una tortura», sino «un encuentro liberador», a través del cual el sacerdote puede «educar en la misericordia» al penitente que se acerca a recibir la absolución. La Iglesia debe tratar a ese fiel penitente como «tierra sagrada» que es necesario «cultivar con dedicación, cuidado y atención pastoral». Son palabras del Papa a los participantes del Foro Interno de la Penitenciaría Apostólica. Mañana, Francisco preside en la basílica de San Pedro una liturgia penitencial, que será el acto central de la Jornada 24 horas para el Señor

Redacción

«Los sacramentos, como sabemos, son la manera con la que Dios se aproxima y demuestra su ternura a los hombres. Son el modo concreto con el que sale a nuestro encuentro, para abrazarnos, sin avergonzarse de nosotros y de nuestro límite». Son las palabras que el Papa Francisco ha dirigido esta mañana en el Aula Pablo VI a los participantes en el curso anual del Foro Interno de la Penitenciaría Apostólica. «Sin duda –prosiguió Francisco–, entre todos los sacramentos, el de la reconciliación es el que mejor hace visible el rostro misericordioso de Dios. No olvidemos nunca, tanto como penitentes, que como confesores, de que no hay pecado que Dios no puede perdonar ¡Ninguno! Sólo lo que es sustraído a la divina misericordia no puede ser perdonado, como los que se esconden del sol no pueden ni iluminarse ni calentarse».

El Papa pidió que se viva este sacramento «como medio para educar a la misericordia», y reiteró que la confesión no es «una tortura», sino «un encuentro liberador y lleno de humanidad, a través del cual podemos educar a la misericordia, que no excluye, sino que incluye el justo compromiso de reparar, en la medida de lo posible, el mal cometido».

Como segunda exigencia, Francisco señaló el «dejarse educar de aquello que celebramos, es decir del Sacramento de la Reconciliación», porque «se puede aprender mucho de la conversión y del arrepentimiento de nuestros hermanos, que también nos empujan a hacer un examen de conciencia».

Finalmente, como tercera exigencia, el Pontífice pidió «tener siempre la mirada interior dirigida al Cielo, a lo sobrenatural». Francisco les recordó a los confesores que son ministros de la reconciliación «por pura gracia de Dios, gratuitamente y por amor. Es más, precisamente por misericordia. Somos ministros de la misericordia gracias a la misericordia de Dios, y no debemos perder nunca esta mirada sobrenatural que nos hace realmente humildes, acogedores y misericordiosos hacia cualquier hermano y hermana que pida confesarse… Todo fiel penitente que se acerca al confesionario es tierra sagrada para cultivar con dedicación, cuidado y atención pastoral».

Antes de despedirse, el Papa animó a aprovechar el tiempo de Cuaresma para la conversión personal y para dedicarse generosamente a las confesiones, «para que el pueblo de Dios pueda llegar purificado a la fiesta de la Pascua, que representa la victoria final de la Divina Misericordia sobre todo el mal del mundo».

VIS / Redacción