Estoy en camino - Alfa y Omega

Desde mi ventana del monasterio los veo partir hacia Santiago de Compostela. Han venido a nuestro albergue de todos los lugares y países, solos o en grupos, andando o en bicicleta… Son los peregrinos, «los que caminan por tierra extraña». Han sentido dentro de sí una inquietud, un deseo de ir más allá de sí mismos. Los entiendo muy bien, porque ese mismo sentimiento fue el que me movió a mí a venir al monasterio y ponerme en camino buscando algo más, anhelando ese encuentro definitivo.

Yo no camino físicamente pero también soy peregrina. «Se dice que san Serapio, yendo de peregrinación, visitó a una monja ermitaña que vivía en una pequeña habitación de la que no salía nunca. Él, que erraba siempre por valles y montes, no comprendía esa forma de vida y le parecía absurda. Cuando se encontró ante ella le preguntó: “¿Qué haces ahí sentada todo el tiempo?”. Ella respondió: “No estoy sentada, estoy en camino”». (Apotegmas de los Padres del Desierto).

El arquetipo de peregrino es común a toda la humanidad. El ser humano lleva en sí una tendencia a buscar la unificación interior y la apertura al Absoluto y lo realiza de diferentes maneras. Toda peregrinación interior, sola o acompañada por el movimiento físico, para considerarse verdadera y eficaz ha de ser revelación de un Misterio escondido para el hombre hasta ese momento.

¿Qué busco yo? Un encuentro extraño, imposible, pero que estoy segura de que, cada amanecer, ocurre.

Una mirada avanza por los cielos entre las estrellas y todo lo oscuro lo va iluminando. De pronto se fija en otra mirada que se abre, despertando tras un largo sueño y ambas se encuentran y se unen. ¡Cómo encajan las dos partes!

Es la mirada de mi Padre que, al despertar la aurora, ha salido a buscarme y me ha encontrado en camino, peregrinando hacia mi Casa.

Oh Dios, míranos siempre con amor de Padre, y para que sintamos la eficacia de tu amor concédenos buscarte siempre con un corazón puro y sencillo.