Sucesor de mártires y santos - Alfa y Omega

Sucesor de mártires y santos

Don Ángel Pérez Pueyo recibió la ordenación episcopal este domingo en una ceremonia que congregó a más de 1.500 personas, entre las que se encontraban 200 sacerdotes y 40 obispos. «Vienes, querido Ángel», a una diócesis «en la que te han precedido santos y fieles pastores», recordó el arzobispo de Valladolid, cardenal Ricardo Blázquez

José Calderero de Aldecoa

Unas 1.500 personas, 200 sacerdotes y 40 obispos abarrotaron el 22 de febrero, primer domingo de Cuaresma y fiesta de la Cátedra de San Pedro, la catedral de Barbastro, para arropar a don Ángel Javier Pérez Pueyo en su toma de posesión como nuevo obispo de Barbastro-Monzón.

Han pasado dos meses desde que el Papa Francisco anunciara el nombramiento y, este domingo, evocando el momento en que el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Ricardo Blázquez, le ordenó obispo y le puso el anillo, monseñor Ángel Pérez Pueyo confesó, al final de la Eucaristía, haber «vuelto a sentir el mismo escalofrío que cuando me dieron la noticia de mi nombramiento. No son rumores, Ángel. Acabas de ser desposado sacramentalmente con esta Iglesia. Soy un afortunado. Lo sé. Y por ello doy gracias a Dios».

El domingo, a las 16:45 h., la procesión del presbiterio diocesano partió de la iglesia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Los obispos la iniciaron en el museo diocesano. Ambas comitivas se encontraron en la catedral, en donde esperaban los miembros del Cabildo Catedral y el Colegio de Consultores, así como numerosos fieles venidos de la diócesis, de su Ejea de los Caballeros natal (Zaragoza) y del Colegio San José de Roma, del que fue Rector desde 2013 hasta su nombramiento.

El acto comenzó a las 17 h. Y las primeras palabras fueron las del anterior titular de la diócesis, hoy ya obispo emérito de Barbastro-Monzón, don Alfonso Milián. «Acabas de ser consagrado obispo de esta diócesis regada por la sangre de muchos mártires, entre ellos el obispo Florentino, predecesor nuestro», pronunció monseñor Milián. El nuevo obispo utilizó, durante la celebración, el báculo del obispo mártir de Barbastro, Florentino Asensio, fusilado durante la Guerra Civil Española y beatificado por san Juan Pablo II. «Estoy convencido de que el testimonio de su vida, entregada generosamente como testimonio de fe, adornada por el perdón a todos, te servirá de estímulo y consuelo en la ardua tarea de conducir hacia el reino de Dios el pueblo que te ha sido encomendado», continuó don Alfonso.

El cardenal arzobispo de Valladolid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, don Ricardo, también le recordó, al nuevo prelado, a sus antecesores. «Vienes, querido Ángel», a una diócesis «en la que te han precedido santos y fieles pastores», dijo el cardenal en su homilía. Y vienes «para cuidar amorosamente el rebaño, no para controlarlo como dominador».

Tras la Liturgia de la Palabra y la homilía de monseñor Blázquez, tuvo lugar el rito de la ordenación episcopal, que comenzó con la invocación al Espíritu Santo y terminó con la entronización en la cátedra del recién ordenado obispo. De esta manera, don Ángel tomó posesión de la diócesis de Barbastro-Monzón.

Antes de la bendición y de la despedida, el nuevo obispo saludó a sus diocesanos con su primera exhortación pastoral. «El Señor me ha regalado una esposa, hermanos. Por dentro y por fuera. Desde este momento, barbastrenses, montisonenses, soy vuestro. No me pertenezco. Contad conmigo. Llamad a mi puerta siempre que me necesitéis para que pueda ser, en cada caso, bálsamo de Dios, escuchándoos, confortándoos, sosteniéndoos, implicándome hasta donde sepa, pueda o me dejen», aseguró monseñor Ángel Pérez Pueyo.

El nuevo prelado tiene 58 años. Pertenece a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, de la que fue Director General, y actualmente ejercía el cargo de Rector del Pontificio Colegio Español de San José, de Roma. Fue ordenado sacerdote en Plasencia, en 1980, y es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Civil de Salamanca.

Monseñor Ángel Pérez Pueyo a sus nuevos diocesanos

–Os pido encarecidamente que seáis mi brazo extendido en cada uno de los ambientes donde difícilmente yo podría llegar, mi báculo prolongado para abrir juntos caminos, escudriñar todos los matojos y procurar que ninguno de los hijos que me han sido confiados se pierda, ni se quede rezagado, o herido al borde del camino, excluido.

–Quisiera pediros un deseo. Asociaros a cada uno a mi humilde pastoreo. A la salida (…) os van a entregar una réplica, en pequeño, del pectoral para que lo llevéis colgando, por dentro, para que, si lo descubren, sea por vuestro propio testimonio. Con eso no sólo pretendo que sostengáis mi humilde ministerio episcopal con vuestra oración, sino también para que cada uno visibilice a Jesucristo, Buen Pastor, para que salga a los caminos en busca del hermano que está sólo, vacío, cansado, desorientado, perdido, herido, roto…, y llegue a ser para cada uno verdadero alivio y caricia de Dios. Lo cargue sobre sus hombros y lo traiga de nuevo a casa, donde el banquete está a punto y el Padre lo aguarda con las sandalias, la túnica y el anillo.