«Necesitamos más ayuda» - Alfa y Omega

«Necesitamos más ayuda»

La ex ministra iraquí de Migraciones y Desplazados, la cristiana Pascale Warda, estuvo el martes en Madrid para promover los proyectos de ayuda a los refugiados cristianos que llevan a cabo desde España Ayuda a la Iglesia Necesitada y la Fundación Promoción Social de la Cultura. Los cristianos de Irak se sienten muchas veces abandonados por la Iglesia en Occidente, dice en esta entrevista

Ricardo Benjumea
Campo de refugiados iraquí

«La situación es crítica», dice la ex ministra iraquí Pascale Warde, tras su reciente visita a un campo de refugiados en el Kurdistán iraquí. «Hay miles de personas en tiendas, pasando frío. El Gobierno se ha desentendido. Las ONG estamos repartiendo alimento y ropa sin parar», pero dos millones de refugiados son demasiados.

La Organización Hammurabi de Derechos Humanos, que preside, presentó, hace unos meses, al Primer Ministro una propuesta para alojar en Erbil a una parte de esos refugiados. La idea fue aceptada, pero finalmente acabó archivada en el cajón de algún cargo intermedio.

El país no funciona. Chiítas, sunitas, kurdos… Cada comunidad se ocupa sólo de los suyos. «Sólo los cristianos defienden el bien común de todos», se lamenta Warda, antigua líder opositora al régimen de Sadam Hussein que, como miembro del Gobierno de transición (entre 2004 y 2005), se opuso al desmantelamiento del ejército iraquí. «Fue la peor decisión que tomaron los americanos». Cada grupo, salvo los cristianos, puso en marcha sus propias milicias, que han sembrado el caos. El personal del ejército fue sustituido por jóvenes sin experiencia. De este modo, el llamado Estado Islámico no encontró apenas resistencia en la toma de Mosul.

Dios nos pide permanecer en esta tierra

La llanura de Nínive, hogar de numerosas comunidades cristianas desde hace dos mil años, ha quedado devastada. Es una de las peores crisis que se recuerdan en mucho tiempo, pero para Pascale Warda éste es sólo el último episodio de un genocidio por fases que comenzó en 1915. Al desmembrarse el Imperio Otomano, los cristianos de Mesopotamia fueron masacrados. El mundo supo del drama de los armenios, superior en número y con comunidades dispersas por todo el mundo que contaron lo que ocurría. «De nosotros, nadie dijo nada».

Desde entonces, con macabra periodicidad, se ha venido produciendo alguna matanza cada pocos años. «Yo, a mis 53 años, no he tenido nunca una vida normal, ni siquiera en la infancia», cuenta. Su padre –y no es un caso aislado– tuvo que reconstruir su casa en cuatro ocasiones en Qaraqosh, ciudad cristiana cercana a Mosul, ahora en manos del Estado Islámico. Muchos cristianos han optado por emigrar, pero Warda no cree que ésta sea la solución. «La realidad que se encuentran casi nunca es la que esperaban. He visto situaciones de sufrimiento que hubiera deseado no ver. Debemos ser realistas: en tu país, tienes derechos. Fuera, no es lo mismo».

Pascale Warda, entre los responsables de AIN y Promoción Social de la Cultura

Hace unos días, Pascale recibió en París a un matrimonio llegado de Qaraqosh. En una pequeña bolsa cabían las pocas pertenencias que habían logrado rescatar. «En Irak eran ricos, ahora no tienen nada. Viven con otra familia. Son 10 personas en un pequeño apartamento de dos habitaciones, pero están felices. La mujer me dijo: Mi fe cristiana está a salvo. Mis hijos están a salvo. No necesito nada más». Cuando Qaraqosh sea liberada, volverán para empezar de cero. Ésa es la actitud de muchos cristianos. «Dos mil años de presencia cristiana no van a desaparecer del país», dice Warda. «Nuestra misión es estar presentes en Tierra Santa. Dar testimonio con nuestro modo de vida. Eso es lo que nos pide hoy Dios, y el Espíritu Santo nos asiste».

Hay un genocidio en Irak

La organización de Warda promueve la reconciliación en Irak, a veces en situaciones muy duras. «Imagina que tu vecino, cuando vinieron los terroristas, te traicionó. ¿Cómo vas a querer volver a vivir junto a esa persona?».

«Pero también son muchas las personas musulmanas y buenas con las que se puede dialogar». El Patriarca de la Iglesia caldea, Lois Sako, pide en su mensaje de Cuaresma a los musulmanes que se unan a los cristianos algunos días en el ayuno, «igual que nosotros hemos ayunado en el pasado con ellos», cuenta Pascale. «Así es cómo se puede ir promoviendo la reconciliación en el país, desde abajo. Pero es imprescindible que se reconozca la verdad, no para ofender a nadie, sino por cuestión de justicia. En Irak hay un genocidio contra los cristianos, y hay que reconocerlo».

Ése es el mensaje que ella lleva por Parlamentos y foros de todo el mundo. Cuando, en junio, habló en Washington de genocidio, un congresista le conminó a «no hacer política». Pascale, de maneras normalmente suaves, explotó. A voz en grito, le relató cómo se está intentando exterminar a los cristianos. Un mes más tarde, en su siguiente visita, el político le pidió perdón.

En Europa los prejuicios son aún mayores, asegura. «La gente se indigna cuando se agrede a cualquier minoría, y eso es bueno, pero parece que la palabra cristiano no se puede pronunciar aquí, y esto es inaceptable». En Francia, donde alterna su residencia con Irak, «les digo a los jóvenes que la paz y la libertad que ellos disfrutan la conquistaron sus abuelos, y no con dinero, porque esto no se compra con dinero. La pagaron con su sangre. Pero que tengan cuidado, porque eso no es una garantía para siempre. Esa libertad que tenéis, les digo, no viene de Marte; está fundada en vuestra cultura europea, que es cristiana. La cultura cristiana ha hecho de los europeos lo que sois».

Con todo, lo que más le duele es la falta de solidaridad de los cristianos europeos. «Por ser cristianos, en Irak, nos acusan de occidentales, y luego los cristianos de Occidente se olvidan de nosotros». Por eso, «quisiera transmitirles a los cristianos de Europa que necesitamos más ayuda».

Como ejemplo, pone el reciente viaje a Irak del cardenal Barbarin, arzobispo de Lyon. «Me gustaría que otras Iglesias vinieran a vernos, aunque fuera simplemente para decir Hola, y mostrar así que somos un solo cuerpo. Eso es importante en nuestros países. Aquí no sois conscientes de cuánto».