Don Santiago Quemada, sacerdote español en Tierra Santa: «Vine para servir a la Iglesia» - Alfa y Omega

Don Santiago Quemada, sacerdote español en Tierra Santa: «Vine para servir a la Iglesia»

Redacción
Benedicto XVI saluda al padre Quemada, en la Visita del Papa, este mismo año, a Jerusalén

www.unsacerdoteentierrasanta.blogspot.com es la tarjeta de presentación del sacerdote logroñés don Santiago Quemada, que vive en Jerusalén desde hace años. Desde su blog narra al exterior las andanzas y vicisitudes de un sacerdote en una tierra no siempre fácil para los cristianos.

¿Qué hace un sacerdote español en Tierra Santa?
Yo soy un sacerdote del Opus Dei. La Obra está extendida por los cinco continentes, y tiene vocación universal. En Tierra Santa llevamos pocos años todavía; por tanto, que haya venido a Tierra Santa tiene que ver con la labor de la Obra en este país. He venido aquí para servir a la Iglesia de esta manera, con la finalidad de promover la santificación de los cristianos en su vida ordinaria, en su vida familiar y en su trabajo profesional, ayudándoles a hacerlo con perfección y ofreciéndoselo a Dios. Pienso que esto es algo muy necesario en todo el mundo, pero en esta Tierra de un modo especial es importante la virtud de la justicia en el trabajo y en las relaciones sociales.

¿Cuáles son las principales dificultades con las que se ha ido encontrando?
Los idiomas son una dificultad grande. En Jerusalén más o menos la gente habla inglés, pero cuando me iba a Nazaret me encontraba con personas que sólo hablaban árabe o hebreo. Después de estos años, me manejo con el árabe, pero todavía noto que me queda. Cuando me sienta más seguro, espero empezar con el hebreo. También hay muchos rusos en el país. Nos hemos encontrado personas que viven en lugares de Israel donde sólo hablan ruso. En fin, el problema de los idiomas aquí es grande, pero nunca he dejado de comunicarme con alguien que tuviera interés en hablar conmigo.

Cuenta usted en su blog que trabaja con niños, entre otras cosas. ¿Cómo son los niños de Tierra Santa?
He atendido durante tres años los clubes que tenemos aquí, y he podido conocer bien a niños y niñas de estos lugares. Los niños de aquí son iguales que en todos los lados. Tienen las virtudes de los niños: sencillez, confianza, audacia… Y también las dificultades de la sociedad actual: se distraen mucho, están todo el día jugando con el ordenador o la Play Station. Si están fuera de su casa, siempre llevan su móvil y no paran de jugar con él. Como también comprobé en España, para el trato con Dios, si se les enseña, tienen una piedad especial, facilitada por las virtudes que decía antes: sencillez, confianza… Les atraen mucho las cosas de Dios, y muchas veces dan ejemplo a sus padres para que recen más y se acerquen a Dios.

¿Es fácil, para un cristiano, vivir allí? Muchos hablan de pesimismo, de soledad…
Los cristianos aquí tienen muy poca formación. No suelen conocer bien su fe, aunque tienen una profunda conciencia de su identidad cristiana. Viven de la tradición que han recibido de sus familias, y se agarran a eso con gran seguridad y convicción. Les falta conocer y profundizar su fe. No suelen hablar de cuestiones de religión con otras personas, en parte porque les faltan ideas, argumentos. Ésta es una de nuestras primeras labores aquí: dar formación cristiana. San Josemaría decía que el Opus Dei era una gran catequesis. Otra tarea que también tiene que ver con la fe es el optimismo. La visión que nos encontramos aquí es muy pesimista. Muchos árabes cristianos han ido, poco a poco, abandonando esta tierra para irse a vivir fuera. Los que se quedan aquí conviven con la mentalidad de que no hay esperanza. Este pesimismo se ha ido trasladando, también, sin darse cuenta, al aspecto personal, una visión de la vida negativa.

La vida de un cristiano en Tierra Santa no es fácil. Su vida aquí es una vocación a mantener viva la fe en la Tierra donde nació, vivió, murió y resucitó nuestro Señor. A los que rezan y profundizan en la fe, esto les llena de ilusión, y les lleva a quedarse y procurar formar un núcleo familiar cristiano que vaya, poco a poco, influyendo en la sociedad. Es necesario que así sea, y ésta es nuestra misión aquí.