La cabaña. Una historia fantástica muy verdadera - Alfa y Omega

La cabaña. Una historia fantástica muy verdadera

Juan Orellana
Escena de 'La cabaña'
Octavia Spencer conversa con Sam Worthington, actor que encarna a un padre marcado por la pérdida de su hija. Foto: Theshack.movie

Mack Phillips (Sam Worthington) es un padre de familia marcado por el dolor de la pérdida traumática de su hija pequeña, Missy. Un día recibe una misteriosa carta que le invita a pasar el fin de semana en la cabaña donde se encontraron los últimos rastros de su hija. Desesperado e intrigado decide acudir, encontrándose con unos anfitriones inesperados, la Santísima Trinidad: Dios Padre (Octavia Spencer), Jesucristo (Aviv Alush) y el Espíritu Santo (Sumire Batsamaru). Ellos le enseñarán a mirar su dolor de otra manera, y a descubrir el poder sanador del perdón.

Esta original película del director británico Stuart Hazeldine se basa en la novela de William Paul Young, un hijo de misioneros protestantes, y que fue víctima reiterada de abusos sexuales, y que por tanto sabe de rencores y heridas sin cerrar. Dado que se trata de un filme cuyo argumento es explícitamente teológico y moral, claramente protestante, y cuya intención es claramente didáctico-pastoral, parece necesario ofrecer al menos algunas claves generales que permitan entender mejor las aportaciones y carencias de la película.

Partimos de la base de una valoración general positiva del filme, incluso desde una perspectiva católica, a pesar de la fuerte impronta protestante de muchos de sus planteamientos. Propone una interesante catequesis sobre el perdón —empezando por el perdón a uno mismo, y llegando al perdón más radical al otro—, así como sobre el dolor como ocasión de bien. También se podría decir que es una historia sobre el amor y la misericordia. Y para ello trata de exponer la forma en la que Dios mira y ama a cada ser humano, mostrando directamente su punto de vista, de una forma que probablemente no se había hecho hasta ahora en la historia del cine. Obviamente se trata de una decisión de guion muy arriesgada, que requiere mucha complicidad y libertad imaginativa del espectador.

Hay algunos aspectos susceptibles de matizar, y que en ningún caso suponen una objeción insalvable o enmienda a la totalidad. En esa especie de terapia trinitaria, se echa de menos alguna alusión al sacrificio redentor de Cristo. También podría haber sido más rico y desarrollado el tratamiento de la libertad humana, insuficientemente subrayada al hablar de las acciones perversas del hombre. Más bien, el filme habla de un mal que actúa, y que Dios no puede impedir. Por otra parte, es evidente un cierto tono de manual de autoayuda que atraviesa el proceso de transformación del personaje, y que inevitablemente está aderezado de voluntarismo y moralismo, por otra parte de raíces tan protestantes. Finalmente, como es de suponer, la película subraya la relación directa con Dios, y en ningún momento se presenta la comunidad cristiana como el lugar donde vuelve a hacerse tangible la presencia real e histórica de Cristo. Además la propia biografía del director le hace subrayar lo inadecuado de las religiones institucionales. Pero estas cosas van de suyo en una película protestante. Una cinta que probablemente haga mucho bien.

La cabaña
Director:

Stuart Hazeldine

País:

Estados Unidos

Año:

2017

Género:

Drama

Público:

+12 años

Cartel de 'La cabaña'