Cardenal Osoro: Fátima manifiesta «la ternura y misericordia de Dios» - Alfa y Omega

Cardenal Osoro: Fátima manifiesta «la ternura y misericordia de Dios»

El arzobispo de Madrid ha peregrinado a Cova de Iría al frente de 300 fieles madrileños para celebrar el centenario de las apariciones de la Virgen. Les pidió ser humildes, no caer en rivalidades y manifestar la fe en obras

María Martínez López
Foto: María Martínez López

Para el cardenal Carlos Osoro, las apariciones de Fátima son una muestra especial de cómo «la ternura y la misericordia de Dios se manifiestan en la Santísima Virgen María». Así lo expresó el arzobispo de Madrid este sábado, al presidir la Eucaristía en la Capelinha de Cova de Iría, ante un nutrido grupo de peregrinos hispanoparlantes de diversos lugares de España y Latinoamérica. Entre ellos, destacaban los 300 fieles de la archidiócesis de Madrid que formaban parte de la peregrinación diocesana al santuario con motivo del centenario de las apariciones. El cardenal Osoro los acompañó durante el viernes y el sábado.

Al hablar sobre la llamada a la conversión contenida en las lecturas del domingo, el cardenal Osoro afirmó que Dios «nos invita a dar una versión distinta de la vida», que es «la que la Virgen dio a los pastorcitos: salir de la maldad y el pecado y entrar en la justicia y el derecho» que Dios ha establecido «para que vivamos».

María también es –continuó el arzobispo de Madrid– modelo de cómo «acoger el regalo de la compasión que el Señor quiere darnos»; así lo expresa en el canto del Magnificat. Y, al mismo tiempo, ella misma es uno de esos dones con los que Dios nos demuestra que tiene auténtica «pasión por el hombre».

Foto: María Martínez López

Acoger la misericordia para vivir en unidad

Cuando las personas acogen esta compasión de Dios, pasan también a manifestarla a los demás. Ejemplo de ello son los apóstoles y los primeros cristianos, que vivían «unidos, unánimes y concordes» –recordó–. «La rivalidad no pertenece a la Iglesia fundada por Jesucristo. A esta Iglesia le pertenece la humildad» que manifestó Jesús al hacerse hombre –como canta la segunda lectura del domingo–; «el considerar a los demás superiores, el no encerrarnos en opiniones particulares por mucho que creamos que sabemos más».

En tercer lugar, el arzobispo de Madrid aludió a la parábola del hijo que promete al padre ir a la viña y no va y del que en un principio se niega pero luego acude. «La hipocresía, la doble vida y la moral no son aceptables ante Dios», subrayó. Él desea que quienes quieran ser su «madre y hermanos» pongan por obra su palabra. «La fe no es algo que se posee, un conjunto de creencias, sino un proceso que se vive y se traduce» en acciones concretas.

Así lo hizo la Virgen, que «llevaba tan dentro al Señor que salió a un camino que no era fácil para anunciárselo a su prima e hizo saltar de gozo a un niño que aún no había nacido».

En relación con esto, cuando «Dios asegura que los publicanos y las prostitutas tienen la delantera» se debe a que son conscientes de lo errado de su modo de vivir. «Por eso, cuando escuchan que alguien les dice de parte de Dios que hay salida, restablecen su amistad con Él».

Foto: María Martínez López

Cinco millones de madrileños en Fátima

Por la mañana, el cardenal Osoro había presidido el Via Crucis que recorre el camino que los pastorcitos hacían al llevar a su rebaño de su aldea, Aljustrel, a Cova de Iría. Al concluir el trayecto, el arzobispo subrayó que «la misión nos lanza a construir siempre el reino de Dios». «En la medida que conocemos más a Jesús, que lo seguimos como María; en la medida en la que damos la mano a nuestra madre, tenemos la necesidad de salir y comunicar lo que hemos visto. ¡Fijaos si tenemos misión en Madrid!».

Este fin de semana en Fátima no estaban solo los 300 peregrinos madrileños, insinuó el cardenal. «Traemos a mucha gente: en Madrid somos casi cinco millones. No todos creen, pero tenemos la obligación de llegar a todos», y de hacerlo con la misma arma que Jesús y María: el amor. «María quiso a todos los hombres. Incluso a aquellos que veía que estaban matando a su hijo», concluyó.

El viernes, el arzobispo presidió el tradicional rosario y procesión de velas, en los que participaron unos 2.000 peregrinos de países tan diversos como Polonia, Estados Unidos, Uganda, Indonesia y Corea del Sur, además de los participantes en la peregrinación jubilar de sacerdotes portugueses. El estandarte de la Real Esclavitud de Santa María la Real de la Almudena encabezaba la hilera de fieles con sus velas.