«El cielo es el límite» - Alfa y Omega

«El cielo es el límite»

DARE lleva años ayudando a pequeños indios para que salgan del mundo de las chabolas y de la indigencia

Europa Press

«Si se les da la oportunidad, estos niños pueden hacer maravillas. Tienen todo el potencial del mundo, sólo necesitan que alguien les proporcione una vía de escape». Son palabras del padre Abhishiktanand, un misionero indio que lidera una organización no gubernamental dedicada al rescate y rehabilitación de niños abandonados en uno de los barrios marginales de Varanasi, la ciudad más sagrada de India.

«Si creamos esa oportunidad, el cielo es el límite», asegura el religioso, decidido a dedicar su vida a cambiar la vida de estos pequeños. Hace casi seis años fundó DARE, la única ONG que ha sido capaz de entrar en el slum urbano de Charbhuja Shahid, donde cientos de niños no reclamados malviven en la calle.

La ciudad de Varanasi, localizada en el estado septentrional de Uthar Pradesh, es una de las siete ciudades sagradas del hinduismo. Centro de peregrinación desde hace más de 3.500 años y lugar de paso del río Ganges, Varanasi reúne cada año a miles de peregrinos, por lo que la estación de ferrocarril de la ciudad se ha convertido en uno de los centros neurálgicos de transporte para todo el norte de India. Es en los alrededores de este gigante ferroviario donde se concentran cada día cientos de niños en busca de sobrevivir un día más.

DARE para Manos Unidas

Son los conocidos como niños del tren entre la población local. Sobreviven vendiendo botellas de agua, recogiendo basura y desperdicios a cambio de unas pocas rupias, mendigando o en ocasiones incluso ejerciendo la prostitución en los baños de la estación. La mayor parte de ellos malvive entre las vías del tren o en alguna de las chabolas que conforman el slum de Charbhuja Shahid, uno de los más de 600 barrios marginales que hay en la ciudad.

Son niños que están solos: huérfanos, abandonados por su familias o que han escapado de su hogar tras ser sometidos a abusos por parte de sus propios familiares. Así lo explica el padre Abhishiktanand, un misionero indio que ha decidido dedicar su vida a cambiar la vida de estos pequeños. Hace casi seis años fundó DARE, que con la ayuda de Manos Unidas, ha sido la única organización capaz de asistir a los niños que viven entre las vías de tren.

«Nuestra principal labor es la rehabilitación y el rescate de los niños que están abandonados en la estación de tren», explica el religioso. En 2010, después de pasar años trabajando en proyectos para el desarrollo, el padre Abhi –como le conoce todo el mundo– comenzó a rescatar a niños de las vías del tren de manera informal.

DARE para Manos Unidas

A día de hoy cuenta con un hogar de acogida donde proporciona alojamiento a 30 niñas de forma permanente. Desde allí van todos los días a una de las mejores escuelas de la ciudad, comen, juegan, aprenden música y baile. Las más mayores reciben formación profesional orientada al empleo.

El padre Abhi explica orgulloso que gracias a la ayuda de organizaciones como Manos Unidas y unos pocos donantes anónimos en diciembre del año pasado lograron adquirir el local donde se encuentran ahora, a unos cinco kilómetros de la estación de Varanasi.

Cuando puso en marcha su proyecto de rehabilitación de niños en Varanasi, el padre Abhi acogía a cuantos podía en un pequeño local cedido por su diócesis. «El centro que ellos tenían se les estaba cayendo encima y no reunía ni de cerca las condiciones de salubridad mínimas necesarias para las niñas», cuenta Ana Cárcamo, responsable de proyectos para Manos Unidas en el norte de India.

Según explica Abhi, debido a la falta de espacio y de recursos, por el momento sólo acogen a niñas, ya que son mucho más vulnerables a la hora de ser captadas por las redes de prostitución, aunque «no le cierran la puerta a nadie». En su mayoría, cuenta el fundador de DARE, han sido abusadas sexualmente por miembros de sus propias familias.

Los niños, por su parte, reciben educación no formal y asistencia sanitaria en dos pequeñas escuelas informales que han montado en la propia estación. Allí juegan, aprenden y reciben una comida al día.

DARE para Manos Unidas

El protocolo que sigue DARE para intentar ayudar al mayor número de niños es muy simple. Cada mañana, el padre Abhi y algunos de los voluntarios que trabajan con él van a la estación de Varanasi en busca de niños en situación de desamparo. Su labor se ha vuelto tan conocida dentro de la comunidad del slum que en ocasiones reciben llamadas de los vecinos o de las propias fuerzas de seguridad de la estación sobre el paradero de algún menor abandonado.

«Desde que empezamos, localizado entre 2 y 3 niños al día, mínimo», explica. Una vez localizado al pequeño, le llevan ante la Policía para intentar reunirles de vuelta con sus padres. «El primer paso siempre es intentar reunir a los niños con sus familias por la vía legal», señala el fundador de DARE.

No obstante, el proceso suele ser lento y deben esperar a una orden judicial. Mientras tanto les ofrecen alojamiento, educación, apoyo psicológico y comida. Desde que comenzó su actividad en 2010, DARE estima que ha conseguido reunir a más de 300 niños de Varanasi con sus familias. Al ser preguntado sobre si recibe algún tipo de ayuda por parte del Gobierno de India, el padre Abhi no puede evitar reírse. «Esto es India», alega, a modo de explicación.

«Así es como funciona el slum»

Sin embargo, ser devueltos a sus padres no siempre es la mejor opción, destaca Abhi. Cuando las autoridades encuentran a los tutores legales de los niños, en ocasiones no están capacitados para hacerse cargo del pequeño son los responsables de los abusos que algunos de ellos han sufrido.

«Muchos de ellos tienen padres alcohólicos o madres obligadas a ejercer la prostitución. Todos vienen con un equipaje emocional enorme y necesitan muchísima ayuda. Solo queremos sacarles del ‘slum’ antes de que sea demasiado tarde, que no tengan que vivir ni un minuto más en esa situación», explica el padre Abhi.

Por extraño que parezca, señala Abhi, uno de los mayores desafíos a los que se tiene que enfrentar son los padres. «Hay que entender que en ocasiones los únicos que traen dinero a casa son los niños», apunta. El motivo por el que muchos de los menores se ven obligados a recaudar dinero de cualquier manera es por orden de sus padres.

«Así es como funciona el slum», explica Abhi. «Los niños recaudan dinero para los adultos, es más fácil. No tienen ningún tipo de esperanza en el futuro de los pequeños, no les importa», añade.

«Es demoledor cuando aparece en nuestra puerta alguno de los padres reclamando a su hijo porque quiere que vuelva a mendigar entre las vías. Da igual lo bien que les esté yendo en la escuela. A lo largo de los años hemos perdido a muchísimos niños así», cuenta. Sin embargo, en su corta vida, DARE ya cuenta con historias de éxito.

«Si se les da la oportunidad, estos niños pueden hacer maravillas. Tienen todo el potencial del mundo, solo necesitan que alguien les proporcione una vía de escape. Si creamos esa oportunidad, el cielo es el límite», concluye Abhi.