Un deber de toda la Iglesia - Alfa y Omega

Un deber de toda la Iglesia

El primer colaborador del Papa en la búsqueda de la plena unidad de los cristianos, el cardenal Kurt Koch, ha estado del 2 al 4 de marzo en Valencia, donde ha celebrado diversos encuentros ecuménicos e interreligiosos (Koch preside también la Pontificia Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo). En la Facultad de Teología de Valencia pronunció una conferencia sobre el 50 aniversario del Decreto conciliar Ut unum sint, en la que expuso ayer los principales retos que afronta hoy el ecumenismo:

Ricardo Benjumea
El cardenal Koch celebra Misa, el martes, en la catedral de Valencia. Foto: A. Sáiz/AVAN

El ecumenismo es un deber que «compete a toda la Iglesia, tanto a los fieles como a los pastores», «a cada uno según sus propias posibilidades». Con esta cita del Decreto conciliar Ut unum sint (Que todos sean uno), comenzó su conferencia el Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. «La Iglesia hizo suyas las prioridades fundamentales del movimiento ecuménico y entró en dicho movimiento de una manera oficial y definitiva», resumió el cardenal Koch.

El purpurado alemán recordó que tanto Juan XXIII como Pablo VI plantearon expresamente como gran prioridad del Concilio «el restablecimiento de la unidad de los cristianos». El Código de Derecho Canónico de Juan Pablo II, considerado el último documento conciliar, toma después buena nota, y formula «explícitamente el deber jurídico de la Iglesia católica de participar en el movimiento ecuménico». Al obispo diocesano se le atribuye «una particular responsabilidad» de promover el ecumenismo como una «tarea sagrada que debe ser ejemplar para toda la Iglesia». ¿El motivo? Dado que, en la Última Cena, Jesús formula expresamente al Padre su deseo de unidad, «se puede hablar de un deber ecuménico iure divino». En otras palabras, resumió Kurt Koch: «El Concilio llega a la conclusión de que la división de la Iglesia se opone abiertamente a la voluntad de Cristo» y es «un escándalo para el mundo» que resta credibilidad al anuncio del Evangelio.

Formas de ecumenismo

La búsqueda de la unidad del cristianismo se debe entender, en primer lugar, como un «movimiento de conversión», con el reconocimiento autocrítico de «las propias debilidades y las propias faltas», explicó el cardenal de la Curia romana.

El deber ecuménico tiene que plasmarse, en primer lugar, en la oración, como un «unirse los cristianos a la oración de Jesús», añadió. También existen «el ecumenismo del encuentro, el ecumenismo del intercambio cultural, el ecumenismo de la cooperación social, y, sobre todo, el ecumenismo de la vida y de la caridad».

«Este diálogo de la caridad –recalcó– no es sólo el presupuesto para poder llevar a cabo un diálogo teológico, sino que exige el diálogo de la verdad, es decir, la seria reflexión teológica acerca de las diferencias teológicas que son fuente de división».

La tentación relativista

Cincuenta años después del Concilio, «debemos reconocer honestamente que el objetivo del movimiento ecuménico, es decir, el restablecimiento de la unidad de la Iglesia, no se ha alcanzado, y requerirá evidentemente mucho más tiempo de lo que se imaginaba en la época del Concilio», lamentó el Presidente del Consejo Pontificio.

Una de las grandes tentaciones hoy a vencer, a juicio del purpurado, es cierta concepción relativista del ecumenismo, presente sobre todo en las comunidades protestantes, según la cual la unidad plena no sería ni posible, ni siquiera deseable. «El rechazo por principio de cualquier idea de unidad –explicó– es típico del postmodernismo, que no sólo acepta o tolera la pluralidad, sino que opta de manera fundamental por el pluralismo. Para esta mentalidad, cualquier búsqueda de unidad se percibe como obsoleta y anticuada», cuando no «sospechosa de tender hacia un pensamiento totalitario». Como ejemplo de esta mentalidad, el Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos aludió a un documento del Consejo de la Iglesia evangélica en Alemania, en el que se afirma que «el pluralismo legítimo de las Iglesias» es «conforme a las Escrituras».

El misticismo eclesial

Junto a ese relativismo eclesial, según el cual «la Iglesia sólo podría existir en plural», el cardenal Koch aludió al «misticismo eclesial, en el sentido de que la única Iglesia existiría sólo como idea platónica». Se trata de una mentalidad derrotista, que no cree en la posibilidad de restaurar la unidad plena de la Iglesia («unidad en la fe, en la vida sacramental y en los ministerios eclesiales»). Frente a esas dos tentaciones, el Concilio afirma que «la única y verdadera Iglesia de Jesucristo subsiste en la Iglesia católica», prosiguió el cardenal. Al mismo tiempo, el Vaticano II reconoce «elementos de la verdadera Iglesia de Jesucristo en otras Iglesias y comunidades eclesiales, con la convicción de que, fuera de los confines de la Iglesia católica, no existe un vacío eclesial». Unos y otros, por mandato de Cristo, están llamados a recomponer la unidad original.

Ecumenismo con los ortodoxos y los evangélicos

Dicho esto, el Presidente del Consejo Pontificio diferenció entre el tipo de diálogo ecuménico hoy posible con los evangélicos y con los ortodoxos. Con estos últimos, la cercanía es mucho mayor. Católicos y ortodoxos «tienen, por tanto, de forma particular el deber de reencontrar la unidad plena».

Con las comunidades nacidas de la Reforma, sin embargo, el diálogo «no puede ocuparse sólo de divergencias doctrinales individuales, como la cuestión del Primado del obispo de Roma, sino que debe afrontar una estructura eclesial fundamentalmente diversa». La Reforma dio y sigue dando paso a sucesivas «fragmentaciones y procesos de escisión», el último de los cuales está siendo «el extraordinario crecimiento de los movimientos pentecostales», en los que Koch afirma incluso que «podríamos hablar de una cuarta forma de la cristiandad, junto a las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales, a la Iglesia católica y a las Iglesias y comunidades eclesiales nacidas de la Reforma».