No es verdad 126 - Alfa y Omega

El cinismo con el que suele obsequiar El País a sus sufridos lectores, respecto a cuanto tiene que ver con el derecho a la vida, acaba de alcanzar cotas inimaginables en un periódico, como éste, que tiene la pretensión de aparecer como serio y responsable. Ahora resulta que proyectar en clase a unos alumnos el vídeo El grito silencioso, del doctor Bernard N. Nathanson, es (sic) educar a niños en la criminalización. Casi una página el 30 de junio, casi otra el 3 de julio, y un editorial el 8 de julio, dedica el citado diario a rasgarse las vestiduras. Ahora resulta que el crimen no es quitarle la vida a un ser humano que tiene derecho a nacer, sino mostrar semejante aberración en un vídeo, que además consiguen haciéndose pasar por amantes de la vida. Ahora resulta que lo macabro, tremendista, sangriento y extremadamente escabroso —como dice el compungido editorialista— es el vídeo y no el nefando crimen del aborto. Y ahora resulta que el doctor Nathanson no es un médico y, por tanto, alguien que conoce científicamente de qué habla, sino un arrepentido de haber dirigido hace años una clínica donde se practicaban abortos. Nos tienen hasta el gorro, a través de sus páginas y de todos sus demás tentáculos televisivo-pedagógicos, de mostrarnos en toda su brutal crudeza las, por desgracia, habituales muestras de barbarie que producen a diario ETA y todas las demás ETAS del mundo… y ahora resulta que un vídeo es macabro. ¡Hipócritas redomados!

A lo peor, Luis Antonio de Villena cree que la jerarquía de la Iglesia católica se ha dedicado a levantarse por la mañana un día y empezar a dictaminar lo que es pecado y no lo es. Si cree eso, su ignorancia es culpable, porque le cuesta muy poco informarse de que lo que sanciona el Decálogo es pecado porque antes es delito de lesa naturaleza humana. En lo que al sexo se refiere, también, por mucho que él, y otros como él, consideren normal lo que siempre ha sido, es y seguirá siendo anormal. ¿De dónde saca que para la Iglesia el sexo es pecado? ¿Acaso las familias numerosas nacen por generación espontánea? ¿Por qué quiere engañar a sus lectores, si los tiene, confundiendo el sexo con el mal uso o el abuso del sexo?

Lo menos que podía hacer Juan José Tamayo, secretario de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, antes de echar la lengua a paseo sin fundamento, como acaba de hacer criticando la Carta apostólica Ad tuendam fidem, es leérselo. Es lo menos que se puede pedir a alguien que se considera responsable. Si después de hacerlo, sigue pensando que el Papa se ha equivocado de siglo, habrá que decirle que no es verdad, que es él quien se ha equivocado, no sé si de siglo, pero sí, desde luego, de Iglesia. Se llenan la boca estos críticos del Papa diciendo que la ex-comunión es una cosa muy seria. Ciertamente, lo es, cuando se produzca —y no la produce la Iglesia, sino quienes, con sus actos, se salen de ella—; pero mucho más seria que la ex-comunión es la comunión. A ver si se enteran…

Ha habido recientemente una interesantísima encuesta sobre la enseñanza religiosa en los centros escolares. Tanto El Mundo como El País, le han dedicado escasísimo espacio en sus páginas, pero ambos no tienen más remedio que reconocer que la enseñanza religiosa es masivamente solicitada y valorada; pero eso no les impide titular a El Mundo que el 50 % de los alumnos apuesta por la libertad sexual y a El País que decrece el interés por la clase de religión, a mayor edad de los escolares. A este tipo de manipulación, ¿cómo la calificamos? Cada cual da lo que tiene. Ambos diarios se escandalizan por el alarmante aumentos de abortos entre las adolescentes españolas, y ¿saben cuál es la solución que se les sigue ocurriendo? Pues que la primera medida a adoptar es informar a todos los adolescentes y lograr que tengan un acceso fácil a los métodos anticonceptivos. Enseñarles a respetar la vida humana siempre, ¿no sería más eficaz?