Santa Teresa de Jesús visita a santa Teresita de Lisieux - Alfa y Omega

Santa Teresa de Jesús y santa Teresita del Niño Jesús (santa Teresita de Lisieux) son dos santas que tienen mucho en común. Las dos son hijas de padres virtuosos, las más amadas en sus familias. Esta experiencia primera de amor en la familia es vital en ambas para comprender el amor de Dios en sus vidas. Ambas eligen la vida religiosa, y en su vida tienen un antes y un después: una conversión marcada por la experiencia de Cristo hombre. Para Teresa de Ahumada es el Cristo de la Pasión. Para Teresita es «el dulce niñito», el Jesús de la infancia. Ambas aman y acompañan a Cristo en su humanidad, siguiéndolo en los pasajes del Evangelio, principalmente en aquellos en los que se identifican con el personaje que interactúa con Jesús: la Magdalena, la Samaritana…

Teresa de Jesús y Teresa de Lisieux son dos mujeres que aman profundamente la Escritura y que se alimentan de ella, a pesar de las dificultades de la época. La leen (Teresa de Jesús lo hizo mientras no se lo prohibieron), la meditan, la hacen suya… Son orantes, y su vida es la oración como diálogo amoroso y amistoso con Dios, a quien perciben como dador de todo bien; un Dios todo bondad y misericordia, en quien confían ilimitadamente.

Ambas son mujeres, y como mujeres reclaman otro puesto para la mujer en la Iglesia, apoyándose en la Escritura y en cómo Jesús trató a las mujeres mientras vivió en la tierra. Y, al mismo tiempo, ambas aman a la Iglesia apasionadamente, de modo profundo y sincero, y entregan su vida al servicio de ella sin vacilación.

Ambas son también apóstoles. Mujeres contemplativas, pero con proyección hacia el exterior, no intimistas. Sienten un grito, una llamada a dar a conocer a este gran Dios, que experimentan en sus vidas, a todas las gentes. Pero, al mismo tiempo, son conscientes de la imposibilidad de poder hacer esto en plenitud.

Éstas son las razones que hicieron tan especial y significativo el encuentro entre ambas santas carmelitas, que tuvo lugar el pasado sábado nada menos que en el monasterio de Lisieux. Dentro del V centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, un equipo de personas ligadas al Carmelo Descalzo estamos llevando a cabo la peregrinación Camino de Luz, y desde el mes de octubre de 2014 hemos recorrido ya 26 países de los cinco continentes, para portar la reliquia del bastón de la Santa andariega. En nuestro recorrido, la semana pasada, llegamos hasta Francia. En París, visitamos y rezamos, con la reliquia teresiana, la sepultura de las mártires carmelitas de Compiègne, asesinadas durante la Revolución Francesa. Y después viajamos hasta el Carmelo donde vivió y murió santa Teresita, cuya comunidad acogió la reliquia teresiana con la emoción y el amor con los que una hija recibe a su madre.

Teresa de Jesús y Teresa de Lisieux han estado frente a frente, 500 años después. Ambas sintieron la llamada a vivir con radicalidad sus vidas, «a ser tales» que en ellas se viera un reflejo de Cristo. Por eso son Doctoras de la Iglesia, maestras de oración y maestras de la vida.

Hermana María del Puerto Alonso, CD