El Papa: «La mafia se propone como sistema alternativo cuando faltan los derechos» - Alfa y Omega

El Papa: «La mafia se propone como sistema alternativo cuando faltan los derechos»

Francisco recibió este jueves a la Comisión Antimafia de Italia a la que exhortó a trabajar «para asegurar un futuro de esperanza y promover la dignidad de cada uno». En este sentido, alertó de que «las mafias tienen facilidad para proponerse como un sistema alternativo en las áreas en las que faltan los derechos y las oportunidades: el trabajo, el hogar, la educación y la atención sanitaria»

Redacción
Foto: AP

«Luchar contra las mafias no solo significa reprimir, sino también reclamar, transformar y construir». Lo dijo el Papa Francisco en su discurso a los miembros de la Comisión Antimafia de Italia a quienes recibió en el Vaticano este jueves 21 de septiembre.

Y para fortalecer esa lucha, según el Santo Padre, es necesario implicarse en dos niveles. Uno político, «para asegurar un futuro de esperanza y promover la dignidad de cada uno porque las mafias tienen facilidad para proponerse como un sistema alternativo en el área donde faltan los derechos y las oportunidades: el trabajo, el hogar, la educación y la atención sanitaria». El otro campo en el que es necesario implicarse es en el económico, «a través de la corrección o supresión de aquellos mecanismos que generan en todas partes la desigualdad y la pobreza».

El Pontífice también alertó a la Comisión Antimafia sobre el peligro de caer en la tentación de beneficiarse de las riquezas que surgen fruto del oportunismo, el engaño y el fraude característicos de la mafia. Asimismo, destacó la educación como elemento fundamental para «construir una nueva conciencia social», capaz de hacer frente a estas consecuencias sociales de la corrupción.

Por último, el Santo Padre recordó la importancia de garantizar la seguridad de «las personas que están expuestas a riesgos graves por su elección de denunciar la violencia de la que fueron testigos».

El Papa terminó su intervención con unas palabras de aliento a la Comisión Antimafia para que se conviertan en «incansables trabajadores de la justicia».

RV / Redacción

Discurso completo del Papa

Señores y señoras:

Me complace darles la bienvenida y doy las gracias a la presidenta de la Comisión, la señora Binde, por sus amables palabras.

En primer lugar, dirijo un pensamiento a todas las personas que en Italia han pagado con su vida la lucha contra las mafias. Mientras estaba preparando este encuentro me venían a la mente algunas escenas evangélicas, en las cuales no nos cuesta reconocer las señales y los signos de esa crisis moral por la cual hoy atraviesan personas e instituciones. En este contexto, permanecen siempre actuales las palabras de Jesús: «Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre». (Mc 7, 20-23)

El punto de partida siempre sigue siendo el corazón del hombre, sus relaciones, sus apegos. Nunca estaremos suficientemente alejados de este abismo donde la persona está expuesta a las tentaciones del oportunismo, el engaño y el fraude, que se vuelven más peligrosas al negarse a cuestionar. También es señal de corrupción una política desviada, basada en intereses partidarios y acuerdos poco claros. Por tanto, se llega a sofocar los llamamientos de la conciencia, cayendo en el mal banal, confundiendo la verdad con la mentira y aprovechando el papel de la responsabilidad pública.

La política auténtica, la que reconocemos como una forma eminente de caridad, trabaja en su lugar para asegurar un futuro de esperanza y promover la dignidad de cada uno. Precisamente por ésto ve la lucha contra la mafia como una prioridad, ya que ésta se roba el bien común, quitando la esperanza y la dignidad del pueblo.

Con este fin, se convierte en algo decisivo para oponerse al grave problema de la corrupción, que desprecia el interés general, representa el terreno fértil en el que se desenvuelven las mafias. La corrupción siempre encuentra la manera de justificarse, presentándose como la condición “normal”, la solución de aquel que es “astuto”, o el camino para alcanzar las metas. Tiene un carácter “infeccioso y parasitario”, ya que no se alimenta de las cosas buenas que produce, sino de todo lo que quita y roba.

La corrupción es una raíz venenosa que altera la competencia sana y aleja la inversión. En la parte inferior, la corrupción es una forma de vida construida sobre la “idolatría del dinero” y la comercialización de la dignidad humana, a la cual hay que combatir con medidas no menos incisivas de los previstas en la lucha contra el crimen organizado.

Luchar contra las mafias no sólo significa reprimir. También significa reclamar, transformar, construir, y ésto implica dos niveles de compromiso. El primero es la política, a través de una mayor justicia social, porque las mafias tienen facilidad para proponerse como un sistema alternativo en el área donde faltan los derechos y las oportunidades: el trabajo, el hogar, la educación y la atención sanitaria.

El segundo nivel de compromiso es el económico, a través de la corrección o supresión de aquellos mecanismos que generan en todas partes la desigualdad y la pobreza. Hoy ya no podemos hablar de luchar contra las mafias sin levantar el enorme problema de una financiación soberana con reglas democráticas a través de las cuales las realidades criminales invierten y multiplican los beneficios ya rentables obtenidos por sus tráficos: drogas, armas, eliminación de residuos tóxicos, adquisición de grandes contratos de obras, juegos de azar, etc.

Italia debe estar orgullosa de haber puesto en marcha contra la mafia una legislación que involucra al Estado y a los ciudadanos, las administraciones y asociaciones, el mundo secular, católico, y religioso en el sentido más amplio. Los bienes confiscados de las mafias y destinados al uso social representan, en este sentido, auténticos “gimnasios de vida”. En tales realidades, los jóvenes estudian, aprenden conocimientos y responsabilidades, encuentran un trabajo y una realización personal. En estas estructuras, muchas personas mayores, pobres o desfavorecidas encuentran refugio, servicio y dignidad en ellos también.

Por último, no se puede olvidar que la lucha contra la mafia pasa a través de la protección y valoración de los testigos judiciales, las personas que están expuestas a riesgos graves por su elección de denunciar la violencia de la que fueron testigos. Se debe encontrar una manera que permita a una “persona limpia”, pero que pertenecen a familias o contextos de la mafia; salir de ese círculo sin sufrir venganza y represalias. Son muchas las mujeres, especialmente madres, las que tratan de hacerlo, en el rechazo de la lógica criminal y el deseo de asegurar a sus hijos un futuro mejor. Debemos ser capaces de ayudarlos, en el respeto, sin duda, de los caminos de la justicia; pero también en el de su dignidad como personas que optan por el bien y la vida.

Exhortándolos, queridos hermanos y hermanas, a continuar con dedicación y sentido del deber la tarea encomendada para el bien de todos, invoco sobre ustedes la bendición de Dios. La certeza de estar acompañados por Él, que es rico en misericordia, los consuele; y la conciencia de que Él no soporta la violencia, los convierta en «incansables trabajadores de la justicia». Gracias.