El padre Montaña
José Fernández Montaña nació en el año 1842 en Santa María de Miudes y falleció en Madrid en 1936. Aunque no fue madrileño, pues sus orígenes hay que situarlos en Asturias, dejó su herencia cultural en nuestra ciudad. En 1921, cuando contaba con 79 años, el diario católico El siglo futuro decidió publicar la Semblanza del Padre Montaña reivindicando la figura de un sacerdote de reconocido prestigio, un gran erudito, que por un artículo político escrito por él y publicado en el año 1900 titulado Los errores del señor Canalejas en el Congreso había sido cesado de su cargo de confianza en el Palacio Real.
José Fernández Montaña fue un sacerdote de gran formación. Estudió Derecho e Historia además de varias filologías, pues dominaba el inglés, alemán, italiano, francés y ruso así como el sirio, hebreo, griego, arameo y, por supuesto, el latín. Fue el segundo deán de la catedral de San Isidro y confesor de la reina María Cristina. El Museo de la Almudena conserva una pieza excepcional, El rollo de Ester, que procede de su biblioteca particular, que se conserva en la catedral. La pieza fue presentada por la Universidad San Dámaso y el Cabildo de Madrid en colaboración con el Centro Sefarad-Israel y el Centro de Estudios Judeo-Cristianos, y ha sido estudiado en profundidad por Ignacio Carbajosa, profesor de Antiguo Testamento y Lenguas Bíblicas en la Facultad de Teología San Dámaso.
El padre Montaña había nacido en Oviedo, pero realizó su carrera eclesiástica en El Escorial, donde estuvo como bibliotecario accediendo a una de las mejores bibliotecas de su tiempo. En 1869, tras la revolución y la Constitución liberal, fue apartado de su cargo. En aquel tiempo entabló relaciones con el duque de Montpensier y se le confió la educación del infante don Antonio, hermano de la futura reina Mercedes, al que acompañaría en numerosos viajes. Llamado más tarde por el cardenal Moreno se trasladó a Toledo, pero su conocimiento del alemán le llevó a retornar a Madrid con la reina María Cristina, convirtiéndose en su confesor. Fue preceptor del rey Alfonso XIII y magistrado del Tribunal de la Rota, y en 1891 se convirtió en ministro de Justicia, cargo que solo mantuvo un año. Como historiador se dedicó a profundizar en la figura de Felipe II y a él le dedicó varias publicaciones.