«Es necesaria una respuesta decidida y urgente de creyentes y no creyentes» para proteger el planeta - Alfa y Omega

«Es necesaria una respuesta decidida y urgente de creyentes y no creyentes» para proteger el planeta

En un mensaje publicado con motivo de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, instituida por el Papa en 2015 y que se celebra el 1 de septiembre, los obispos españoles han pedido no reducir la protección del planeta a «puro ecologismo» y «fomentar los comportamientos éticos». «Es necesaria una respuesta decidida y urgente de creyentes y no creyentes», advierten

Redacción

Los obispos españoles han pedido no reducir la protección del planeta a «puro ecologismo» y «fomentar los comportamientos éticos», con motivo de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, instituida por el Papa Francisco en 2015, que se celebra este viernes 1 de septiembre.

«Los cristianos, desde nuestra fe en el Creador de todas las cosas, además de valorar y proteger la creación, estamos invitados a promover en la sociedad una mayor atención hacia la misma, evitando reducirla a puro ecologismo, fomentando los comportamientos éticos y actuando siempre desde una libertad responsable», subrayan en un mensaje publicado por la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

«La fe en Jesucristo nos ofrece fundamentos extraordinarios para la práctica de una ecología integral y para el desarrollo pleno de la humanidad», continúa el mensaje, que acto seguido recuerda el punto 64 de la encíclica Laudato si en la que se explica que «será un bien para la humanidad y para el mundo que los creyentes reconozcamos mejor los compromisos ecológicos que brotan de nuestras convicciones».

Además, los obispos de la comisión hacen un llamamiento para no utilizar el planeta como «un depósito» del que extraer todas las «riquezas» que se deseen y advierten de que la tierra «protesta» en forma de catástrofes. «Estas manifestaciones violentas de la naturaleza nos están indicando que es necesario respetar la creación y no manipularla», avisan.

Laudato si’, en el horizonte

Los prelados también recuerdan la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco, publicada hace dos años, en la que el Pontífice aborda los principales problemas sobre la relación del ser humano con sus semejantes y con la naturaleza y en la que invita a «practicar una ecología integral».

«Para hacer frente a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a los perniciosos efectos de la contaminación ambiental es necesaria una respuesta decidida y urgente de creyentes y no creyentes», subrayan los obispos.

En este sentido, los prelados consideran que «el gran crecimiento tecnológico» de las últimas décadas no ha estado acompañado de un desarrollo del ser humano «en responsabilidad, valores y conciencia».

Según los prelados, como consecuencia de «una libertad mal entendida, de la búsqueda ciega del egoísmo y de las necesidades inmediatas» el hombre de hoy está, tal y como dice el Papa, «desnudo y expuesto a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo».

Controlar «gastos superfluos»

Por ello, y para «atajar el deterioro» del medio ambiente y la «destrucción» del planeta, consideran indispensable que «crezca el amor entre todos los habitantes» del mismo.

Asimismo, para lograr una ecología integral, proponen «un cambio profundo» de «los criterios tan arraigados en la cultura actual, que favorecen el consumismo y la búsqueda de los propios intereses, olvidando la dimensión espiritual de la persona y las necesidades de los semejantes».

En concreto, sugieren «un uso moderado de bienes materiales, control de los gastos superfluos y atención de los más frágiles» así como «un cambio efectivo de mentalidad y de estilo de vida, en las opciones de consumo y en las inversiones».

Finalmente, rezan a Dios por la «conversión» de «quienes, considerándose dueños y señores de la creación, abusan de sus recursos y se olvidan de los millones de hermanos que, en distintos rincones del planeta, sufren hambre, enfermedades y miseria debido a una mala distribución de los bienes».

Europa Press / Redacción

Mensaje completo de los obispos

Por una ecología integral

El pasado 24 de mayo se cumplían los dos años de la publicación de la encíclica Laudato si’ del papa Francisco sobre «el cuidado de la casa común». En la misma, el Santo Padre aborda los principales problemas sobre la relación del ser humano con sus semejantes y con la naturaleza. Para hacer frente a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a los perniciosos efectos de la contaminación ambiental es necesaria una respuesta decidida y urgente de creyentes y no creyentes.

Entre otras cosas, el Papa nos invita a todos los hombres y mujeres del mundo a practicar una «ecología integral», asumiendo las responsabilidades personales y comunitarias en el progresivo deterioro del medio ambiente durante los últimos años. Todos hemos de tomar conciencia de que el gran crecimiento tecnológico de las últimas décadas no ha estado acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores y conciencia.

Como consecuencia de una libertad mal entendida, de la búsqueda ciega del egoísmo y de las necesidades inmediatas, el hombre de hoy está «desnudo y expuesto a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta la ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación»[1].

El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, recibió del Creador el encargo de dar nombre a las demás criaturas y de cuidar la creación, pero sin olvidar que él no es Dios y, por tanto, no puede pretender ocupar el lugar que sólo a Dios le pertenece. Por ello, ha de actuar en todo momento desde una actitud de humildad, escuchando a Dios y poniéndose al servicio de los demás y de la misma creación.

Cuando el cosmos y la naturaleza son contemplados sin referencia a Dios y sin tener en cuenta las necesidades de los hermanos, pueden llegar a concebirse como un depósito, del que se pueden extraer sus riquezas de acuerdo con los egoísmos desmedidos de los individuos de cada continente. Ante estos abusos, la creación protesta a través de fenómenos naturales extraordinarios y por medio de los desastres ecológicos. Estas manifestaciones violentas de la naturaleza nos están indicando que es necesario respetar la creación y no manipularla.

Mirada creyente

Los cristianos, desde nuestra fe en el Creador de todas las cosas, además de valorar y proteger la creación, estamos invitados a promover en la sociedad una mayor atención hacia la misma, evitando reducirla a puro ecologismo, fomentando los comportamientos éticos y actuando siempre desde una libertad responsable. Cada día es más urgente que escuchemos a la creación, que narra la gloria de Dios, y que escuchemos también a Dios, que habla a través de las obras de sus manos. Frente a quienes consideran el cosmos únicamente desde su materialidad, sin valorar su belleza y sin considerar su referencia al Creador, los cristianos somos invitados a contemplar todo lo creado como un espejo, en el que se refleja la bondad, el amor y la belleza de nuestro Dios.

La confianza y la escucha del Creador implican un modelo de relaciones entre los seres humanos y la naturaleza que hagan posible contemplarla no sólo como obra de Dios, sino como casa y hogar para todos los seres humanos. En este sentido, si no crece el amor entre todos los habitantes del planeta, será imposible movilizar la voluntad humana para atajar el deterioro de la creación y la destrucción de la misma.

La respuesta a la crisis ecológica y la protección del medio ambiente hemos de situarlas dentro de la historia de amor que comienza con la creación y que tiene su desarrollo a lo largo de los tiempos hasta llegar a su cumplimiento en Cristo. Esta historia de amor exige la responsabilidad humana que, al mismo tiempo que nos permite asumir nuestras diferencias con la naturaleza, nos lleva a la convicción de nuestra pertenencia a la misma.

Para avanzar en esta responsabilidad con relación a la creación, entre otras cosas, es preciso un diálogo franco y abierto que ayude a la superación de los intereses egoístas sobre la cuestión ecológica. En este diálogo con los creyentes de otras religiones, con los gobiernos de las naciones y con las instituciones sociales, los cristianos hemos de ser los primeros en asumir que la fe en Jesucristo nos ofrece fundamentos extraordinarios para la práctica de una ecología integral y para el desarrollo pleno de la humanidad. «Será un bien para la humanidad y para el mundo que los creyentes reconozcamos mejor los compromisos ecológicos que brotan de nuestras convicciones»[2].

Conversión ecológica

Pero, además de valorar la importancia del diálogo, todos los habitantes del planeta hemos de progresar en una sincera «conversión ecológica», asumiendo que el cuidado de la casa común exige un cambio profundo de aquellos criterios, tan arraigados en la cultura actual, que favorecen el consumismo y la búsqueda de los propios intereses, olvidando la dimensión espiritual de la persona y las necesidades de nuestros semejantes.

Esta conversión ecológica, que ha de concretarse en el uso moderado de bienes materiales, en el control de los gastos superfluos y en la atención de los más frágiles, exige un cambio efectivo de mentalidad y de estilo de vida, en las opciones de consumo y en las inversiones, escuchando la voz del Creador, buscando la verdad y trabajando por el bien común[3].

Para que los cristianos y los restantes seres humanos no olvidemos nuestra responsabilidad en el cuidado de la casa común y podamos renovar la adhesión a la propia vocación de custodios de la creación, el Santo Padre, en comunión con las Iglesias ortodoxas, nos convoca cada año, el día 1 de septiembre, a celebrar la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la Creación. En este día, especialmente, estamos invitados a invocar la ayuda del Señor para la protección del medio ambiente y a pedir su misericordia por los pecados contra el mundo en el que vivimos.

Los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social invitamos a todas las comunidades cristianas a dar gracias a Dios por la armonía y perfección de la creación, y a elevar súplicas al Creador por la conversión de quienes, considerándose dueños y señores de la misma, abusan de sus recursos y se olvidan de los millones de hermanos que, en distintos rincones del planeta, sufren hambre, enfermedades y miseria debido a una mala distribución de los bienes de la creación, que Dios quiere que lleguen a todos.

Los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

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Notas

[1] Francisco. Encíclica Laudato si’, 105

[2] LS, 64

[3] cf. Encíclica Caritas in Veritate, 51