Se cumplen 75 años desde que la Gestapo descubriera en Valencia al beato Santiago Gapp - Alfa y Omega

Se cumplen 75 años desde que la Gestapo descubriera en Valencia al beato Santiago Gapp

La fiesta de Santiago Gapp, que fue decapitado por los nazis y beatificado en 1996 por san Juan Pablo II, se celebra este domingo

AVAN
Santiago Gapp

La Iglesia conmemora mañana, domingo, la festividad del beato Santiago Gapp, sacerdote austriaco de la Compañía de María, cuando se cumplen 75 años desde que fue descubierto por la Gestapo en Valencia, a donde había llegado procedente de su país natal, perseguido por el régimen nazi, por sus predicaciones contrarias a él.

Gapp fue localizado por la policía secreta nazi en 1942 en Valencia, cuando llevaba un año dando clases de latín y alemán en Colegio de El Pilar, acogido por la comunidad religiosa del centro docente valenciano, de su misma congregación, según ha indicado el marianista José María Salaverri, autor de la biografía Santiago Gapp, pasión por la verdad frente al nazismo.

Fue entonces cuando dos colaboradores de la Gestapo llegaron en Valencia y se ganaron durante meses la confianza de Gapp, haciéndose pasar por judíos también perseguidos, hasta convencerle mediante engaños para viajar a San Sebastián a recibir a unos supuestos familiares. Así, el 9 de noviembre de 1942 cuando paseaban con el religioso por la costa guipuzcoana entraron en Hendaya, entonces en la Francia ocupada por el régimen nazi, y fue de inmediato arrestado. Tras ser torturado y encarcelado, murió decapitado en Berlín en 1943. El papa san Juan Pablo II lo beatificó en 1996.

Los religiosos marianistas celebrarán mañana misas en su honor en sus comunidades, entre ellas en el colegio del Pilar, de Valencia, donde a todos los alumnos de Bachillerato es presentado «tanto en clases de Historia como en ejercicios espirituales, como modelo de fe», según han indicado fuentes de la comunidad del colegio del Pilar.

«Esta tarde me ejecutan, voy con mi Salvador, no os aflijáis por mi, soy totalmente feliz».

Jakob Gapp (o Santiago Gapp) había nacido en Wattens (Austria) en 1897 y, tras combatir en la Primera Guerra Mundial en el ejército austríaco, ingresó en la Compañía de María y fue ordenado sacerdote.

Huyó de su país perseguido por la Gestapo en 1939 «por sus contundentes críticas contra el racismo de Hitler, que plasmaba en sus homilías», según Salaverri, y tras pasar por Burdeos llegó a Valencia en 1941.

Un año después dos jóvenes alemanes, que dijeron ser hermanos judíos perseguidos por los nazis, fueron al colegio del Pilar a pedirle ayuda «y estableció con ellos una sólida amistad e incluso les preparó para el Bautismo».

Días antes del Bautismo, Gapp fue invitado por los dos amigos a viajar con ellos a San Sebastián y desde allí, «mediante engaños, le hicieron pasar a Hendaya, en Francia, donde fue apresado por la Gestapo, a la que pertenecían los dos falsos judíos», ha explicado.

Por último, fue conducido a París y luego a Berlín, «donde hizo continua profesión de su fe mientras era interrogado, hasta que finalmente fue decapitado el 13 de agosto de 1943 tras ser condenado a muerte por un tribunal popular».

El caso de Gapp «impresionó al propio Heinrich Himmler, máximo responsable de la Gestapo, que aseguró que “con un millón de Jakobs Gapp, pero de nuestra ideología, dominaríamos el mundo”».

En el proceso de beatificación del marianista «fue clave el testimonio de uno de los torturadores nazis, el antiguo pastor protestante Karl Neuhaus, ante la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano».

En una carta escrita a sus familiares desde la prisión berlinesa de Plötzensee, horas antes de su ejecución, Gapp les decía sus últimas palabras: «me han condenado a muerte el 2 de julio, fiesta del Sagrado Corazón. Hoy será ejecutada la sentencia. A las 7 de la tarde, iré a casa de mi querido Salvador, a quien siempre amé fervientemente. ¡No os aflijáis por mí! Soy totalmente feliz. Naturalmente he tenido que pasar muchas horas penosas, pero he podido prepararme muy bien a la muerte. Tened ánimo, y soportadlo todo por amor a Dios, para que nos podamos volver a encontrar en el cielo».

Sus reliquias son veneradas hoy en Innsbruck (Austria).