Papa Francisco: «El anuncio del Evangelio pasa por la familia» - Alfa y Omega

Papa Francisco: «El anuncio del Evangelio pasa por la familia»

La celebración de la Fiesta de la Familia en Madrid fue la más numerosa, pero ya no la única. Estas siete ediciones han contribuido a dar protagonismo público a esa Fiesta, que este año, se celebró también en Barcelona, Nazaret y Loreto. Todos estos lugares conectaron a las 12 con la Plaza de San Pedro. El Papa Francisco les dirigió un saludo y les recordó las «tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia»: saber pedir permiso, decir gracias y pedir perdón

Ricardo Benjumea

Las multitudes en torno a la Misa de la Sagrada Familia se han convertido en parte del paisanaje típico navideño de la capital de España. Miles de familias viajan cientos de kilómetros desde todos los puntos de España e incluso desde otros países, desafiando el frío y la incomodidad que supone desplazarse en estas fechas. Este año destacó, en particular, la presencia Italiana; unas 4 mil personas, aunque hubo grupos organizados procedentes de 15 países de Europa.

Pero además, estas siete ediciones han contribuido a dar protagonismo público a la Fiesta de la Sagrada Familia, solemnidad que a menudo pasaba desapercibida entre las celebraciones navideñas. La Misa de Madrid fue este año, una vez más, la más numerosa, pero ya no la única. En la primera Fiesta de la Sagrada Familia con el Papa Francisco, conectaron también con la Plaza de San Pedro la Basílica de Familia Sagrada, de Barcelona -allí acudió, como representante del Papa, junto al cardenal Martínez Sistach, el Presidente del Consejo Pontificio para la Familia, el arzobispo Vincenzo Paglia-; la Basílica de Anunciación, de Nazaret -con la presencia del secretario General del Sínodo de los Obispos, monseñor Baldisseri-; y la Basílica de Loreto, en Italia.

Al término del rezo dominical del Ángelus, el Papa dirigió un saludo especial a los fieles reunidos en todos estos lugares, y pronunció una oración especial por el próximo Sínodo de los obispos de octubre, que estará dedicado a la familia. Francisco recordó a las «millones de familias» que, como la de Jesús, exiliada en Egipto, deben huir «del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna». Esas familias «no siempre encuentran acogida verdadera, respeto, aprecio de los valores de los que son portadores», sino que a menudo «son víctimas del rechazo y de la explotación», o incluso «víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo». Pero además el Papa aludió a esos «otros exiliados»o «exiliados escondidos», que existen «dentro de las mismas familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias molestas». «Muchas veces pienso -añadió- que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se tratan en ella a los niños y a los ancianos». Por el último, recordando el mensaje que lanzó a las familias durante el encuentro del pasado mes de octubre con motivo del Año de la Fe, el obispo de Roma recordó las «tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia»: saber pedir permiso, decir gracias y pedir perdón.

En este primer domingo después de Navidad, la Liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. En efecto, cada pesebre nos muestra a Jesús junto a la Virgen y a San José, en la gruta de Belén. Dios ha querido nacer en una familia humana, ha querido tener una madre y un padre. Como nosotros.

Y hoy el Evangelio nos presenta a la Sagrada Familia en el camino doloroso del exilio, en busca de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los prófugos, marcada por el miedo, la incertidumbre y las estrecheces (Cfr. Mt 2, 13-15.19-23).

Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día la televisión y los periódicos dan noticias de prófugos que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para ellos y para sus propias familias.

En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, no siempre, no siempre los prófugos y los inmigrados encuentran acogida verdadera, respeto, aprecio de los valores de los que son portadores. Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que parecen, a veces, insuperables. Por esta razón, mientras fijamos la mirada en la Sagrada Familia de Nazaret en el momento en que está obligada a hacerse prófuga, pensemos en el drama de aquellos migrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación. Que son víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo. Pero también pensemos en otros exiliados, yo los llamaría exiliados escondidos, aquellos exiliados que puede haber dentro de las mismas familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias molestas. Muchas veces pienso que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se tratan en ella a los niños y a los ancianos.

Jesús ha querido pertenecer a una familia que ha experimentado el exilio, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La fuga en Egipto a causa de las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde escapa, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero Dios también está allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en la libertad, proyecta y elige para la vida y la dignidad suya y de sus familiares.

Hoy nuestra mirada sobre la Sagrada Familia nos deja atraer también por la sencillez de la vida que ella conduce en Nazaret. Es un ejemplo que hace tanto bien a nuestras familias, las ayuda a convertirse cada vez más en comunidad de amor y de reconciliación, en la que se experimenta la ternura, la ayuda recíproca, el perdón recíproco.

Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: permiso, gracias, perdón. Cuando en una familia no se es entrometido, cuando en una familia no se es entrometido y se pide permiso, cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir gracias, gracias, y cuando en una familia uno se da cuenta de que ha hecho algo malo y sabe pedir perdón, ¡en esa familia hay paz y hay alegría!

Recordemos estas tres palabras. Pero podemos repetirlas todos juntos.¡Eh! Permiso, gracias, perdón. Todos: Permiso, gracias, perdón.
Pero también quisiera animar a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad. En efecto, el anuncio del Evangelio pasa ante todo, a través de las familias, para alcanzar después los diversos ámbitos de la vida cotidiana.

Invoquemos con fervor a María Santísima, la Madre de Jesús y Madre nuestra, y a San José, su esposo. Pidamos a ellos que iluminen, consuelen, guíen a toda familia del mundo, para que se pueda cumplir con dignidad y serenidad la misión que Dios le ha encomendado.

[Oración del Papa Francisco por el Sínodo de los Obispos sobre la familia]

El próximo Sínodo de los Obispos afrontará el tema de la Familia, y la fase preparatoria ya ha empezado. Por ello, hoy, Fiesta de la Sagrada Familia, deseo confiar a jesús, María y José este trabajo sinodal, rezando por las familias de todo el mundo. Os invito a uniros espiritualmente a mí en la oración que ahora recito:

«Jesús, María y José,
en ustedes contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a ustedes nos dirigimos con confianza.
Sagrada Familia de Nazaret,
haz que también nuestras familias
sean lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Sagrada Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias se vivan experiencias
de violencia, cerrazón y división:
que todo el que haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.
Sagrada Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
pueda despertar en todos la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchen y atiendan nuestra súplica. Amén.

RV