Este verano Kevin subirá a la montaña - Alfa y Omega

Este verano Kevin subirá a la montaña

110 niños de Madrid salen unos días de la ciudad gracias a los campamentos de los salesianos

María Martínez López
Foto: Pinardi

Kevin ya tiene la maleta hecha. A partir de este viernes, será uno de los 110 chicos que pasarán unos días en uno de los dos campamentos que organizan las plataformas sociales de los salesianos en la sierra de Madrid. Quiere quitarse una espinita que se le quedó clavada hace un año: subir la montaña y bajar hasta la zona de Segovia. «El verano pasado íbamos a hacerlo, pero no pudimos porque hizo mal tiempo».

Las plataformas sociales de los salesianos no son colegios, sino lugares donde se ayuda a niños que pasan algún tipo de necesidad y a sus familias. Kevin va a Lumbre, en el centro. «De lunes a jueves, hacemos los deberes allí, y si no entendemos o no sabemos algo se lo preguntamos a los monitores», nos cuenta. Javier Llorente, conocido como Jota, es el responsable de los cuatro centros que hay en Madrid. Nos explica que hacen estas actividades porque «hay niños que en casa no tienen un lugar adecuado para hacer los deberes», o necesitan un empujón con estas tareas.

¡Llegó el verano!

¡Pero ahora estamos de vacaciones! Después de acabar 2º de la ESO con buenas notas, Kevin ya ha participado en el campamento urbano de Lumbre, con distintas actividades y visitas cada día. Han hecho guerras de agua, juegos locos en los que se han manchado con todo tipo de cosas, han ido al Parque de Atracciones…

Foto: Pinardi

Lo mejor del verano, sin embargo, empieza este viernes: el campamento en Guadarrama, para chicos y chicas a partir de 1º de la ESO. Kevin ya fue el año pasado. «Fue muy bonito. Me sirvió para despejarme de la ciudad, porque fue la única vez que salí de Madrid en todo el verano». Hay familias que no se van de vacaciones porque los padres trabajan todo el tiempo o no pueden permitírselo. Los campamentos dan a los chicos la oportunidad de estar en contacto con la naturaleza.

Del Buenos Días a la velada

Fue estupendo. «Y agotador», reconoce Kevin. Cada mañana se levantaban a las ocho y media, y lo primero era «salir de la casa, un edificio grande de piedra» rodeado de árboles, para el Buenos Días. Era el momento de saludarse, y de que los monitores les hablaran de un valor que iban a tener presente ese día. Después de desayunar, los chicos hacían por grupos las labores del campamento: recoger el comedor, limpiar las habitaciones y los baños… Luego empezaban las actividades; sobre todo, deporte y manualidades. Por ejemplo, «pintamos unos bolsos de tela. Y por la tarde teníamos un rato de piscina», recuerda.

Lo que más le gustaba era la noche. «Una vez hicimos un juego de investigación para resolver un misterio: el asesinato de una monja». Pero su momento favorito era la velada: «Todas las noches nos dividíamos en grupos pequeños, de seis o siete personas, y cada uno iba diciendo lo que más le había gustado del día y si cambiaría algo». Este momento también se utilizaba para reconocer si habían fallado en algo. «Al principio me daba un poco de vergüenza», reconoce. En ese rato, «a quien había tenido un buen comportamiento, participando en todo y colaborando se le daba una vela. Lo decidíamos los mismos chicos del grupo». Él se la ganó alguna vez.